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Cupido viaja en caravana

Nadie que viviera entonces en Plan, un pueblo de apenas doscientos habitantes situado en el valle oscense de Gistau, podía imaginar aquel día de 1983 que una película emitida por televisión iba a cambiar la vida de tantos vecinos y que, además, serían noticia de portada.

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Nadie que viviera entonces en Plan, un pueblo de apenas doscientos habitantes situado en el valle oscense de Gistau, podía imaginar aquel día de 1983 que una película emitida por televisión iba a cambiar la vida de tantos vecinos y que, además, serían noticia de portada en España y en otros lugares del mundo.

Ese día, TVE programó Caravana de mujeres, un western de los años 50 que cuenta cómo un grupo de heroínas logra cruzar en carreta los 5.000 kilómetros que separan las costas este y oeste estadounidense, con el único propósito de llegar a una aldea californiana donde les esperan, ansiosos por contraer matrimonio, los solteros del lugar.

Tan sedientos de compañía femenina como el centenar largo de tiones que a comienzos de los ochenta del siglo pasado vivían en Plan, un pueblo de montaña que dista 150 kilómetros de Huesca y cuyos habitantes siguen hoy cultivando la tierra o cuidando el ganado. Un municipio en el que entonces y ahora, como en otros muchos de la España rural, hay más hombres que mujeres.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 54% de las personas que viven en localidades con menos de cien habitantes son hombres, frente a un 46% de mujeres. En el 17,6% de sus hogares tan sólo vive una persona.

La aventura rodada por la Metro, dirigida por William A. Wellman y protagonizada, entre otros, por Robert Taylor, hizo mella en el ánimo de más de uno de los tiones de Plan, que vieron cómo el cine les daba pistas para poner fin a su, en muchos casos, prolongada soltería. Y en ello se pusieron a trabajar durante meses.

SOLTERAS O VIUDAS

Madurada la idea, a comienzos de 1985 anunciaban en los medios de comunicación que recibirían con los brazos abiertos a cuantas mujeres, solteras o viudas, daba igual, que, como en la película, quisieran pasar por la vicaría y formar una familia.

Una avalancha de cartas y llamadas telefónicas fue la respuesta a tan insólita y novedosa proposición, que desde un primer momento fue vista con muy buenos ojos por las autoridades locales y autonómicas.

El 7 de marzo de 1985, hace exactamente veinticinco años, la primera caravana de mujeres llegaba a la localidad oscense. Ese día, abrumadas por decenas de periodistas, cámaras de televisión y micrófonos, un nutrido grupo de mujeres descendía de los autocares en los que habían viajado desde Madrid, Barcelona y Zaragoza.

Tras compartir mesa y mantel, baile, mucha charla y algún que otro arrumaco durante los días que duró la fiesta, las mujeres regresaron a sus casas, dejando tras de sí a más de un solterón convencido de que, por fin, había encontrado a su media naranja.

Desde el pasado 3 de enero, un monolito recuerda en Plan esa primera caravana de mujeres, que tuvo continuidad en años sucesivos y que inmediatamente fue imitada en otros lugares de la geografía española con parecida carestía de féminas.

El resultado fue que cuarenta y dos tiones hicieron realidad lo que durante tanto tiempo habían soñado: casarse. Tres años después, en 1988, ya eran diez los retoños fruto de tan concienzudo trabajo de Cupido, si bien del total de parejas sólo diez se quedaron a vivir en el pueblo o su comarca. El resto emigró a otros lugares.

CARAVANAS DEL AMOR

Lo ocurrido en el municipio oscense inspiró años después a la directora Icíar Bollaín la película Flores de otro mundo, rodada a finales de los noventa en la localidad de Cantalojas, en la provincia de Guadalajara, con José Sancho y Luis Tosar en su reparto.

El pasado 13 de febrero, víspera de San Valentín, Vitigudino, en Salamanca, recibía una nueva caravana del amor, como allí prefieren llamarlas, formada en este caso por unas 55 mujeres de edades comprendidas entre 25 y 70 años, casi todas latinoamericanas y residentes en Madrid. Una treintena de solteros de la comarca aguardaban impacientes su llegada.

Desde 1995, Vitigudino celebra esta cita anual con el amor, con unos resultados más que aceptables: más de cien hombres han dicho adiós a la soltería.

Castilla y León es, precisamente, una de las comunidades autónomas donde más han proliferado las caravanas de mujeres. En la provincia de Avila, con desigual resultado, ha habido cuatro desde 2002, en las localidades de El Hoyo de Pinares, Hoyocasero, Navalosa y San Bartolomé de Béjar.

Una caravana con unas doscientas mujeres llegaba en abril de 2008 a Zucaina, en Castellón, con el único propósito de “repoblar la comarca y el pueblo, porque no hay mujeres”, recuerdan en su Ayuntamiento. Tras su paso, quedaron cuatro parejas.

Un rifirrafe político –Paz Abraira, candidata del BNG al Congreso, adujo enfadada que las “mujeres no son mercancía”– hizo fracasar en febrero de 2008 una excursión al municipio de San Román de Cervantes, en la montaña de Lugo, con la que su ayuntamiento quería “consolidar muchos matrimonios”.

Unos 500 de los aproximadamente 1.800 habitantes que entonces tenía San Román de Cervantes eran solteros, entre ellos su alcalde, el socialista Benigno Gómez Tadín, que había dejado bien claro que se trataba de un acto “con todo el respeto del mundo” y, en ningún caso, iba a ser “ni una feria ni un mercado”.

“Amor por la repoblación rural” es el lema de Asocamu, Asociación de Caravanas de Mujeres, una iniciativa del segoviano Manuel Gozalo Hernando, soltero cuando hace ya unos años decidió organizar en su pueblo, Fuentesaúco de Fuentidueña, una caravana como la de Plan, y que desde entonces ha repetido en unas cincuenta localidades más.

En la web de Asocamu se insiste en la necesidad de hacer todo lo posible para repoblar las zonas rurales, ante una “perspectiva desoladora”, y para apoyar “de otra manera” al pequeño agricultor y ganadero.

Las mujeres que quieran subirse a las caravanas de Asocamu tienen que rellenar previamente un formulario con sus datos personales, rasgos físicos, profesión, estudios, gustos de ocio..., y responder a un cuestionario.

Un listado de preguntas para conocer si les gusta cocinar o estar mucho en casa, si fuman o beben alcohol con moderación, si madrugan o trasnochan y si cuelgan “la ropa al acostarse”. También parece importante saber si “cierran el tapón de la ducha después de ducharse” (sic).

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