La nadadora de sincronizada Ona Carbonell (Barcelona, 1990) repasa en el libro "Tres minutos, cuarenta segundos" su carrera deportiva, el esfuerzo empleado para llegar al equipo español y los triunfos acumulados en los dieciséis años de dedicación a este deporte.
No hablo en este libro de medallas o de éxitos, sino de vivencias, de experiencias y de maneras de ver las cosasEl título del libro es el tiempo que dura el tango que nadó con Andrea Fuentes en la final del dúo de los Juegos Olímpicos de Londres de 2012, seguramente su mayor éxito, puesto que consiguió la medalla de plata tras un ejercicio memorable.
"No hablo en este libro de medallas o de éxitos, sino de vivencias, de experiencias y de maneras de ver las cosas y de afrontar esta vida que las nadadoras de sincronizada nos jugamos en un lapso tan corto de tiempo", asegura.
Carbonell cuenta lo que ha aprendido del deporte y cómo después le ha servido para enfrentarse a la vida. Por ejemplo, explica cómo al principio le costó borrar esa imagen "de niña bonita" que dio en uno de los entrenamientos en el CAR de Sant Cugat cuando levantó la mano para pedir permiso para ir al servicio como si estuviera en el colegio.
Descubre en el libro uno de sus principales inconvenientes para la práctica de este deporte es el frío, una sensación que le invade desde siempre. Su cuerpo es hipersensible con lo que sensación de frío es más intensa que la de la mayoría de las personas.
Repasa todas las vivencias en las diferentes competiciones, especialmente la vivida en los Juegos de Londres, la importancia que tiene en su día a día la familia, el espíritu de superación que le llevó a la selección absoluta bajo la lupa de Anna Tarrés, el desencanto por quedarse fuera del equipo en los Juegos de Pekín (2008) y el éxito que le llegó cuatro años más tarde.
Y es que seguramente todo se resume en un pensamiento de Jordi Carbonell, su padre: "Tiene toda la razón. Mi relación de amor con la natación sincronizada tiene mucho de melodrama romántico y tempestuoso. Un día todo es maravilloso y soy la persona más feliz del mundo; al día siguiente todo es un drama y vuelvo a casa entre lágrimas".
Desvela la nadadora que tras conseguir la medalla de plata en el dúo de Londres con Andrea Fuentes y el bronce en la prueba por equipos pensó en la retirada.
"Los tres últimos años que pasé hasta vivir el sueño olímpico de Londres fueron sido durísimos físicamente, pero sobre todo psicológicamente", recuerda.
Sin embargo, su idea cambió en cuanto la Federación España decidió a la vuelta de los Juegos de Londres destituir a Anna Tarrés, una decisión que conoció mientras se encontraba de vacaciones en India con su novio Pablo.
"El cambio producido en la dirección técnica de la selección hace que me lo esté replanteando (..) Nadie me asegura en un principio que tenga que ser mejor, ni que (las nuevas entrenadoras) compartan su manera de ver el deporte y los valores que creo que se habría de tener", se sincera.
Al final, una conversación con Pablo le hizo cambiar de opinión: "Prueba un año. Si resulta que después no puedes más, pues lo dejas. Pero, yo que tú, probaría otra manera de vivir el deporte", le aconsejó su pareja.
Sabía desde el principio que Anna Tarrés y su relación con ella aparecería en el libro. "Fue mi entrenadora desde que era niña. Hablo con sinceridad y naturalidad, explico mi realidad. No me ha costado, Anna ha sido parte de mi vida", insiste.
Carbonell admite en el libro que con la nueva entrenadora, Esther Jaumà, "todo es más lógico y más humano" y que la metodología de entrenamiento tiene "un porqué", así como que existe "más organización y planificación" en los entrenamientos que en la anterior etapa.
Ha empleado entre ocho y nueve meses en escribir un relato en el que ha contado con la ayuda de Santi Anaya. "Es un libro de vivencias, es la historia de una niña que la primera vez que se sumerge en el agua ve que su sueño se ha cumplido", asegura.
Ona cuenta su relación con la familia y cómo cualquier contingencia se trata en lo que denominan 'gabinetes de crisis'. "En la vida de los deportistas hay mucho trabajo, pero también es esencial el entorno: la familia y los amigos. La familia siempre me ha inculcado los valores de la comunicación y la sinceridad", recuerda.
Ahora lejos de pensar en la retirada, con 26 años y 26 medallas en grandes competiciones en toda su carrera, Ona Carbonell asegura que le gusta vivir el momento.
"Mi cuerpo y mi mente tienen mucho que dar y mucho que aprender. Quiero seguir aprendiendo del deporte y de la sincronizada. De las primeras cosas que aprendí es que los buenos se quejan y los mejores se adaptan", ha añadido.