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San Fernando

La voz de Camarón 'resucita' en La Isla con un quejío que nunca cantó

El profesor de armonía y composición Francisco Camas presenta una melodía inédita con la voz de Camarón de la Isla.

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La clave está en encontrar registros de voz de un cantaor determinado -en la conferencia de Francisco Camas se hablaba de José Monje Cruz, Camarón de la Isla por ser de la ciudad- que no estén contaminados por otros sonidos como guitarras, palmas, orquestación… Esto es, la voz pura de un cantaor o de un cantante que en el caso de flamenco puede ser en la interpretación de cantes de fragua o bien cantes sin compás, como malagueñas, fandangos, granadas… en las que la voz del intérprete suena limpia durante buena parte del cante con sólo la respuesta armónica de la guitarra al final del verso.

¿Qué es lo que estaba proponiendo Francisco Camas en su intervención, en la última parte de su conferencia sobre el flamenco, la transcripción de una música tan complicada y los proyectos que había llevado a cabo hasta ahora?

Pues ni más ni menos que resucitar dos cosas.Una, un estudio que había comenzado hace años y que tenía aparcado porque otras complicaciones reclamaban su atención. Y dos, como consecuencia de ese estudio, profundizar en un acontecimiento “que creo que no se ha hecho nunca” y que es, ni más ni menos, que resucitar la voz de un artista y hacerlo cantar después de muerto, si es el caso, o bien cantar sin estar físicamente presente, en el caso de que se trate de un artista vivo.

Francisco Camas no fue a esa conferencia con una teoría debajo del brazo para explicarla y que se la creyeran los crédulos. Llegó con dos grabaciones realizadas sobre una grabación de Camarón en 1973. El público asistente escuchó la grabación original, el martinete En el reloj de la iglesia y lo escuchó entero. Luego escuchó unos segundos de las otras dos grabaciones cuya datación estaba entre signos de interrogación.

Cuando Camas descubrió las fechas de esas dos pequeñas grabaciones, no con una imitación de la voz de Camarón realizada informativamente, sino con la misma voz del cantaor, la exclamación fue general. José Monje Cruz había vuelto a cantar en 2016 y absolutamente nadie había dudado que la voz que escuchaban era la del genio de San Fernando. Porque era su voz. Eso sí, el palo que se estaba interpretando chirriaba un poquito para cualquier purista, pero esa no era la cuestión. La cuestión era que Camarón podría volver a cantar.

Francisco Camas es profesor de armonía y composición en el Conservatorio de música Teresa Berganza de Madrid. Eso en su faceta de músico. En su faceta de científico, fue investigador en los campos de la biología de sistemas y la genómica en el Massachusetts Institute of Technology, MIT. Esto es, no se trata de un iluminado que soñó la noche anterior con un proyecto y ahora quiere llevar a la práctica. Ya lo ha llevado a la práctica.

Pero además, Camas, como profesor de música y como científico, se rige por las reglas sagradas de la ética más rigurosa y lo primero que puso sobre la mesa, después de demostrar fehacientemente que era posible resucitar -ni siquiera entrecomillamos la palabra- la voz de Camarón o de cualquier otro, fueron dos cuestiones fundamentales. ¿Es legal hacer que un cantaor vuelva a cantar después de muerto o que se use su voz, estando vivo o muerto, para hacerlo cantar lo que no quiera?

Por que hay que aclarar una cosa. Lo que hace Francisco Camas no es sólo revivir la voz de una persona. No se trata de remasterizar una grabación y reconstruirla, que es algo que se hace habitualmente. Antes bien, puede hacer que cante la canción que quiera quien se ponga a los mandos del proyecto. O por poner un ejemplo muy gráfico, puede hacer que Camarón termine cantando el Porompompero.

La segunda pregunta es aún más complicada de contestar, pero también la puso sobre la mesa. Mientras que la primera se supone que es la familia del cantaor quien tiene todos los derechos sobre su voz y su figura, o en el caso de que se tratara de una persona viva, bastaría el permiso para reproducir la voz en cuestión, la segunda entraña una serie de controversias que forman parte de la ciencia actual en cada uno de los grandes pasos que da la Humanidad en ese campo.

¿Es ético clonar la voz de un cantaor, de un barítono, de una persona cualquiera y hacerle cantar o decir lo que lo mismo esa persona no hubiera querido decir o cantar en el caso de que estuvieran muerta? Si está viva, la cuestión es más fácil.

Es el mismo conflicto que existe con la clonación, que se puede hacer pero no todo el mundo considera que sea ético hacerlo. Y existen distintos criterios sobre hasta dónde se puede llegar con la clonación, si lo que se pretende es clonar a una persona o simplemente hacerlo con un órgano. O la polémica que existe con la utilización de las células madres en muchos aspectos, con  las opiniones a favor o en contra. Sobre todo sobre sus fines, porque la ciencia en sí nunca es mala. Todo depende del uso que se le dé.

Ahí están las dos preguntas. Pero ahora es cuestión de ver que ha hecho o que está haciendo Francisco Camas en este campo desde el punto de vista técnico.

Las pruebas

Camas presentó a los presentes un melisma de la voz de Camarón y lo explicamos. Un melisma es un grupo de notas sucesivas que se cantan sobre una sola sílaba, esto es y en el ejemplo que puso, sobre el quejío de una parte del martinete absolutamente limpia de cualquier otro sonido, que en caso de esa pieza el yunque es el elemento distorsionador.

De esas partes limpias obtiene pequeñas piezas melódicas que luego son ensambladas entre sí para poder interpretar melodías nunca interpretadas por la voz de Camarón.

Obviamente, unas veinte células melódicas sobre el martinete en el que ha trabajado apenas dan para un par de segundos de una nueva composición, por lo que es preciso seguir recolectando células, por decirlo de alguna forma, y en función de la cantidad se permitirá una creación mayor que las dos que enseñó Camas y que apenas son los primeros compases de un trabajo que quiere seguir desarrollando.

Viene luego otro problema, pero ya es cuestión de contar con la mayor cantidad de material disponible. Un melisma es sólo una sílaba y serán necesarios muchos melismas diferentes para poder realizar una composición. Y ahí está el problema en los cantaores flamencos y en las grabaciones antiguas de otro tipo de música.

Salvo en aquellas composiciones grabadas desde finales del siglo pasado para acá, en la que las mesas de mezclas permitían la grabación por pistas, los cantaores, cantantes, tenores… grababan con la orquesta en el estudio o al menos con una parte de la orquesta. 

Esto es, resultaría prácticamente imposible encontrar voz no contaminada sin necesidad de someterlas a un proceso de limpieza que desvirtuara el original.

Los cantaores, por ejemplo, graban a la vez que el guitarrista, aunque es posible que en el caso de algunos de ellos que han grabado con orquesta se puedan conseguir las pistas de voz absolutamente limpias. Pistas que, por otro lado y remitiéndonos a uno de las preguntas que ponía Camas sobre la mesa, tiene doble propietario. La casa discográfica y el cantaor. O su familia.

Ni que decir tiene que no es tan simple como parece. El principio, si, pero la construcción de una melodía sobre la voz de una persona precisa de una ingente cantidad de material que tampoco una persona puede manipular. Los sistemas informáticos son los que están llamados a realizar el trabajo laborioso, pero el quid de la cuestión está en la voz humana. Al menos el de la cuestión que presentó el martes pasado Francisco Camas dentro del contexto de La Isla ciudad flamenca.

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