En mayo de 2015, a escasos días de la celebración de las elecciones municipales, la por entonces alcaldesa de Jerez, María José García-Pelayo, y el por entonces delegado de Zona Franca, Jorge Ramos, firmaron un protocolo para la instalación de un depósito aduanero de 110.000 metros cuadrados en la Ciudad del Transporte, que ofrecería importantes ventajas fiscales y aduaneras a las empresas que se instalasen. El proyecto iba a generar en torno a 700 y 1.000 puestos de trabajo e implicaba una inversión por parte del consorcio estatal de más de 25 millones de euros hasta 2017. Unas cifras a las que había que sumar un movimiento económico de entre 125 a 150 millones de euros por parte de las empresas.
Esta semana se ha sabido, casi cuatro años después de la firma de aquel protocolo, que en Zona Franca no figura ninguna documentación, ni procedimiento abierto, para hacer realidad lo que, obviamente, quedó en una declaración de intenciones o, peor aún, en una promesa desesperada por mantener las expectativas de gobierno del PP a unos días de los comicios. Es, de hecho, la explicación más lógica, por sencilla. Sólo les faltó hacerle los coros a Macarena García y Anna Castillo en La llamada, cuando cantan Lo hacemos, y luego ya vemos; es decir, firmamos el protocolo y, si ganamos, ya vemos cómo le damos forma. Sin embargo, los populares no lograron mantener la Alcaldía, y el “luego ya vemos” terminó en que Zona Franca no volvió a hablar del tema y a los sucesores en el Gobierno local ni siquiera les dio por preguntar, en un ejercicio coral de dejación de funciones que solo se justifica si es que ambos entendieron el protocolo como un artificio ocasional, ya que en caso contrario habría que hablar de ineficacia duradera.
Y digo que conviene dar por válida la explicación más sencilla, porque la más compleja desemboca en el mismo lugar: el mismo compromiso alcanzado en Jerez se repitió en Algeciras, Los Barrios, La Línea y Puerto Real, entre otros, y sólo el proyecto de Los Barrios se puso en marcha.
El caso es que nunca más se supo de la inversión de 25 millones de euros, ni del interés de las empresas que iban a crear mil empleos, ni de los terrenos que debía ofrecer el Ayuntamiento. Nunca, hasta este lunes, cuando la delegada del Consorcio aseguró que de Jerez “no hay nada” en Zona Franca, ni se le espera; y hasta el pleno de este jueves, en el que el PP volvió a rescatar el protocolo de su hemeroteca particular y a abanderar la iniciativa pensando ya en las elecciones municipales, de ahí que todos le alabaran el gesto, pese a desconfiar del éxito de la misión.
En el fondo, no hablamos sino de una cuestión recurrente cada vez que se celebran unas elecciones municipales y que tiene que ver directamente con la falta de compromiso político a la hora de liderar de forma conjunta aquellos proyectos e iniciativas que son positivas para la ciudad, por encima de ideologías, de siglas, de personalismos y de protagonismos, de manera que no tengan por qué quedar aparcados por el mero hecho de que se produzca un cambio de sillón.
Ocurre cuando un gobierno hereda cualquier proyecto impulsado por su predecesor. Llegado el momento se produce una incomodidad manifiesta; e incluso si hay tiempo para hacerlo, se realizan modificaciones al diseño con tal de incorporar ideas propias que lo alejen de su boceto original. Pero peor aún es cuando directamente se desechan por completo sin tener en cuenta las consecuencias. Podría ocurrir con el proyecto del Museo del Flamenco de Jerez.
El PP ya ha dicho que no comparte la idea y que si gobierna le dará la vuelta, como si se tratara de un calcetín, sin tener en cuenta procedimientos -aquí sí están en marcha-, fondos movilizados y los diseños ya practicados. No se trata de cambiar alquitrán por empedrado, sino de reorientar y retrasar un complejo museístico que aspira a ser referencia en Andalucía. Sus motivos tiene y los ha expuesto, pero eso tampoco debería hacer insalvables, en éste o en cualquier otro caso, y entre los partidos que sean, la posibilidad de coincidir en cuestiones que ponen en juego el futuro de cualquier ciudad.