El tiempo en: Huelva

Al compás de Huelva

Una subida al Santuario, sorpresa incluida

La presión que ejerce el denso arbolado ha originado la aparición de grietas y desprendimientos que puede constituir un evidente peligro

Publicado: 12/02/2025 ·
12:13
· Actualizado: 12/02/2025 · 12:21
  • Grieta en un muro del Santuario de la Cinta.
Autor

J. S. Canales

Periodista onubense con más de medio siglo de carrera profesional y una gran dedicación a su tierra, autor de varios libros y reconocido con el Premio de Periodismo Ciudad de Huelva en 2008

Al compás de Huelva

Plasma la historia reciente de Huelva y toma el pulso de la actualidad onubense, además de ser un altavoz de las necesidades de la capital y la provincia

VISITAR BLOG

La verdad es que lo de la sorpresa incluida fue justamente después de concluida una casi rutinaria o frecuente, a la par que siempre estimulante, visita al santuario de Nuestra Señora de la Cinta, celestial patrona y alcaldesa de la ciudad, todo un rito en este caso concreto que, afortunadamente, me ha permitido algo más que las sensaciones de siempre y no precisamente influido por un espíritu nunca jamás crítico con un entorno que, eso sí, ofrece contrastes con cierto grado de abandono o dejadez, y que me perdonen quienes atisben en mí esa cierta sensación de malestar y/o desagrado ante algo o circunstancias que restan valor a aquello que nos emociona y nos hace sentirnos orgullosos por lo que el lugar o lugares a los que me refiero representan…

Sí, repito, la verdad es que esta visita ha tenido para mi bastante de positiva, todo ello propiciado por el cambio de itinerario, esta vez haciéndolo desde mi domicilio en la avenida de Pablo Rada y, adentrándome por La Palmera -¡qué difícil resulta olvidarla!- seguir por la calle del Puerto, giro a la derecha y continuar por la calle de San José, paseo de La Independencia y avenida de Cristóbal Colón, para detenerme ante el Humilladero de la Cinta y afrontar esa empinada cuesta, un nombre nunca más acertado, donde fue una lástima que no progresara aquella luminosa idea de, aprovechando la cuesta en forma de zanja profunda, una especie de escorrentía o algo parecido para que el agua atenuase con las correspondiente protecciones el peligro que supone la estrechez del acerado, los árboles y los alcorques, unas veces vacíos y otras tapados con hormigón en lugar de haber plantado las especies arbóreas que, evidentemente embellecerían la perspectiva de ese agua, en forma de catarata, yo diría que reconfortante, en su bajada y encuentro con la impresionante fuente-glorieta de giro que resalta la singularidad del entorno.

La verdad, insisto una vez más, es que el cambio me ha permitido sugerir la mejora de este empinado vial, en el que la estrechez del acerado afecta a ambos lados de la calzada, con la misma tónica de falta de árboles y alcorques vacíos y/o tapados, realmente obstáculos para el peatón y sobre todo para personas con cochecitos porta-niños y, por supuesto -de ello doy fe- un evidente riesgo para scooters o vehículos en versión más cómoda para personas con movilidad reducida -creo que me entienden-, que deben sortear o bien el bordillo o la zanja del lado derecho según se sube. Sí, y algo similar, bordeando el Parque Mort, a la zanja lateral derecha, otro peligro a tener en cuenta y evitable si se hace lo mismo mediante la colocación de bordillos de bastante altura, según se adentra uno en la avenida de Santa Marta, ya al retorno por otro acceso…

La vista del Santuario se hace altamente atractiva y sobre todo reconfortante y nos muestra, a nuestro paso por la plaza de La Merced, la gran jugada urbanística de la actual corporación municipal, ofreciéndonos la misma sensación que la grandiosa explanada que nos da la bienvenida y acceso al santuario de esa Virgen Chiquita que nos inculcaron de niños. (Lo demás es difícil de describir al vernos inmersos en una perspectiva que la naturaleza nos depara con generosidad y que sin duda supera lo que la mano del hombre ha volcado mejorando algo que poco a poco ha contribuido a dignificar ese recoleto santuario cuya grandeza espiritual supera la humilde construcción humana que Huelva respeta como algo propio y ha propiciado la actual perspectiva del entorno y multiplicado el infinito panorama que difícilmente puede uno olvidar y ofreciéndonos una panorámica -valga la redundancia- que desborda todo tipo de sensaciones al primer contacto con la progresiva visión que difícilmente sabremos y/o podremos agradecer…)

El tiempo está un poco caprichoso y devotos y visitantes parecen haberse retraído un poco, pero no es obstáculo para después de la visita sentirse un poco más cerca del cielo y aprovechar el momento para valorar la grandiosa obra que da esplendor al Santuario y -ahí está el quid de la cuestión y perdón por la expresión- no nos pueden pasar desapercibidos detalles y elementos del interior, donde observamos que un adecuado plan de retoques permitirá mejorar el sagrado recinto, algo que el tiempo y tal vez frecuentes actuaciones en materia de mantenimiento y conservación -el tiempo lo puede todo y a veces supera nuestras humanas previsiones- ha impedido superar cierto deterioro muy a tener en cuenta en el cerramiento o parte del mismo, y donde la presión que ejerce el denso arbolado ha originado la aparición de grietas y desprendimientos que en un caso concreto que llegué a fotografiar puede constituir un evidente peligro para sobre todo los niños o simplemente aquellos visitantes que se acerquen demasiado para verificar la aparente gravedad de la fragilidad de un vallado - los técnicos tienen la última palabra- y subsanar algo humanamente subsanable. ¡Ah! Gracias por la singularidad del recinto, y que esa grandeza de nuestra Virgen Chiquita ponga las cosas en su sitio. Eso.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN