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En una calle sin ventanas

Por la España que se vacía

Todos los agentes e instituciones que han dispuesto declarar la guerra a la despoblación están de acuerdo en que hay que cambiar la mentalidad sobre la vida...

Publicado: 03/10/2019 ·
13:13
· Actualizado: 03/10/2019 · 13:18
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Autor

Luis Morales Quesada

Luis Morales Quesada, autor de este blog, es experto en Gestión y Conservación del Patrimonio

En una calle sin ventanas

Una reflexión sobre la importancia de conservar y poner el valor el conjunto histórico de Jaén y muchas cosas más…

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Todos los agentes e instituciones que han dispuesto declarar la guerra a la despoblación están de acuerdo en que hay que cambiar la mentalidad sobre la vida en el medio rural. Dejar de decir que en la ciudad se vive mejor. No es fácil revertir esa dinámica.

La despoblación en España no es nueva; el inicio de este proceso se desarrolla desde hace un siglo con la desaparición definitiva de diseminados. La España vaciada que hoy deja atrás el pueblo lo hace por la misma razón por la que sus abuelos y bisabuelos abandonaron el cortijo para irse al pueblo hace 50 y 80 años.

El ser humano tiene necesidades de relacionarse, pero el ser contemporáneo, además, quiere elegir con quién hacerlo. En una economía globalizada el concepto de éxito está más cerca de un rascacielos que bajo una inmensa noguera. En la era de las RRSS no solo es necesario tener un bar, sino poder descubrirlo por ti mismo. Es parte de una escala de valores. En la ciudad no se vive mejor, es verdad, pero es que no es esa calidad de vida lo que hace que la gente se esclavice pagando alquileres. Centrarse, por lo tanto, en surtir de servicios e industria a zonas en riesgo no cambia esa dinámica. Simplemente fija población por necesidades económicas, pero no altera la mentalidad.

¿Está todo perdido? En cierta medida hay que convivir con esta realidad con la esperanza de que un nuevo orden de prioridades sociales replique a la era del hombre que tiene más que contar en la ciudad que en el pueblo. Pero mientras, sí que podemos competir contra esta dinámica. Compensar a esa España con medidas concretas y beneficios fiscales. No con subvenciones, que solo han mal retenido a una generación y a la vez han convencido a su siguiente de la necesidad de volar lo más lejos posible de modelos como el conocido PER. Hay que mejorar la financiación de los Ayuntamientos, bajar el IBI en primeras viviendas, bajar impuestos a empresas, IRPF… Hay que diferenciar aquellas comarcas que viven a horas de urbes de esas otras que se vacían por la cercanía a las mismas; y promover una sensibilidad económica a favor de menores rendimientos frente a la competencia desigual…

Mañana las campanas de medio país van a tañer por la España vacía, y mientras tanto, siguen sin concretarse medidas claras y concretas con las que hacer del medio rural un atractivo. Al menos para aquellos que se resisten a abandonarlo o están dispuestos a dejar atrás la ciudad, que también los hay.

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