El tiempo en: Huelva

San Fernando

¿La Isla, ciudad flamenca?

Sin discursos, desde un balcón, con cante comenzó un nuevo intento por sacar lo que La Isla lleva dentro. O no.

Publicidad Ai Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
Cargando el reproductor....

Fue un acto de inauguración sencillo. Con autoridades y todo, pero sin discursos. Carlos Rey fue el encargado de presentar esa propuesta llamada La Isla, Ciudad Flamenca que se prolongará hasta finales de agosto y que comenzaba pasadas las diez de la noche de este martes desde un balcón.

Antes había tenido lugar la inauguración, que también es un decir, de la exposición de fotografía de Juan Silva. Unas doscientas fotografías en un espacio tan reducido como el interior del Güichi Loro Rojo, en la calle Las Cortes. ¿Cómo caben? Pues poniéndolas por las paredes y en el techo, colgadas.

Y luego, cuando ya la gente estaba preparada para ese pistoletazo de salida, el toque de Víctor Rosa, desde el interior de la vivienda, acompañó a Joaquín de Sola cantando por alegrías; a Paquito de La Isla, por bulerías y recordando como siempre a Camarón y a Antonio Aparicio, Niño del Parque, por seguiriyas.

Había dicho Carlos Rey que con esos tres cantaores, con un cante cada uno, se iba a producir un choque generacional. No hubo tal cosa. Cuando Niño del Parque comenzó sólo a entonar por seguiriyas se vio que no había choque posible. Y eso que Paquito y Antonio ya sienten el paso del tiempo. Como cualquiera.

Las actuaciones seguirán este miércoles con el cante desde el balcón de la Venta de Vargas, desde ese balcón que una vez atravesó la voz de Caracol cantando-llorando la muerte de la madre de su amigo Juan Vargas, en la madrugada de aquella Isla de postguerra.

Ahora es distinto. Los propietarios de la Venta son de los pocos que apuestan por el flamenco, junto a La Fragua, Flamencos de La Isla… y algunos otros establecimientos y peñas que intentan sacar agua de un pozo seco por el olvido, pero que a poco que se escarbe saldrá todo el agua que encierra en su interior.

¿Mucha? ¿Poca? Eso se sabrá después. Primero hay que sudar en esa aventura en la que están metidos los aficionados. No todos. Esos que se están batiendo el cobre desde hace unos años porque todo sea distinto a como es. Y ustedes me entenderán. Si quieren.

¿La Isla, ciudad flamenca? Ya veremos. Ojalá.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN