Hombres y mujeres son propensos a ciertos temores e inseguridades propias de su género y de las expectativas creadas por la sociedad actual. Estas preocupaciones van variando con el paso de los años, por la propia experiencia y por motivos fisiológicos. ¿Sabe usted cuáles son las principales preocupaciones de los hombres del siglo XXI?
Los hombres jóvenes de hoy en día se sienten presionados por motivos estéticos y también aspectos relacionados con su vida sexual. El viejo refrán “el hombre y el oso, cuanto más feo más hermoso” no tiene validez en la actualidad. Los medios de comunicación muestran hombres con cuerpos atléticos y fibrosos, con marcados abdominales, que lucen jóvenes con rasgos con unas determinadas características y una abundante cabellera. El tema de la barba o el rasurado es más voluble, aunque el mensaje es siempre el mismo: “así debes verte si deseas triunfar”. Triunfar en el trabajo, en el amor, en las relaciones sociales...
La importancia del aspecto físico
Por ello, la alopecia, antes tema de poca importancia, pasa a ser un factor importante que puede mermar la autoestima del hombre, en general si es menor de 30 o 35 años. Existen tratamientos capilares específicamente para ellos y los microinjertos son cada vez más demandados por el varón de entre 30 y 45 años.
Las dietas y productos para perder peso y aumentar masa muscular, las rutinas de ejercicios y las revistas especializadas en estos temas son cada vez más habituales entre el público masculino medio. Ya no son cosa de narcisos. Los chicos tienen miedo a no gustar, a no ser atractivos para sus potenciales parejas si están fuera de una relación estable o, incluso, tampoco para su pareja o cónyuge. La posibilidad de no sentirse deseado por su pareja se ha vuelto uno de los grandes miedos que interfieren negativamente en las relaciones sexuales y afectivas de los hombres y los trastornos de la conducta alimentaria ya no afectan casi exclusivamente a chicas jóvenes, el hombre joven de hoy en día también puede sufrir anorexia, bulimia o, más frecuente, vigorexia. Todas ellas son enfermedades que cursan con una distorsión de la auto-imagen corporal.
Preocupados por su sexualidad
La otra gran preocupación de los hombres jóvenes sigue siendo su sexualidad, con el tamaño del pene y la duración del coito como los principales motivos de dudas: “¿Soy normal?”. La liberación sexual de la mujer ha aumentado una presión que ya existía antes, aunque de manera somera. El hombre de hoy en día no sólo suele preocuparse por el placer de sus compañeras o compañeros sexuales, sino que teme no estar a la altura. A muchos les aterra la posibilidad de que su compañera sexual pudiera estar fingiendo sus orgasmos. También le asusta ser comparado con otros amantes y resultar no ganador. La posibilidad de sufrir de eyaculación precoz o de un gatillazo puntual acaba afectando a no pocos varones, y es otro de los motivos de consulta a sexólogos recurrentes. Internet, suele ser la primera fuente de consulta ante estas inquietudes. Es en la red donde pueden encontrar webs especializadas en el hombre y sus preocupaciones sexuales, y donde el mayor reto se sitúa entre sabe discernir entre información rigurosa y otras de dudosa credibilidad.
Con la edad, a partir de los 40 años más o menos, los hombres suelen pasar a preocuparse más por la merma en su potencia sexual y la frecuencia “aceptable” de sus encuentros sexuales. Y muchos se siguen preguntando, muchas veces en secreto, qué es lo normal en esos aspectos y qué lo deseable.
Pero la edad conlleva un incremento del riesgo de determinadas enfermedades. En el caso de los varones, la más temida es el cáncer de próstata, un padecimiento frecuente en la tercera edad aunque muchas veces no tenga consecuencias fatales. Menor temor produce el tema de la hiperplasia prostática benigna, aunque por su frecuencia en la población de más de 50 años también es una preocupación recurrente en varones. En ambos casos vuelve a surgir el tema de la sexualidad masculina. ¿Pueden estas enfermedades empeorar o terminar con la vida sexual de quien las padece? Y, a la inversa, ¿puede la frecuencia sexual ser un factor que predisponga al desarrollo de alguna de ellas?
Cada persona es diferente y tiene sus prioridades, aunque estos son los temas que más preocupan al varón promedio del mundo occidental.