Nací en 1978, hace ya 45 años, un buen puñado de años. Y llevo con cierto orgullo pertenecer a la primera generación de nuestra Constitución. Y aunque me cogiera en pañales, no es difícil recordar, que después del denominado milagro de la Transición española, los primeros presidentes de la democracia fueron Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo Sotelo. Si bien el pobre don Leopoldo, fue bastante breve.
Hoy nos desayunamos con la estrafalaria noticia de que el flamante concejal de IU de nuestro Ayuntamiento de Sevilla, Ismael Sánchez, lejos de preocuparse de otros muchos problemas que asolan a los sevillanos, estrena el cargo exigiendo que se cambie el nombre del Colegio Calvo Sotelo de nuestra ciudad por aplicación de la Ley de Memoria Democrática, a raíz de la adaptación del nombre de dicho centro a Presidente Calvo Sotelo, para evitar confusiones con otros políticos anteriores. Pero su justificación es considerar a don Leopoldo una persona con pasado franquista y mantener su nombre en un colegio sería blanquear al fascismo y cometer fraude democrático.
He intentado buscar dicho pasado franquista y sinceramente no lo he encontrado. O al menos, no mucho más que el pudiera imputarse al propio Adolfo Suárez por coincidir ambos unos meses como ministros de Arias Navarro. Que salvo que me corrijan, don Adolfo, da nombre al mayor aeropuerto de nuestro país y a infinidad de colegios, calles, plazas y avenidas, como es el caso de la ubicada en el sevillano barrio de Los Remedios.
También he buscado el pasado de dicho concejal, y sin perjuicio de su muy progresista currículo, me ha llamado la atención que hace unos días prometiera su cargo (después de superar una enfermedad) acatando la Constitución por imperativo legal al estilo Herri Batasuna.
Entiendo eligió esta fórmula, por no considerar legítima nuestra Carta Magna, si bien, no podrá negar que es la creadora y mantenedora de nuestra democracia desde 1978, y por la cual ostenta el cargo de concejal, al igual que lo hizo como presidente don Leopoldo.
Debo confesar mi frustración de no haber encontrado respuesta a tal discusión, seguramente toda la culpa la tenga la caló que hace.