Desconectado

Quizás solo aquellos que peinan canas, y aquellos de la misma edad que sufrimos alopecia por “estrés post vital” como yo, recordamos los vendedores de esas enciclopedias que nuestros padres adquirían, pagaban a largos plazos, y que pasaban rápidamente al mueble bar de la casa con el ánimo de ser consultada de vez en cuando. A estos estantes se le incorporaban también esos coleccionables por fascículos que se compraban en el quiosco de prensa, y que luego se encuadernaban pasados meses o incluso años. El pasado sábado vino a mis manos un regalo de parte de mi amigo Pedro Molino, que aparte de abrumarme un poco por el gesto y su significado, me ha hecho mucha ilusión: La obra enciclopédica “Jaén, Pueblos y Ciudades”, un trabajo que se public a finales del siglo pasado y que se distribuyó a lo largo de tres años por fascículos. Sin mediar ni un solo instante, la ubiqué junto a otras que tengo en el salón: Patrimonio de la Humanidad, de National Geographic, Descubra España, Atlas del Cosmos, Cine y Música, etc., y abrí el primer tomo para echarle un vistazo a su contenido. En principio una sensación agradable, un libro manejable, con un tamaño de letra respetuoso para ser leído por cualquier edad (sin necesitar de ese gesto de pulgar-índice para su ampliación que tanto estamos acostumbrados en esta época) y un contenido prometedor. En sus primeras páginas, un saluda del ya desaparecido Esteban Ramírez Martínez donde presenta la obra y señala entre otras citas que “marcará un antes y un después, o “es una obra del siglo que viene”. Es curioso ver como el tiempo nos deja de vez en cuando en tela de juicio. Por ejemplo, los datos económicos aparecen en los cuadros estadísticos en pesetas, la población, 666.766 habitantes, superaba en más de 20.000 personas a la actual, y no os hablo de las infraestructuras de comunicaciones por ferrocarril, la línea Jaén-Granada-Almería, o la estación destacada de Jódar. Fueron 147 fascículos, 3.000 páginas, y más de 7.500 fotografías y gráficos de nuestra provincia, de cuando Úbeda y Baeza aún no eran ciudades Patrimonio de la Humanidad, o por ejemplo, se hablaba del Guerrero de Porcuna, y nada se sabía aún del Mosaico de los Amores de Cástulo. Quitando estos titulares, el fondo de la obra tiene un valor divulgativo incuestionable, donde sin duda alguna, intervinieron cientos de colaboradores, y el rigor fue la regla principal de su redacción. En la actualidad, y comparado con el acceso a la información dispersa que nos facilita internet, y el riesgo de no mantener la atención cuando accedemos a ella, es todo un lujo acariciar papel couché y ver contenidos ordenados por un exhaustivo orden alfabético, siempre ilustrado, y a la vez, desconectado.