Los autores del libro, Antonio Pérez Girón y Rubén Pérez Trujillano, se lamentaron de que tanto 'Quico', como era conocido el protagonista de la obra, como su mujer, Ana Narváez, no llegasen a vivir dicho momento, pues ambos fallecieron el pasado año.
El primero en intervenir fue el joven escritor Rubén Pérez, quien hizo una defensa de la recuperación de la Memoria Histórica, como parte del propio conocimiento de la propia historia real: "No podemos, en nombre de la concordia o en nombre de la propia democracia, vedar las parcelas de nuestra memoria, porque de ese modo la palabra democracia se verá vaciada de todo el contenido por el que tantos han dado la vida", señaló. Y en esa línea, afimó: "Yo recibí de mis padres, que iniciaron la Transición, el norte, que no la llegada a Ítaca. Toca ya dar los últimos pasos de esta Transición tan digna de elogios pero también tan defectuosa".
Agregó el autor que "no sabemos si Quico, que iba a estar sentado hoy aquí junto a nosotros, tiene un sitio en el cielo, ni si existe un mirador desde el que nos pueda contemplar alegremente", para añadir después que "lo que sí sabemos es que la historia le tiene reservado un lugar no en el cielo, sino en la tierra, que es lo que él hubiera deseado”.
Por su parte, Antonio Pérez Girón aludió a los valores humanos que destacaron en el antiguo guerrillero. “Jamás se vanaglorió de sus años de penuria y de resistencia”, dijo.
A este respecto, puso la trayectoria de 'Quico' como ejemplo: “Creo que personas como él son necesarias siempre, pero lo son aún más cuando la política se desdibuja a marchas forzadas. Cuando la profesionalización, la incoherencia, la pérdida ideológica y de valores, acaban aburriendo a la ciudadanía”.
Pérez Girón se refirió a la esposa de 'Quico', como parte inseparable del viejo luchador.
El cronista sanroqueño, que había comenzado su intervención con unos versos de Marcos Ana, compañero de presidio de 'Quico', finalizó con otro que solía recitar éste en su época de guerrillero.