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El ojo de la aguja

La mejor forma de prometer

Habrá que entender la mejor forma mensajera de “prometer” cuando con tanta repetición todo viene a parar a lo mismo

Publicado: 04/11/2019 ·
11:49
· Actualizado: 04/11/2019 · 11:49
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Autor

Juan Bautista Mojarro

Mojarro es un veterano articulista onubense, escritor y poeta. Ha trabajado y colaborado con casi todos los diarios onubenses

El ojo de la aguja

Un viaje por el pasado de Huelva, sus barrios, sus personajes ilustres y anécdotas, además de sus reflexiones sobre el devenir de la sociedad

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Echando mano del título de un pensamiento del ilustre filósofo alemán Friedrich Nietzsche y del desarrollo conceptual del mismo que detallo, me tomo la licencia de iniciar esta columna de hoy. Decía el filósofo: “Cuando se promete algo no es la palabra quien promete sino aquello que queda por expresar detrás de la palabra, al descargar y hacer uso de una fuerza que forma parte del que promete y debilita a veces las promesas”. Y continúa: “Haced que os den la mano poniendo un dedo en los labios en señal de silencio y tendréis garantía mayor de la promesa”. “Hay que decir la verdad (la verdad oratoria), aunque el mundo estalle en mil pedazos. Así dijo Fichte en su gran elocuencia, pero lo que él pretendía era que cada cual diera su opinión, aunque ello produzca una confusión total y esto, resultaba, por lo menos discutible”.

De tal modo, por lo expuesto nos vemos en el panorama actual que nos ha llevado a contradicciones, divisiones,  intereses, partidismos, desavenencias, pseudojuegos dentro del terreno de la política, y no menos donde el pueblo se halla ya cansado de horadar en el mismo espacio con distintos tiempos, el periodo electoral, tan manido para una parte de ciudadanos que, sin lugar a dudas, pueden tener en las ya cercanas urnas sus efectos. Entiendo, porque soy más de escuchar que hablador, y confieso  que el “don del silencio”, que ya vaticinara Nietzsche allá por el mil ochocientos y tantos en uno de sus más premonitores pensamientos que dicho sea de paso, puede tener mucho que ganar en estas fechas previas a las elecciones del 10-N.

En el largo o efímero caminar de la vida, que a cada persona le toca recorrer, de un modo u de otro, pero eso sí, camino que nos lleva a todos en la misma dirección, aunque la “ceguera” de aquellos acelerados por el fingido instante, pasen de entenderlo. Pues bien, somos una pequeña molécula, agrupación de pequeñísimos átomos, granos que conforman cuerpos pequeñísimos y que nos hacen ser partícipes de la propia naturaleza que nos rodea desde todos los frentes y vertientes.  No cabe la menor duda de que el concepto de amplitudes, afortunadamente se nos tiene que ir de las manos “Quien mucho abarca poco aprieta”. Lo dice nuestro refranero. “Promesas rotas”, aquellas que a lo largo y ancho del discurrir de los tiempos quedaron en la cesta del olvido o en papel quemado, escondidas en lo que de verdad lo entendieron, una “expresión” vocal, que como volutas se las llevó el aire, utilizada en casos como el que hoy nos ocupa, dichas para salir del paso, con la intencionalidad y no otra en muchos casos, para el logro de afanes de intenciones provechosas.

Habrá que entender la mejor forma mensajera de “prometer” cuando con tanta repetición todo viene a parar a lo mismo. Eso sí, no dejo de comprender y por eso digo que estoy en contra del voto inútil electoral (indigentes, marginados, indocumentados, etc.) Se tiene que enseñar al hombre de estas condiciones precarias a salir de sus status, manifestar su “sabiduría” y así poder entregarla e integrarse como personas creíbles.

 

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