Hace años que asumimos con cierto temor la llegada de la época estival, siendo conscientes de que dichos meses traen consigo consecuencias devastadoras, sobre todo para la superficie forestal de este país. En esta época estival hemos aprendido a convivir con el temido fuego, que cada año arrasa en España más de 80.000 hectáreas a causa de los más de 5.000 incendios anuales (se consideran incendios con quemas superior a una hectárea) que se producen por toda nuestra geografía. Como dato aterrador contamos con los del pasado año, que a pesar de la pandemia se quemó la friolera cantidad de 87.879 hectáreas de superficie forestal, y según los datos oficiales, hasta la fecha de este 2022 han ardido más de 87.400, el 72% en el último mes.
España se está quemando poco a poco y el fuego no respeta las lindes que separan la vida del pasto y la basura que generamos y que ‘olvidamos’ a merced del calentamiento global y su elevada temperatura, de los pirómanos, de intencionalidades de diversas índoles, etc. El fuego arrasa con todo y empieza a ser un peligro nacional al que no le veo solución a corto plazo.
A pocas semanas de comenzar el deseado verano, ya contamos con incendios preocupantes que acechan a diversas poblaciones por toda España y, concretamente en Huelva, ayer sobre las 16.30 horas el llamado Conquero de la ciudad vuelve a ser objetivo del pirómano de turno, que lleva más de una década incendiando la zona, en la misma fecha y casi a las mismas horas, poniendo en peligro la vida de decenas de ciudadanos que residen en las inmediaciones y que viven en continuo riesgo dada la asiduidad de estos incendios, que preocupan a toda la ciudad.
“Los fuegos se apagan en invierno” y no es una frase al uso, es una realidad que debe imperar y que se debe tomar en consideración, no solo para evitar pérdidas humanas, también para minimizar el impacto de los incendios, que ponen en peligro todo nuestro ecosistema.
