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Jerez

Casa Márquez, un histórico, que dice adiós

La venta del edificio obliga al cierre del establecimiento

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Fue el año 1940 cuando los hermanos José y Luis Márquez inauguraron en la calle Consistorio, frente por frente al Ayuntamiento, un negocio que, a lo largo de las décadas, se ha convertido en una referente en la ciudad como es Casa Márquez. Setenta y tres años más tarde, después de que el negocio pasase a manos de Antonio Márquez y, tras la jubilación de éste, es la mujer de Antonio, Loli Pavón, quien se hizo con la gestión de un negocio que setenta y tres años después va a cerrar el próximo día 31 definitivamente sus puertas.

“No se cierra por la crisis, sino porque unos señores han comprado el edificio y quieren montar aquí un negocio. No obstante no es menos cierto que las manifestaciones que se han producido en esta zona han influido y, sobre todo, que el centro de Jerez se encuentra totalmente despoblado y eso se nota en la presencia de personas en los establecimientos”, señalaba Loli Pavón quien recuerda tiempos mejores, aunque “en estos momentos nos estábamos manteniendo, pero ya las cosas no son como antes. En el centro solo viven personas mayores y emigrantes y no gente joven que es la que al final se gasta el dinero. El centro está despoblado, dejado de la mano de Dios y los negocios están muertos. En otra época no había grandes superficies, la gente vivía en el centro y esto era como un pequeño corte inglés”.

Las ventas eran “con artículos de regalos, las madres venían con las hijas a comprar vajillas, cristalería, pero ahora todo eso no le va a la gente joven. Ha habido un cambio social importante y se deja sentir. Las listas de bodas ya no existen. Son muchos cambios, pero nosotros íbamos manteniendo el tipo dentro de las posibilidades que ahora mismo tienen los negocios del centro”.
Y es que recuerda Loli que “aquí en Jerez se ha vivido mucho de la llegada de la gente de los pueblos de alrededor, que venían a hacer las compras, pero también se ha perdido. Ahora siguen viniendo pero se van a las grandes superficies y en el centro no dejan un solo euro, la presencia de la gente de fuera no se deja sentir”.

Muchos catavinos se han vendido en Casa Márquez, muy buenos clientes “a los que tenemos que agradecer sinceramente que hayan estado siempre con nosotros. Sin ellos no hubiésemos sido nada. Mi marido me hablaba de montar otro negocio pero yo le dije que para qué. Las tardes se han perdido. Son horas muertas. Aquí al centro le tienen que dar otra movida. No sé. Lo que no puede ser es que las calles estén caídas, vacías. Hay que dar oportunidades y facilidades para que se puedan reconstruir. Ponen muchas pegas. Hay que poner piscinas en el centro o algo para que la gente venga”.

En el comento del cierre “me jubilo, pero obligada por las circunstancias. Mi hija tiene un negocio en Lancería 4 que es distinto, pero allí irán a parar muchas cosas. Me figuro que iré a echarle una mano, porque el trabajo de la casa es muy ingrato. Me da una pena tremenda dejar esto, pero no nos queda otra alternativa. Ha sido un negocio familiar que, en tiempos de mis suegros, llegó a tener hasta a tres o cuatro personas trabajando, el de los marcos, el de los recados, la limpiadora. Mi suegro vivía como un señor, luego ya fue distinto. El negocio hay que trabajarlo, hay que estar encima de él, le tiene a uno que gustar y la realidad es que yo he estado muy a gusto con él. Lo vamos a echar mucho de menos, pero es ley de vida”.

El centro de Jerez se queda un poco más solo. El Consistorio pierde a uno de los negocios que ha sido un poco como su estandarte desde los años 40. Setenta y tres años después se va.

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