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Viernes 05/07/2024  

El Puerto

Cuando los cambios son a peor

relevos sin suerte, ni Candón (PP), ni Coronado (PA), ni Fernández (IU) han podido evitar el descenso de votos de las formaciones que han liderado. Excepción, salvo el socialista David de la Encina, todos han ofrecido peores guarismos que sus predecesores.

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No tocar lo que funciona. El símil futbolero pudiera adaptarse perfectamente a la actualidad política portuense de los últimos años. Por contra, los cambios buscan mejorar, cambiar la dinámica, ofrecer otras intenciones y encontrar un camino o renovar lo existente, pero claro está, en la intención, siempre, de mejorar, aunque para ello resulte cambiar las caras más o menos notorias y las que ha venido acompañando a la formación.

A tenor de los datos ofrecidos después de las elecciones, con la frialdad de los números y el sosiego que ofrece la óptica, es meridianamente claro. Los cambios en todas las formaciones políticas, a excepción de la socialistas, ha resultado no cumplir con las expectativas creadas. El descenso ha sido la nota predominante.

La irrupción de nuevas formaciones (Levantemos obtuvo 5.277 y Queremos 960), la alta abstención (un 2% más que en 20111) y el cambio de tendencia han resultado argumentar el cambio radical esgrimido tras el 24-M, que va a ofrecer una diversidad consistorial. 

La dimisión de Enrique Moresco con el relevo a Alfonso Candón tras correr turno la rebelde (rompió la disciplina de partido votando en contra el pasado miércoles), Leocadia Benavente, marcó las piezas a mover, ante un año vista de unas elecciones municipales.

Romper la tónica, enfriar el caldeado ambiente que se respiraba en el Pleno y permutar maneras, pareció justificar la dimisión. El legado dejado fue de once concejales. Candón, en un año no ha conseguido detener la hemorragia en forma de votos que produjo el cambio por el anterior primer edil.

Dos años después de la dimisión de Moresco, Candón no ha podido reducir la bajada considerable y amortiguar lo que se esperaba, y así, de los once concejales con los que afrontaban las elecciones en 2015, acabaron con dos menos y con los peores resultados posibles al no depender de ellos para poder sentarse a negociar hipotéticos acuerdos que le sigan dando por tercera legislatura el gobierno de la ciudad.

De los 13.440 votos conseguidos en 2011 se ha pasado a los 10.882 en 2015. 2.558 apoyos menos que han resultado ser cruciales. Cuando nada hay que decir, cuando nada hay que ofrecer, la opción del silencio, tan respetable como elocuente, aguarda un mejor momento para las apariencias.

Paradójicamente, las dos fuerzas que han gobernado de la mano en los últimos ocho años aún no han valorado de manera pública y abierta las intenciones y las valoraciones oportunas ante los encuentros que se vienen realizando.

Desgaste del Gobierno

El desgaste sufrido por el equipo de Gobierno es evidente, como así los cinco concejales perdidos (dos PP y tres PA). Si el cambio de líder en los populares no ha resultado, en los andalucistas no le va a la zaga.

El revés ha sido considerable. De ser la segunda fuerza política han pasado a ser la última, y de cuatro concejales (se quedaron a escasos de conseguir un quinto) han pasado a uno.

Es decir, se han dejado por el camino 3.858 de los 6.104 votos que sumaron en 2011, dejando 2.246 apoyos menos. El cambio de Antonio Jesús Ruiz por Carlos Coronado, igualmente, tampoco ha funcionado.

Nadie repite
En las pasadas elecciones ya se ofrecieron más detalles que han podido pasar desapercibido ante tantos programas y tantas ofertas. De las ocho formaciones presentadas a los comicios portuenses, ninguno lo hizo como alcaldable en las elecciones 2011.

Al menos con las mismas siglas. Silvia Gómez lo hizo bajo la denominación de Independientes Portuenses, cuatro años después se presentó por Ciudadanos.

Precisamente, la ola Riveriana no halló la respuesta ciudadana y si la alcaldable Gómez encontró acomodo a dos compañeros más como representación, con las irrumpientes siglas de C’s, bajó en número de votos. Si valiera la comparativa entre ambas formaciones, en 2011 con un 11,44% de los votos finales y con 4.051 votos, otorgó los tres ediles nombrados.

Cuatro años después, con el aura renovadora, integradora, impulsador de reformas y más centralizado, ha conseguido el apoyo de 3.304, es decir, 747 votos menos respecto a las anteriores elecciones municipales. Lejos de los 4.997 sumados en 2007 que ofrecieron cuatro concejales, dos menos -la mitad- de los actuales.

Ni Antonio Fernández de Izquierda Unida, que a pesar haber liderado una oposición constructiva e incluso consiguiendo sacar para delante varias de las propuestas presentadas, ha podido evitar los algo más de mil votos que su partido ha perdido respecto a 2011.  Ya avanzó, en una intención de no preocuparse más de lo que debiera, que éstos serían “recuperables” en el tiempo.

Ni que decir tiene que ésta reducción considerable no ha terminado por afectar en su representatividad y continuará con los tres concejales, repitiendo número en el Consistorio. 

La excepción que lo confirma

La excepción que confirma la regla es David de la Encina con el PSOE, que ha pasado de los 4.886 votos de 2011 a 7.082 de 2015. Un aumento de 2.196 y dos concejales más.

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