Hoy se acaba la huelga de secretarios judiciales, que ha supuesto en muchos casos que preparemos los juicios y nos desplacemos a larga distancia para las vistas, encontrándonos con que cuando íbamos a iniciarlas se nos avisaba de la suspensión, provocando situaciones esperpénticas y un gasto y esfuerzo inútil que agranda el roto que para los despachos profesionales suponen las vacaciones judiciales navideñas.
Ello en una situación en que el Tribunal Constitucional definitivamente se convierte en el símbolo de la politización de la Justicia con el nombramiento de jueces que llegan para convalidar inmediatamente leyes en discusión desde hace años o para nombrar ponentes a políticos que formaron parte del Gobierno cuyas leyes deben revisar. Y con un Consejo General del Poder Judicial bloqueado al que amagan nada menos con hacer maniobras dirigidas desde la política para manipularlo sin freno y avergonzarnos aún más ante una Europa que amenaza pero no actúa.
Con un cambio de Gobierno que, sin embargo, mantiene a los cargos de un Ministerio que ha aprobado una ley con el apoyo de un partido que ahora promueve cambiarla y que ha provocado que cientos de delincuentes sexuales vean reducidas sus penas o salgan incluso a la calle. A ese terrible espectáculo se une una Ley Trans que está provocando ya situaciones esperpénticas por doquier. Se suma una reforma de las pensiones presentada como medida estrella respecto a la que nada menos la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal o el Banco de España han de salir a la palestra para dejar claro que solo será un esperpento para los jubilados del futuro y es insostenible.
Encima Vox proponiendo como candidato a un economista de ideología opuesta que tiene que leer un discurso previamente filtrado desde el banco por su avanzada edad y beneficiando finalmente al partido al que supuestamente quería poner en evidencia. Ello en un contexto en que un diputado lideraba juergas con drogas y prostitutas para corromper la contratación pública o extorsionar a cambio de favores en inspecciones y ayudas europeas, con un general de la Guardia civil en la cárcel.
Y con Irlanda convirtiéndose en el segundo país más rico de la UE solo superado por Luxemburgo con una política de bajos impuestos y dinamización del empleo que evidencia que el camino es muy diferente al que ha llevado a España a que su PIB per cápita caiga por debajo del que tenía en 2018.
Convertimos este país en un esperpento que debe dolernos en el alma.