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“La renuncia de Benedicto XVI demuestra cómo la Iglesia está al servicio de los hombres”

Entrevista al obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza.

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  • El obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza, con el papa Benedicto XVI. -

Además de con sorpresa, ¿Cómo ha recibido el anuncio del Santo Padre?

En un primer momento lo recibí con un gran sobresalto, pero en cuanto pude confirmar la veracidad de la noticia caí en la cuenta de que no, por ser inesperado, es inaudito. Cuando el Papa Juan Pablo II cayó enfermo, el propio Cardenal Ratzinger, además de valorar el sufrimiento y la enfermedad de su predecesor, manifestó que no era descartable que si un Papa lo considerase necesario, cuando le faltaran las fuerzas, pudiera dimitir. Por este motivo, digo que no es algo inaudito. Es algo que puede explicarse y sobre todo conociendo a Benedicto XVI, como persona lúcida, seria y serena que es, que toma una decisión pensando en el bien de la Iglesia

Yo he recibido el anuncio con mucho dolor, pero no sólo porque deje su puesto, sino por ver cómo un Padre envejece. Yo perdí hace muy poco tiempo a mi madre y comprendo perfectamente cuando las personas se van haciendo mayores y les van faltando las fuerzas. Tengo que decir que, al mismo tiempo, he recibido la noticia con mucha paz y encomendándole a Dios, con la certeza de que está haciendo lo que Dios le pide.

Usted conoce bien a Benedicto XVI, ¿Cómo es Su Santidad en las distancias cortas?

Las veces que yo he tratado con él, que han sido breves, sobre todo antes de ser Papa, es un hombre enormemente manso y humilde. Al pensar en él me vienen a la cabeza las palabras del Evangelio cuando Jesús dice: “Vendid a mí que soy manso y humilde de corazón, yo os aliviaré". Benedicto XVI se caracteriza por su mansedumbre; por su acogida cariñosa, entre humilde y un poco tímida; una persona cercana, que se entera de todo lo que ocurre y que pone atención a todo lo que se le dice, sea en el idioma que sea. Pienso que cualquiera que haya tratado con Su Santidad ha podido comprobar su grandeza de alma.

Muestra de esa humildad, todo el mundo recuerda como Benedicto XVI cruzaba la plaza de San Pedro, cartera en mano, para ir cada día a su oficina, saludando a la gente que le paraba por el camino, sin ningún tipo de protocolo.

¿Cómo cree que será recordado el Pontificado de Benedicto XVI?

Como un gran pastor de un Pontificado corto, comparado con otros, pero que no ha sido excesivamente corto. Ha sido un Papa sabio, enormemente humano, lúcido y valiente, que ha hecho frente, con mucha mansedumbre, al relativismo imperante, tan arrasador. Un Papa que, a pesar de su edad, ha sido en muchas cosa innovador.

Una de las grandes propuestas del Pontificado de Benedicto XVI ha sido el Año de la Fe, que celebramos en estos momentos. Suponemos que esta celebración no se verá alterada…

Nada viene mejor al Año de la Fe que el testimonio de fe de este hombre. Una fe encarnada en su vida sacerdotal, en su vida de obispo, como Cardenal y como Papa. Una fe que llega hasta los momentos más íntimos de su vida. Este gran ejemplo servirá para terminar de vivir el Año de la Fe, poniendo la razón y el corazón.En relación al calendario del Año de la Fe, imagino que se respetará lo acordado.

¿Qué le diría al pueblo de Cádiz y Ceuta, que han quedado sorprendidos, a la vez que apenados, por la marcha del Santo Padre?

Que caigan en la cuenta de la grandeza de este momento, sin dejarse llevar por la sorpresa de las noticias y mucho menos por los alarmismos, que es muy probable, que comiencen a darse. Nosotros tenemos que tener una mirada de fe y caer en la cuenta de la grandeza que supone el ser cristiano, con un gran sentido de la historia. Estas decisiones, de tanta relevancia, pero hechas con tanta libertad y tanta sencillez, nos hablan  de que estamos en manos de Dios, que no hay nada que temer, que la historia está en manos de Cristo, que es el fin de la historia y el Redentor del hombre. Aunque vivamos momentos dolorosos, no nos debe alterar el ánimo, ni nuestra fe, porque nosotros sí que sabemos muy bien cuál es nuestro final y que la vida está en manos de Dios.

Hoy, que en la sociedad se le da tanta importancia al poder, la Iglesia demuestra, con la renuncia de Benedicto XVI, que este no es el motivo por el que se sirve a los demás. En la Iglesia los puestos de autoridad y de gobierno se tienen como un verdadero servicio.

Quiero decir a todos los diocesanos que estamos aquí para servir a Dios y a todos los hombres con una gran misericordia. Pido que sirvamos, también, a Dios y a los hombres con una gran imaginación, poniendo toda nuestra inteligencia y nuestro afecto en este servicio. A la vez invito a la misión, que cumplamos nuestra misión compartiendo la caridad con los más necesitados, y por supuesto, a orar por todos, por la Iglesia, por Benedicto XVI, por el nuevo Papa que vendrá y por la diócesis.

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