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Jerez

Bilingües en la barra del bar al precio de una caña

La moda de los establecimientos con intercambios lingüisticos en Jerez. Camachuelo Sherrry Bar ha sido el último en sumarse. Durante una hora y cada jueves extranjeros y jerezanos conversan en inglés sobre su rutina

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Irse al extranjero una temporada para practicar inglés y familiarizarse con un idioma que tiene que formar parte de tu vida para poder comunicarte o defenderte en una entrevista para ese trabajo que necesitas o, simplemente, para interrelacionarte con los demás, tanto fuera como dentro de España, no está al alcance de todos. Ya sea por motivos económicos, laborales o familiares, tanto aquí en Jerez como en otras ciudades la relación con el inglés suele quedarse relegada a aulas y academias, sin lugar a dudas se trata de la parte más aburrida de este aprendizaje.


Sin embargo, de un tiempo a esta parte cada vez hay más experiencias que ayudan a practicar inglés de una forma más dinámica y divertida que ayudan a perder el respeto al idioma extranjero y también a conocer a gente nueva. No hay nada mejor que una cafetería o un bar como telón de fondo para relajarse con café o cerveza en mano -ayuda más lo segundo- y librarse de la vergüenza que casi siempre al principio es el principal adversario a la hora de intentar mantener una conversación en otra lengua, en este caso en inglés. 


Son los denominados intercambios lingüísticos, una iniciativa que cada vez va a más y que en Jerez en los últimos tiempos se ha extendido a más bares, en algunos de ellos incluso con fines solidarios.  Esta novedosa forma de aprender idiomas se nutre sobre todo de la interrelación entre nativos de diferentes lenguas y, además de económica, permite que los participantes se libren de los complejos y acuñen expresiones coloquiales que de otro modo sería imposible incluir en su diccionario particular.

aprender inglés sin dormirse
En Jerez, Damajuana Café-Bar, en calle Francos, fue el primero en poner en marcha esta experiencia y actualmente todos los martes de 20.00 a 20.30 horas hay quedadas para practicar inglés y francés. En La Librería, en la calle Zaragoza, los denominados  miércoles de intercambio de idiomas “para no dormirse estudiando en casa” son a las 21.30 horas, mientras que el jueves  en Los Dos Deditos, en la Plaza Vargas, la cita es de 18.30 a las 20.00 horas, dependiendo de la prisa de los participantes en unas sesiones que coordina Mr John.


Pero la oferta no acaba aquí. Para seguir conversando en inglés, la siguiente “parada” propuesta y que acaba de incorporarse desde las 20.00 a las 21.00 horas desde hace poco más de un mes  ha sido Camachuelo Sherry Bar, en la Plaza del Progreso (frente al centro comercial Los Cisnes). Tanya Mogensen, danesa, que lleva instalada año y medio en Jerez y trabaja en una academia de idiomas, empezó a dar clases a un alumno allí, y un día le propuso a los dueños hacer estas reuniones. Alberto e Israel Gutiérrez Cala, los dos hermanos que están al frente del negocio, entendieron que era una buena oportunidad para darse a conocer y están encantados. 


La dinámica es sencilla. Por parejas o grupos, extranjeros y españoles empiezan a hablar. La idea, como explica Tania, es básicamente “que se comuniquen”. Ella los va observando y, tras preguntar antes si les molesta que le corrija, les explica las expresiones o los detalles de la pronunciación que tienen que trabajar.


El tema sobre el que hablan es libre, por lo que por norma suele ser de interés para ambos y cotidiano. ¿Que no hay feeling entre los dos?”Pueden cambiar de pareja”, explica Tanya. Además, el estar en un ambiente relajado e informal también ayuda a que las conversaciones sean más fluidas.  Eso sí, hay un consejo que es fundamental para no estresarse: nada de obsesionarse ni pretender hablar como un nativo.

Primera regla: perder la vergüenza

Amparo trabaja como dependienta en una tienda del centro donde suelen acudir turistas extranjeros y  va a clases de a una academia. Tanya es su profesora y semanalmente también acude a estos intercambios, los cuales asegura que le están ayudando “muchísimo”. “Quería aprender inglés por dos cuestiones porque por mi trabajo es necesario y por una cuestión personal; aquí te lo pasas bien porque pierdes la vergüenza a hablar y además conoces gente”, explica.


En el extremo opuesto está Jenny, una ciudadana danesa,  amiga de Tanya, que también se ha instalado en Jerez. Apenas lleva cinco meses y su español va mejorando. Tiene claro que cuando un día en internet buscó Andalucía, ninguna ciudad como Jerez podía ser mejor para pasar su jubilación.

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