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Martes 16/04/2024  

El ojo de la aguja

Océanos y tierras

Ya dejan caer que se está gestando de manera acelerada el homicidio gigante del planeta tierra, aquel que nunca tendrá parangón

Publicado: 07/10/2019 ·
12:07
· Actualizado: 07/10/2019 · 12:07
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Autor

Juan Bautista Mojarro

Mojarro es un veterano articulista onubense, escritor y poeta. Ha trabajado y colaborado con casi todos los diarios onubenses

El ojo de la aguja

Un viaje por el pasado de Huelva, sus barrios, sus personajes ilustres y anécdotas, además de sus reflexiones sobre el devenir de la sociedad

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Los grandes sabedores del hemisferio, del planeta tierra, en definitiva, científicos en todas sus extensas ramificaciones del devenir, hasta ahora de “la gran casa de los humanos”, ya dejan caer que se está gestando de manera acelerada el homicidio gigante del planeta tierra, aquel que nunca tendrá parangón. Al menos de manera no alarmante, pero confirmada a nivel global, como una premonición o un adelanto en el tiempo, aparece en todos los rotativos y medios informativos, a la vista del desdichado tratamiento que le hemos estado dando, de forma especial, en los últimos siglos al planeta.  “Quien siembre viento recoge tempestades”, algo así contempla nuestro tan traído y llevado refranero español.

Trump, en una de las muchas “grotescas” apariciones televisivas, alusiva al “jaleo” que se trae con  la conquista “celeste”, dijo que “la Tierra ya se está quedando pequeña para los humanos”, y mira por dónde sin él saberlo, o tal vez sabiéndolo, está dando con la tecla.  Resulta que el deshielo de la Antártida, su ausencia en la cumbre sobre el cambio climático,  la contaminación, la proliferación inusitada de emisión de gases contaminantes, el daño aberrante que están sufriendo los mares, los océanos, acaparador en totalidades de todas clases de vertidos tóxicos,  plataformas flotantes, océanos y mares, convertidos también en inmensas tumbas del éxodo de seres humanos que mueren ahogados en el tráfago del negocio más sucio del mundo. La liquidación oxigenadora del Amazonas, su descontrolada tala de árboles, incendios, aniquilación de los pobladores aborígenes, aquellos que tenían sus tierras para la continuidad de sus descendientes.

Océanos que amplían sus estatus de forma descontrolada, que superan los estudios concebidos por las mentes humanas que están trabajando en ello, y se va apoderando cada vez más de la tierra. Especies que huyen de los mares, como escualos y tortugas,  y llegan a fenecer en las orillas de las playas delante de los veraneantes. Los océanos se acercan cada vez más ganándole sitio a la tierra, no sabemos si en intentos de prepotente conquista por esa unión de tierra y agua desde que el planeta es planeta, o a la similitud amorosa de dos amantes que superado su recorrido vital en la esfera, océanos y tierra, prefieren el sacrificio de ambos en el nexo de la palabra más grande jamás escrita, el amor.

Cierto es que durante los distintos cambios habidos en la historia de la humanidad en cuanto al planeta en su condición como tal, es todo un complejo sincronizado, e incluso cronológico, que  nos sumerge en una ignorancia supina, que solo el saber y a veces mirar para atrás ayuda en mucho conseguir poder mirar hacia delante. La verdad es que con la tan traída y llevada globalización, el mundo no sabe de qué manera tratar de hilar sociedades, grupos, asociaciones, países de distintas culturas, tradiciones y lenguas, que se anteponen como gran impedimento a posible entendimientos del intelecto humano, porque es precisamente el hombre el mayor enigma que existe en el planeta como ser vivo.

 

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