Si la salvación para el Betis para por algún sitio (calendario en mano), es precisamente por el Benito Villamarín. Un recinto en el que, desde luego, si para la permanencia dependiese, la situación actual del cuadro bético en la tabla clasificatoria, en ningún caso sería la de hoy en día, sino mucho más complicada.
Y es que el balance de victorias del equipo de las trece barras a lo largo del año jugando como local, arroja unos paupérrimos números en cuanto a las victorias se refiere, siendo anfitrión; saliendo perdiendo en todas y cada una de las comparaciones con cualquiera de los restantes conjuntos, que disputan la Primera División española.
Pues tres son únicamente los encuentros en el estadio de Heliópolis cuyos tres puntos, se han terminado quedando a favor de los intereses béticos; tras una larga racha sin sumar un triunfo que, desde septiembre ante la Real Sociedad, hasta los obtenidos frente al Valencia y posteriormente contra el Granada, sumieron al Betis en una especie de maldición casera de difícil comprensión para el beticismo, que reclamaba mejores guarismos.
Únicamente la buena puesta en escena a domicilio, sobre todo en la primera vuelta del campeonato liguero, contrarrestó en forma de puntos, el ínfimo bagaje verdiblanco logrado en el Villamarín, que sin duda, ha sido un gran lastre durante un importante espacio de tiempo.
Levante, Las Palmas, Barcelona y Getafe por este orden, serán los adversarios del Betis, en los próximos ocho encuentros de una Liga que no pasará a los anales de la entidad heliopolitana, en la que la afición bética espera, se torne en un punto de inflexión, pero en la élite.
