Caen chuzos de punta. Y algunos llegan a taladrar la débil protección existente. Caen en forma de criminalización del diferente o del pobre. Vienen acompañados de un discurso de intolerancia y desprecio. Son chuzos de odio lanzados por orcos a caballo.
Hacen más daño porque la protección ya era endeble, desgastada por la indiferencia de muchos y las políticas activas de los que tienen el poder y tenían la responsabilidad de fortalecer esa protección.
Lo peor es que los chuzos se están materializando como lanzas de leyes y normativas que están desmadejando todo nuestro sistema de protección, aquel que pretendía impulsar la igualdad y la libertad. De alguna forma entre discursos de odio, adhesiones en forma de votos e indiferencia y políticas destructoras de los gobiernos de la ultraderecha, los valores en los que se pretendía fundamentar nuestra democracia están acabando en la basura, con el peligro de que también termine allí la democracia misma.
Sí estamos hablando de chuzos de punta contra la democracia y los derechos humanos. Sí estamos ante el grave peligro de que los derechos, esos derechos que tanta lucha y tanta sangre costó conseguir, terminen en la picadora de papel de los despachos de esos gobiernos.
Es posible evitarlo. Hay que evitarlo. Va a depender de la política sin duda, y de los partidos que representan opciones progresistas y de defensa de los derechos humanos, de su capacidad de acordar y formar gobiernos que estén a favor de la gente y no de los bancos o de los poderosos que condicionan tanto, que mandan tanto, pero que no pasan por las urnas.
Sí dependerá de los partidos. Pero no sólo de ellos. Me atrevería a decir que ni siquiera principalmente de ellos. Por el contrario, sólo una ciudadanía alerta contra el discurso de la intolerancia, comprometida y movilizada en la defensa de los derechos puede ser la garantía, primero de que esos gobiernos de progreso se sientan apoyados y respaldados y segundo, y tan importante, para que sepan que no los elegimos para relegar los intereses de la gente a la primera de cambio, que la ciudadanía estará movilizada también para vigilarlos.
Sí caen chuzos de punta sobre los derechos cuando conmemoramos su Dia Internacional el próximo 10 de diciembre. Es una fabulosa ocasión para plasmar esa voluntad de compromiso y movilización ciudadana.
Salir a la calle para reivindicar el derecho a la salud y la educación, el derecho a tener un mínimo para vivir dignamente, el derecho a trabajar y tener futuro, el derecho a disponer de un techo y de una vivienda digna, el derecho a un planeta habitable sin esta terrible emergencia climática, el derecho a tener derechos cuando no has nacido aquí, el irrenunciable derecho a la igualdad entre hombres y mujeres, el derecho a ser diferentes pero a ser tratados como iguales… el derecho, también, a una sociedad realmente democrática, en la que el hermoso lema de libertad, igualdad y fraternidad sea una realidad.
Todos los derechos para todas las personas. El 10 de diciembre es un excelente momento para salir a la calle y reivindicarlo.
