El alcalde no es feo

Que las redes sociales del alcalde funcionan como una herramienta de engrandecimiento del “munícipe por antonomasia” salta a la vista. En vez de acercarlo al ciudadano se han convertido en una herramienta de marketing político, donde lejos de dar respuestas a las grandes preocupaciones del vecindario solo vanaglorian su agenda y proyección política. Hace unos días el alcalde presumía en su perfil institucional de no ser “guapo”, de no montar a caballo ni ligar con famosas. De no gustarle el marketing político, sí, hasta eso dijo. Todo para presumir de honestidad y cercanía, cuando salta a la vista que el problema de este alcalde no es que no sea guapo sino su errática forma de gobernar. La que le hace culpar a los vecinos de los barrios más antiguos del mal estado de sus casas, incluso cuando son los solares municipales los que se caen a pedazos o acumulan basura. Cuando este alcalde ha faltado a su compromiso de desarrollar un nuevo PEPRI que trace el futuro del corazón de Jaén, pero culpa a los demás de su dejadez. Errores como enfrentarse con arquitectos, aparejadores y constructores; y culparlos de los problemas de la edificación en Jaén; cuando Urbanismo es uno de los servicios que más tarda en solventar licencias de todo el país. El desatino de presumir de mantenimiento de la ciudad cuando ha malgastado cientos de miles de euros en condenar al Conjunto Histórico bajo una cutre y negra capa de asfalto y hormigón, al tiempo que algunas de las principales calles de la ciudad cuentan con baches que atentan contra la seguridad de personas y motoristas. Y el culmen de los desaciertos, el culpar a los empresarios del centro de los trágicos resultados de su extraña peatonalización, cuando ha devuelto la palabra “crisis” hasta a La Carrera, la que venía disfrutando de una nueva etapa en auge. Porque Márquez dice preferir “un médico que cure a uno guapo”, pero luego se niega a hablar con profesionales, colectivos culturales y hasta vecinos de cómo debe hacerse una ciudad mejor, prefiere rodearse de “guapos” a admitir la participación cualificada. Porque lo que dice no querer para su familia lo hace con Jaén poniendo al frente de decisiones que afectan a su urbanismo a perfiles políticos que nos han demostrado estar absolutamente incapacitados para el cargo. La mediocridad urbana en la que se hunde Jaén no hay marketing político que lo aguante; lo del ego es tema aparte, personal y siempre respetable.