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Eutopía

Silencio y Acción

Una de mis tablas de salvación, desde mi infancia, ha sido disfrutar del “Silencio”

Publicado: 10/12/2019 ·
11:36
· Actualizado: 10/12/2019 · 11:36
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Autor

Belén Ríos Vizcaíno

Belén Ríos es trabajadora Social. Profesora de la Universidad de Huelva.

Eutopía

Activista Feminista. Compañera partícipe de la Defensa de los Derechos Humanos y Movimientos LGTBIQ

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Una de mis tablas de salvación, desde mi infancia, ha sido disfrutar del “Silencio”. Porque hay veces que podemos estar rodeadas de personas, algunas nos aportan alegría y otras, en cambio, sólo nos aportan un ruido ensordecedor. No por la “Palabra”, sino por la tensión que generan. Los años me han hecho disfrutar del equilibrio y la necesidad de ambas. Pero sigo arrastrando, en momentos de tempestad personal y laboral, esa pulsión de tocar con mi mente la “arena del desierto”.  Y ahí, en la soledad más profunda, me siento y me escucho. Transciendo y me interrogo. Pasan las horas y las respuestas llegan, sin previo aviso. En estos días, entre duro trabajo y despedidas de lo que me ata al exterior, siempre pienso que diciembre es excesivamente agridulce. Es un mes de consumismo compulsivo frente a la pobreza de miles de familias en situación de gran vulnerabilidad económica. De reuniones familiares frente a quienes no reciben ni una triste mirada o saludo. De sensación de calor sofocante en nuestras casas frente al frío que cala los huesos y el alma de las personas sin hogar. De disfrutar la compañía frente a quienes perdieron a sus seres queridos en las aguas gélidas en un mar transformado en cementerio. Diciembre es un mes donde valoramos todas las buenas presencias, especialmente de esos seres pequeñitos que desde que han nacido nos han invadido nuestros espacios de sonrisas, caricias, bienaventuranzas y juguetes, pero también nos conmueven nuestras ausencias, esas que hacemos revivir con nuestro recuerdo. En cada previsión de nuevo año parece que se abren nuevas posibilidades e intentamos empezar nuevamente con nuestros proyectos y metas. La vida es un continuo, quizás no nos demos cuenta, porque todo nos separa de la autocontemplación, del discernimiento de nuestro papel en nuestra propia existencia, en la del contexto cercano y en el mismo cosmos del que formamos parte. Cada vez cuesta más esfuerzo sacar momentos ininterrumpidos de desconexión y eso es una señal de alerta. Se nos está programando nuevas formas de esclavitud, sin cadenas visibles, con voluntariedad y supuesta libertad. El capitalismo y el invasionismo de las nuevas tecnologías nos están quitando los “sueños”, la vida… Lo cierto es que si lo pensamos bien, la mayor parte de nuestras mejores experiencias, que nos podrán acompañar hasta la puesta del “último sol”, esas, no tienen instantáneas, ni fotografías, ni vídeos… Tienen la sensación de la plenitud de la vivencia, recordamos a las personas, lo que nos hicieron sentir, el lugar, los colores, el olor… Con esto no quiero parecer una detractora de las tecnologías porque bien utilizadas, son positivas y necesarias. Desde el espacio más íntimo de mi día a día, el silencio es una oda a la búsqueda del sentido existencial que después me impulsa a una dimensión comunitaria, donde la “otredad” es el mundo entero… donde tú, yo, nosotras, vosotros, ellas y aquellos formamos parte de él. Y cuidarlo también es una tarea individual y colectiva. El silencio me ayuda. Es una terapia donde soy interlocutora, receptora, canal y mensaje. Y aunque sea una paradoja, es desde él cuando me convierto en palabra viva, en voz, en acto, aunque haya a quienes les parezca ruido, incomodidad y bloqueo de sus intereses partidistas. He tenido referentes y sigo sus pasos, pero añadiendo mi propia esencia. He aprendido y sigo haciéndolo. Y en lo que pueda aportar, hay mucho de soledad previa; de empatía, de alegrías y sufrimientos compartidos; de tocar el cielo con los dedos, pero también de chocarme contra el suelo; de agendas ocultas que me impiden avanzar, pero que sin saberlo me dan más impulso porque las convierto en ventanas… Avanzo, “silencio” y después “acción”.

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