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En una calle sin ventanas

La Memoria del Perdón

En estos tiempos de mal uso de la Memoria, y previo a estos días en los que se ha recordado un año más el trágico bombardeo de Jaén de 1937...

Publicado: 03/04/2019 ·
23:13
· Actualizado: 03/04/2019 · 23:13
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Autor

Luis Morales Quesada

Luis Morales Quesada, autor de este blog, es experto en Gestión y Conservación del Patrimonio

En una calle sin ventanas

Una reflexión sobre la importancia de conservar y poner el valor el conjunto histórico de Jaén y muchas cosas más…

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En estos tiempos de mal uso de la Memoria, y previo a estos días en los que se ha recordado un año más el trágico bombardeo de Jaén de 1937, se ha celebrado con cierta discreción el Acto de Clausura del expediente de 130 Mártires, víctimas de la persecución religiosa en Jaén durante la pasada Guerra Civil. Porque hay que decirlo, en la Guerra Civil y de forma paralela a otro tipo de represiones, hubo una religiosa que en nuestra provincia fue especialmente dolorosa. Un listado con el ejemplar caso del sacerdote D. Francisco de Paula Padilla, que después de celebrar Misa clandestina en la prisión-catedral, se ofreció a cambio de un padre de familia cuando éste estaba ya apartado para ser conducido con otros al cementerio de Mancha Real. Esto ocurrió tras el bombardeo de Jaén, casi un lustro antes de que el franciscano san Maximiliano Kolbe hiciese lo mismo en Auschwitz y por ello fuese un ejemplo de humanidad mundialmente reconocido. Junto con ellos un gran número de sacerdotes, pero también laicos: un sacristán, un organista, un discapacitado psíquico, Bernabé Toribio “el de los majitos” que era recadero de unas monjas; una viuda, Obdulia Puchol, dedicada a la caridad en Martos; varios jóvenes promotores de Acción Católica, entre otros. Su memoria, la transmitida estos años por quienes los conocieron hasta que personas como don Antonio Aranda y colaboradores recogieron sus testimonios, llamaba la atención por la ausencia de rencor y odio. Todos ellos tenían algo en común y que les ha valido para ser incluidos en este expediente; y no es lo que les une a sus verdugos, sino lo que les une entre ellos: la fe y el Perdón. Murieron perdonando y con plena conciencia de que aquellos hombres solo los empujaron hacia una verdad mucho más grande que no eran capaces de entender en su error, el odio. De ahí que sintieran compasión hacia ellos. Hombres a los que se refirió don Rafael Higueras, postulador, como personas, “que, actuando de forma muy errática, no dejan por ello de ser hermanos e hijos de Dios”, en un llamamiento a mantener vivo el Perdón. La Memoria, como ejercicio de recuerdo para construir un futuro mejor, es la de cualquier ejemplo que hable de amor, no la que alimenta el odio y la división. Este expediente no es un acto de justicia ni de reparación; son 130 ejemplos de entrega por amor incondicional hacia los demás, un ejemplo para el siglo XXI frente a quienes hacen del enfrentamiento su virtud.

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