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Arcos

“Siempre me sentí atraído por las artes relacionadas con la encuadernación”

Durante una buena temporada tuvo en este periódico una sección donde aireaba noticias jugosas del Arcos del siglo XIX, cuando era todo un acontecimiento que un ilustre vecino nuestro volviese felizmente a Arcos de su viaje a Jerez de la Frontera, donde le habían llevado importantes negocios o precis

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  • Jesús Ruiz de las Cuevas. -

También dirigió la Fundación “Víctor Marín”, donde trabajó en la recopilación y catalogación de todo el arsenal fotográfico de don Víctor. Allí es donde le recordamos, con su paciencia de relojero catalogando fotos, ordenando momentos que el viento se llevó y que permanecen gracias a la cámara mágica de don Víctor Marín.


Toda su actividad la suspendió la enfermedad una mañana y ahora Jesús Ruiz de las Cuevas es un hombre apacible que vive entre Sanlúcar, Arcos y Bornos y que nos manda a sus amigos wassapp de su nieto recién nacido y nos explica lo difícil que es coger en brazos a un niño chico.
Hace unos días ha estado en la Delegación de Cultura a saludar a sus amigos, y como me cuenta entre ellos me llamó para tomar todos juntos un café. Allí estuvimos recordando batallitas y riéndonos de todo, porque resulta que cuando la salud te da un susto te da por reírte de todo. De todo lo que no tiene importancia, claro, que es casi todo.

¿De dónde te viene a ti la afición a la fotografía, Jesús?
—Me aficioné viendo a mi abuelo José María de las Cuevas y Olivares. De pequeño lo recuerdo siempre entre sus fotos. En la casa familiar hay muchísimos clichés de mi abuelo. Era un artista integral. Tocaba el acordeón, le gustaba la música y la literatura. En la casa anda también un libro inédito suyo. Yo creo que me hice fotógrafo gracias a él, a la pasión que yo le veía tratando de conseguir instantáneas.


Imagino que ser sobrino de los escritores José y Jesús de las Cuevas habrá incidido en tu inquietud artística.
—Claro que sí. Desde que murieron mis tíos me falta algo muy importante. Mi tío José era un hombre muy ocurrente, y para mí era el espejo donde yo me miraba. Yo quería ser como él. Recuerdo que cuando enfermó y quedó imposibilitado, mi tío Jesús subía todas las tardes a verlo, para estar con él. Los recuerdo hablando y riéndose mucho. Yo creo que mi tío Jesús trataba de estimular las ocurrencias de su hermano para que se sintiera mejor.


Por cierto, sobrino de grandes novelistas y novelista también. ¿Cómo va la novela que andabas escribiendo?
—Bueno. Ya sabes que la enfermedad me tuvo un tiempo imposibilitado. Ahora me falta sólo un capítulo para terminarla. Aún tengo dificultades para escribir, porque aunque tengo las ideas y las palabras en la cabeza, me cuenta expresarlas por escrito u oralmente. Pero voy a terminarla muy pronto. Se trata de una novela histórica, con personajes ficticios y ambientada en la Sanlúcar del siglo XV. Está escrita en primera persona, lo que a mi modo de ver acarrea una dificultad más a la escritura.


Nosotros, los que hemos trabajado contigo en Cultural recordamos tu paso por la fundación con mucho cariño. ¿Cómo lo recuerdas tú?
—Con cariño también. Recuerdo a mis amigos, que sois vosotros, y por otra parte ha sido un gran honor trabajar en el legado de ese gran fotógrafo y gran persona que fue don Víctor Marín. El trato con sus herederos ha sido siempre exquisito y como digo, es un gran honor.


A Jesús lo conocimos de encuadernador, en un establecimiento en la Peña Picada. 
—Sí. Allí tuve un negocio de encuadernación, pero lo cerré. Siempre me han atraído todas estas artes que tienen que ver con la encuadernación, con la impresión, con la grabación. He hecho también cerámica, y también me he atrevido con la pintura.


Los que hemos tenido el honor de entrar en tu casa sabemos que tienes una buena biblioteca.
—Ya sabes que soy un gran lector. Y sí, tengo libros muy queridos. Ah. Se me olvidaba. También he hecho colecciones de soldados de plomo. Era una afición que aquí se conocía poco por entonces, y recuerdo que tenía que ir a Sevilla a buscarlos. Y otra cosa. Soy lector y también he sido impresor. Con veinte años, mi primo Joaquín de las Cuevas y yo nos hicimos cargo der la revista “La Cosecha”, que trataba de temas agrícolas. La revista la llevaba mi tío José, pero cuando enfermó nos hicimos cargo de la publicación mi primo y yo.

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