Jara fue recibido en el aeropuerto de Villavicencio por su esposa Claudia Rugeles, su hijo Alan Felipe, de 14 años, por delegados de la Cruz Roja, autoridades locales del Meta y el director de la Policía, general Oscar Naranjo, además de amigos y otros familiares.
“Libre, libre”, fueron las primeras que el ex gobernador colombiano dijo a la prensa al pisar ese aeropuerto.
“Ya descansé después de siete años y medio, ahora a trabajar”, agregó Jara en unas breves declaraciones, antes de reconocer que sufre “dos problemas de salud”.
Con un sombrero azul y una mochila de las que usan los guerrillero de las FARC, Jara paseó por la pista de aterrizaje y se dirigió a los amigos y representantes de Colombianos por la Paz, organización liderada por la senadora Piedad Córdoba, quienes lo recibieron con ramos de margaritas blancas.
Córdoba formó parte de la misión humanitaria que recogió a Jara en un punto del selvático departamento del Guaviare, en el sur de Colombia, desde donde fue trasladado a Villavicencio.
“Papá, papá” gritó, entre sollozos, su hijo Alan Felipe, de 14 años, quien sólo tenía siete cuando su padre fue secuestrado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Su esposa Claudia, quien salió corriendo por la pista en el momento en que tomó tierra el aparato, tampoco pudo reprimir las lágrimas.