si existe una palabra identificable en la lengua española, esa podría ser ´material´. Tantos pueden ser los tipos de materiales y tan heterogéneos, que su naturaleza, uso y composición atañen a muchas disciplinas.
Así, un material, como elemento, puede transformarse y agruparse en un conjunto, pudiendo tener naturaleza real, virtual o abstracta, dependiendo del contexto al que se refiera.
En economía, material se refiere a un recurso utilizado en la alimentación de un proceso productivo. En ciencia, un material es cualquier conglomerado de materia o masa. En ingeniería, un material es una sustancia con alguna propiedad útil, sea mecánica, eléctrica, óptica, térmica o magnética….Y así podríamos seguir enumerando múltiples acepciones de la palabra, tanto de forma matérica o abstracta.
Igualmente ya quedó perfectamente definido el concepto de materialismo como aquella corriente filosófica en oposición con el idealismo, que resuelve las cuestiones fundamentales dándole preeminencia al mundo material.
Sin embargo para el artista, el material constituye todo aquel elemento que puede transformar para producir su obra, teniendo como objetivo en muchas ocasiones el polo opuesto; es decir, lo espiritual.
Curiosamente en nuestro discurso, hemos citados dos palabras referentes a lo que aquí nos ocupa. Una de ellas - matérica - que hace referencia a una corriente pictórica perteneciente al informalismo europeo de los años cuarenta del siglo anterior incluyendo en el cuadro arena, arpillera, chatarra, harapos, madera, serrín, vidrio o yeso. Y la otra - abstracta - que también se aplica a otra corriente artística, siendo Vasili Kandinsky, quien en 1910 dio paso a la ausencia de figuración manteniendo formas y colores como elemento y eje principal de la creación.
Pudiera parecer que no existe ilación en las idas y venidas de los párrafos anteriores. Al contrario. Lejos de querer confundir al personal, al que tan respetuosamente le debemos su atención, existe una correlación ´sine qua non´ entre conceptos y palabras que, hiladas de forma apropiada, nos llevan a un resultado.
Quien maneja tubos de pintura, aguarrás, pinceles, aceites, grafito, pluma, tinta, papel, lienzo,…podríamos denominarle pintor.
Quien maneja partituras, piano, guitarra, acordeón, flauta, sonidos, melodías, oídos,… podríamos denominarle músico.
Quien maneja materiales didácticos con la intención de facilitar la enseñanza y aprendizaje, ya sean materiales propiamente dichos o aquellos objetos, equipos y aparatos tecnológicos, espacios y lugares de interés cultural, programas o itinerarios medioambientales que, bien de forma simbólica o de forma directa, son referentes de la realidad sujetos a principios didácticos e introducidos en un programa de enseñanza…podríamos denominarle maestro, o profesor.
Y así podríamos seguir enumerando actividades y sus diversos materiales, tangibles en ocasiones e intangibles en otras.
Si bien es verdad que según la naturaleza de los materiales podemos definir una actividad, no podríamos de igual manera y de forma evidente definir la cualidad de esa actividad, asignándole el rango real que requiere su profesionalidad. Para ello se requiere algo más. Y ese más ya no tendría que ver con la materia, con lo material, con los materiales utilizados.
Ese rango atañe a aquella transformación de lo matérico, capaz de convertir la obra en singular, sublime, beneficiosa, magistral. En algo armónicamente evocador, cuando no sinfonía arrebatadora capaz de elevarnos y transportarnos a los ignotos mundos casi olvidados.
Ese matiz, diferencia, breve giro que existe entre utilizar ciertos materiales y ser o poseer la condición de artista o formador de personas (maestro) no suele ser sujeto de análisis. Antes bien, somos inconscientemente proclives y a veces relajadamente superficiales al confundir materia con espíritu, sin llegar a percibir que el material y la esencia, en muchas ocasiones, no suelen ir de la mano.
En estos días que corren, pareciera ya todo posible. Así nos encontramos con banqueros, dictadores, expresidentes de gobiernos, coplistas…y hasta el perro de la abuela, que utilizan pinceles, lienzos, aguarrás, colores y hasta caballete. Materiales bien específicos.
No cabe duda; nos interesa mucho más aquella imagen que dejara en su día un no bien reconocido cantautor Patxi Andión, quien supo definir el material con el que se manejaba en amorosa profesión aquel Maestro: “Con el alma en una nube y el cuerpo como un lamento viene el problema del pueblo, viene el maestro. Dicen que lee con los niños lo que escribió un tal Machado, que anduvo por estos pagos antes de ser exilado. Les habla de lo innombrable y de otras cosas peores, les lee libros de versos y no les pone orejones. Al explicar cualquier guerra siempre se muestra remiso por explicar claramente quién venció y fue vencido…”.
No escribiremos al ‘menistrerio’, pero si diremos que, al igual que el sayo, los materiales no harán nunca al monje. La actitud, el alma…sí.
Arcos
Los materiales
“Para el artista, el material constituye todo aquel elemento que puede transformar para producir su obra, teniendo como objetivo en muchas ocasiones el polo opuesto; es decir, lo espiritual”
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