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Alianda

La Feria: felicidad compartida

No encuentro mayor muestra de éxtasis de armonía que la de un buen rato por bulerías en la Feria del Caballo de Jerez

Publicado: 14/05/2024 ·
10:41
· Actualizado: 14/05/2024 · 10:51
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  • Una actuación en una caseta. -
Autor

Juan Garrido

Periodista jerezano, director y presentador de 'Alianda', el espacio flamenco de Publicaciones del Sur

Alianda

El flamenco es objeto de estudio, opinión e información en este apartado que nace en Jerez pero que abarca toda la actualidad andaluza

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Un año más, todo ha pasado dejando el sabor a nostalgia de un domingo que ya es historia en el Real del González Hontoria. La Feria del Caballo de Jerez ha cumplido sus objetivos de unir culturas y a sensibilidades de todo tipo en un entorno bañado por la felicidad compartida. Que todo es mejorable ya es un clásico, además de una gran verdad, porque este año también han ocurrido determinados sucesos que invitan a la reflexión y al estudio para que en próximas ediciones la semana de la luz y el color por antonomasia no se vea desteñida.

En mi caso, todos podrán imaginar, tengo que volver a demostrar la satisfacción y la alegría que me invade porque he sido partícipe de algo que verdaderamente resulta milagroso: ocho días y ocho noches en ese albero que he pisado más que las losas de mi habitación. Como despedía mi programa de Alianda, días antes del alumbrado, la meta a cumplir era pasárselo bien y “no hay que meter la pata nunca, siempre con arte” y así ha sido. No por mi parte solamente sino por la inmensa mayoría de miles de personas que han desfilado por las calles del parque y eso es algo que hay que siempre aplaudir.

El ambiente y la armonía es lo primordial para que todos podamos tolerar al vecino, ese que puede gustarle una clase de música o un tipo de comida que se aleje de nuestros gustos. Pero esa es la clave, saber compartir y respetar. Estas líneas deben servir, por supuesto, para destacar la labor de todos aquellos que se encuentran en la otra parte, los que trabajan la feria y que son los responsables de que todo fluya como un barquito de papel en la corriente del agua.

Por otro lado, en este artículo multiusos, valoro una vez más a esas casetas que son explotadas por personas que no buscan ningún beneficio económico como ocurre con las de las hermandades. Gracias a esas personas, que echan cada día unas diez o doce horas intentando agradar a todos aquellos que buscan precios populares y una carta tradicional, tenemos la Semana Santa que tenemos en el aspecto artístico y patrimonial, entiéndase dorados de paso, bordados, conjuntos escultóricos, enseres…

Y las casetas que apuesta por el flamenco en directo deben tener su espacio en estas líneas. No es fácil programar día a día encuentros de este tipo porque hay que tener en cuenta gastos de equipos de sonidos y técnicos (alguno de ellos los he visto correr de caseta en caseta para llegar a tiempo), a los propios artistas, con sus horarios y dobletes, al tipo de público que quieres convocar durante ese rato… que el hostelero gane también. Por eso las felicito con la esperanza de que sigan en ese camino que hace que Jerez sea un escaparate al mundo del arte durante estos días. Esta semana he coincidido con grandes nombres del flamenco y he visto bailar en pleno directo a Sara Baras, Manuela Carpio, Ana María López, Carmen Herrera, Saray García, Fernando Jiménez, he escuchado a la familia Carpio, los hermanos de la Fragua, Felipa del Moreno, a los niños de Santiago (Joselete, Nono de Perikín…), Joaquín, Enrique y Rafael El Zambo, Chanquita y otros tantos más. He visto a Jorge Cadaval, de Los Morancos, morir nuevamente con el compás nuestro.

Eso es para cualquiera un verdadero regalo y son muchos los que vienen, es un dato que puedo demostrar con testimonios, para disfrutar de esos momentos de plena felicidad compartida. Insisto en el concepto porque me fijaba en las caras de los asistentes, por ejemplo, a mi caseta de la Peña La Bulería mientras cantaba el grupo Sabor a Plazuela (¡qué gran grupo!) y no cabía más alegría en tan pequeño espacio. Hasta el año que viene si el cuerpo sigue aguantando. Ahora, para El Rocío.

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