Retomamos el concurso tras cuatro días de un aburrido descanso incomprensible, en el que pudimos disfrutar de un Gran Teatro casi lleno y con un ambiente ansioso por continuar con esta fase de preliminares. La atención en los pasillos se centraba en la sonorización del escenario, que no llega con la calidad suficiente a nuestras casas.
Como ya he comentado en alguna ocasión, la Fopac contrató hace unos años una sonorización para que fuese base de dichas emisiones, siendo esta sonorización la que podemos oír a través de las televisiones locales y regionales (Canal Sur en la final). La calidad de la imagen es indiscutible, dado el buen trabajo que se está llevando a cabo, como podréis comprobar, y se aleja mucho de aquellos años de una sola cámara fija. Esta aclaración sirva para que diferenciemos las responsabilidades y las depuremos, asumiendo que somos los carnavaleros los que estamos emitiendo este sonido, ya mejorado, pero que sigue sin darnos la calidad suficiente.
Por otra parte, aquellos que llevamos años ya en el Teatro, conocemos perfectamente el escenario y sus ‘topes’ sonoros. Colocarse en el lugar correcto minimizará las carencias y definirá con mayor claridad las voces e instrumentación. Si los grupos se acercan demasiado, tendrán un buen impacto en el público, pero pierden sonido en las pantallas, algo que los propios técnicos de las televisiones locales ya han comentado hasta la saciedad. Resumiendo lo que llevamos exponiendo muchos años: se debe invertir en una mejor tecnología y personal cualificado que se ajuste a las necesidades que se requieren y ,sobre todo, concienciar también a los grupos, que si tiramos los micros, como ha estado ocurriendo estos días, o golpeamos constantemente la tarima de forma efusiva, repercutirá negativamente en su sonido. Seguro que entre todos lograremos ir mejorando, cuestión de poner cada uno de nuestra parte.
La tercera sesión de esta primera fase la presentó Miguel Doña, director de la SER Huelva, recordando algunos momentos “históricos” de nuestro carnaval y trasladándonos a épocas gloriosas en la que nuestra fiesta lucía sus mejores galas.
Las bambalinas dieron paso a la primera agrupación de la noche, ‘La venenosa’, comparsa de Ayamonte que el respetable acogió con mucho cariño y de la que destaco la letra del segundo pasodoble, una oda clara al esfuerzo y derechos de la mujer, emponderamiento actual, y evolución en la igualdad.
La chirigota ‘Pa cruz, esta que llevo yo a cuesta’ mostró en segundo lugar su repertorio; dos siameses, uno de Isla Cristina y otro de Ayamonte, obligados a entenderse. Sus peripecias y gustos personales: Semana Santa y carnaval, narran situaciones simpáticas que lograron más de una carcajada. Bonito final del popurrí donde unión y entendimiento es la mejor manera de construir un mundo mejor: “Dos es mejor que uno”.
Desde Huelva capital presentó sus credenciales la comparsa de Víctor Quintero y Nelli Conde, en un cambio radical con respecto al pasado febrero, en el que lograron su primer premio. Como personajes de figuras de un comic que cobran vida, ‘La tinta obrera’ se presenta con quince personas, dos ausencias más que justificables que echamos de menos, a pesar de seguir mostrando la calidad que siempre ha caracterizado a esta comparsa. Dos buenas letras de pasodobles, bien descriptivas y de contundentes mensajes. Me quedo con el segundo, en el que dan una visión aterradora sobre la infancia desde diferentes prismas. Agrupación que estará peleando en la Gran Final.
Tras el descanso llega la comparsa de la veterana Colombina, de Huelva, que se presenta con el mismo nombre: ‘La Colombina’. En su historia recrean un buque pirata carnavalero, con sus leyes y normas, que van conquistando el mundo. Un pasito más para una agrupación que va en proyección.
La noche la cerró el primer premio del pasado concurso, La chirigota de Valverde del Camino, ‘La primera’, que ofreció un simpático repertorio, llenos de reminiscencias del pasado febrero, con cierta sorna e ironía, que hicieron disfrutar al público. De este día sacamos en conclusión que, de forma positiva o negativa, cada cual debe asumir sus consecuencias, que la libertad de expresión es tan válida para los que se suben al escenario como para los que disfrutan, o no, desde sus butacas.