Entre desafíos y polémicas nos encontramos en medio de errores y aciertos, propósitos y despropósitos, bocazas y disparatorros, caos y desbarajustes, embalses y desbordes, ocupaciones y recuperaciones, controlados y vigilados, con mucho ruido y poca relevancia.
Desplazados y perdidos en los parques, en barrios en los que no se tienen en cuenta a las mujeres, con colas interminables para recoger no se sabe qué, donde no hay centros de salud, cada vez menos colegios y han desparecido los cajeros bancarios.
Y nos llenan de señales, señaladores y señalados, terminamos poniéndole precio al miedo y creamos polémicas absurdas, con pocas certezas y muchos riesgos. Demasiadas veces nos preguntamos, si lejos de seres libres y autónomos nos terminamos convirtiendo en esclavos del mercado.
Para conseguir nuestros objetivos, tendremos que hacer planteamientos diferentes. siempre dispuestos a aprovechar las segundas oportunidades y a volver a empezar, sin dejarnos arrastrar y sabiendo encajar las piezas de cualquier acuerdo.
Las circunstancias de la actual sociedad no nos pone fácil el reflexionar, entre lo indispensable y lo prescindible, y entre lo que leemos, lo que observamos, lo que imaginamos y lo que recordamos, vamos construyendo nuestros relatos.
Necesitamos ideas y compromisos, que nos motiven, que no sean apáticos, que vivan en niveles críticos de actuación que sean capaces de superar desafíos y no alimentar polémicas inútiles. Hay quienes son doctores en manejar muchas palabras y obtener pocos resultados.
Lo más trágico es aquel que no es consciente de su sometimiento y falta de criterio y presume de ser el más libre del mundo, cuando la realidad demuestra ser victima de todo tipo de abusos y despropósitos, y terminan construyéndose una realidad sin valores, artificial y manipulada.
Escuchamos decir con frecuencia de algunas gentes, que no entienden ni quieren saber nada de política, y en estas ocasiones convendría recordar las palabras de Platón. “El precio de desentenderse de la política es el de ser gobernado por los peores hombres”.
Con frecuencia asistimos al espectáculo de muchas palabras vacías y ofensivas y pocos hechos constructivos y positivos,nos llenan de datos mareantes que no encierran realidades, nos enfrentamos a altos riesgos y no obtenemos consecuencias que sean útiles.
Nos movemos entre credulidades y escepticismos, colapsos y desapariciones, claridades y enigmas, comienzos que no dicen nada y cancelaciones sin sentido, entre lo visible e invisible, no debemos dejar que nos dominen las preocupaciones de muchas situaciones que después no suceden.
Hemos de tomarnos en serio, pero eso no supone no escuchar a los demás, no ser capaces de no atender a lo que los otros tienen que decirnos, ni de rectificar sin ningún tipo de complejos nuestros propios errores. Debemos procurar encontrar vías de dialogo aunque sea para discrepar, sin buscar peleas que solo conducen a perder el tiempo en mirarnos al espejo lo maravillosos que somos, o perdernos en espejismos que nos hacen paralizarnos en tareas inútiles.
Nada, aunque muchas veces nos lo parezca, es simple o fácil, y hemos de saber que cada intento fallido es algo nuevo aprendido, que es deseable el buen uso pero resulta perjudicial el abuso, que huyamos de lo insufrible que resultan aquellos que creen saberlo todo y no tengamos miedo a equivocarnos en algunas ocasiones.