A la hora de pensar en el ciudadano, se erigen todo tipo de leyes, reglamentaciones, pautas y jurados que, presuntamente, tienen como objetivo ´regular´ las diferentes parcelas de la convivencia y funciones en aras de la justicia social. De ello, necesariamente se desprende la evaluación, cuantificación, cualificación y determinación de las circunstancias y titulaciones que cada parcela requiere – llamémoslo como queramos – para determinar qué o quién reúne la condición necesaria que constituya Ley y Derecho.
El órgano de poder que maneja ese ´derecho´ proviene de una institución cuyas pautas de objetividad, equidad y amplitud de miras, se le supone. De la misma manera que se le supone inocente al ´imputado´ mientras no se demuestre su culpabilidad.
Esta suposición resulta, en la mayoría de los casos, un acto de fe – ciega en ocasiones – que sin embargo podría no estar sujeta a un análisis pormenorizado de la intencionalidad, subterfugios, escarceos, o malversada voluntad de beneficiar a un sector o persona/s, en detrimento de otros y atendiendo a valores partidistas, intereses personales o simplemente cabreos ideológicos.
Estamos tan acostumbrados en ésta, zarandeada democracia, a las estrategias de partido, partidos estrategas y estrategas de partido, que sólo faltaría ponerles un balón y dejar que los resultados se dirimieran en noventa minutos, prevaleciendo el ganador, según una fortuita y nunca orientada valoración de la verdadera finalidad del encuentro.
En el terreno de juego, cada parte del campo y ubicación en el mismo tiene una función muy determinada. Cada titular, ya sea delantero, defensa o portero, desarrolla una táctica de juego cuya finalidad es clara: ganar.
Seguramente la selección de jugadores, tiene que ver con aquellos que mejor se manejen de centro izquierda, delantero derecho o repartiendo juego en mitad del campo. Todos ellos han sido seleccionados con el mismo objetivo: ganar.
Sin embargo, en la selección de personal de una lista electoral, un ayuntamiento, una administración u organismo, cuyo sueldo lo pagamos todos los ciudadanos, no siempre existe el grado de selección apropiada a aquellos intereses públicos que son la finalidad del partido que hay que jugar.
Se ha venido haciendo la baremación de los aspirantes a los diferentes puestos de trabajo que tendrán o que ya están cubriendo plazas en los diferentes servicios ciudadanos que desde esta Agrupación que gobierna se estiman como idóneos dentro de las idóneas – según ellos – necesidades que la sociedad tiene.
Para ello, se han requerido valoraciones de aptitudes tituladas y requisitos que, para quienes han superado las mismas en su puntuación necesaria, no nos quedaría sino ofrecerles nuestra más sincera felicitación en el que ha sido un largo y sinuoso sendero de pretendida ´transparencia´ institucional.
Sin embargo, independientemente de que la ´selección´ se encuentre en su fase final y el propósito pudiera alcanzar ciertos objetivos, esa transparencia cacareada desde la institución y publicada en la web oficial de la misma, no resulta tal.
¿Quién es usted?, ya se ha preguntado y sobre manera, a los aspirantes y seleccionados que han optado por presentarse a las bolsas de trabajo de la administración. Al punto que solo faltaría radiografiarles la mandíbula para poder percibir si mastican del lado derecho o del izquierdo. Dato éste que probablemente tendría también el titulado científico en no se sabe qué especialidad, el cual, podría descifrar en ello cualquier ideología o tendencia de pensamiento.
Sin embargo, lo que nos interesa también, en esa transparencia que solo habla de economía – salario bruto, declaración de bienes, etc…- , es…¿Quién es usted?
¡Realmente quién es usted!... “Permítanme que les llame caballeros, pero aún no les conozco bien”, diría el ingenioso y transgresor Groucho Marx.
Quisiéramos respetar su clave de humor, pero nos tememos que el ingenio se queda corto y nos desvía hacia una realidad cuyos vértices, por su afilada arista, no suscita risa.
Seleccionadores y seleccionados. De los segundos todo es público. De los primeros, faltarían muchas respuestas por completar y quizá su puntuación, la puntuación que diera el sentido común y los propios ciudadanos, independientemente de ser o no residentes en Arcos de la Frontera, no alcanzara la ´titulación´ que pudiera dar nota en aptitud y actitud al cargo, conocimientos y responsabilidades que ostentan.
Ciertamente el baremo que desde este punto de vista podría aplicarse, tendría mucho que ver con aquella aptitud y actitud personal y social cuestionable de reseñar en esa página de pretendida transparencia, en la que no se nos habla de experiencia, titulación, conocimientos en el área, voluntad y compromiso con el ciudadano antes que con el propio equipo.
Por eso, seguimos preguntado: ¿Quién es usted?
Arcos
¿Y usted?, ¿quién es?
"El órgano de poder que maneja ese ´derecho´ proviene de una institución cuyas pautas de objetividad, equidad y amplitud de miras, se le supone. De la misma manera que se le supone inocente al ´imputado´ mientras no se demuestre su culpabilidad"
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