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Jaén

Violencia machista: gritos y silencios

El año pasado fueron asesinadas en España 55 mujeres a manos de sus maridos, parejas o ex y sólo 11 de ellas habían denunciado...

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Manifestación.

Gracia Rodríguez, Isabel Moreno, Alfonso Loma, Esther López, Marga Gutiérrez y Mª José de la Torre.

Miguel Lorente.

María Castellano.

Rosa Palazuelo.

AL FINAL DE ESTE REPORTAJE SE PUEDE DESCARGAR LA EDICIÓN IMPRESA EN PDF

LA VIOLENCIA DE GÉNERO mata y el silencio, el negacionismo y la inacción social siguen permitiendo que el machismo ejercido por hombres sobres sus esposas, parejas y excónyuges asesine a mujeres por el hecho mismo de serlo. En 2019 fueron asesinadas 55 mujeres, una de ellas en Jaén capital, María Dolores, de 73 años. Sólo 11 habían denunciado. En lo que llevamos de año son ya siete mujeres y una niña muertas. Ninguna denunció. Esos son los fríos datos. En diciembre de 2004 se aprobó la Ley de Protección Integral contra la Violencia de Género y en 2003 se inició el registro oficial de víctimas de violencia de género, un fatídico contador que ya constata el asesinato de 1.039 mujeres en España. En este tiempo, la mayoría de las víctimas, casi un 61%, murió en manos del que era su pareja. En el 22,6% de los casos, ya era su expareja; y en el 16,7%, fue en la fase de separación. El número de menores asesinados por violencia de género contra sus madres se eleva a 35, desde el año 2013. El año pasado, el número de huérfanos menores de 18 años por violencia machista ascendió a 46. Tres menores fueron asesinados como víctimas de la violencia de género.

Por todo ello, hablar de conculcar derechos y de cambiar la actual ley es una falacia. Sólo un dato más: En Jaén, las calificaciones presentadas por Fiscalía, es decir, los procedimientos que llegaron a juicio en 2018 fueron 1.645 por violencia de género; frente a los 265 casos de violencia doméstica (la víctima y el autor no tienen relación de pareja o expareja), entre los que se registraron 24 casos de mujeres que cometieron actos contra su cónyuge, pareja o marido. “Que se intente meter, dentro de la violencia intrafamiliar a la violencia de género con estos números, es vergonzoso”, denuncia la fiscal de Violencia de Género de la Audiencia Provincial de Jaén, Gracia Rodríguez. Alerta de que “las consecuencias son que de la violencia doméstica se puede salir, pero de la violencia de género es muy difícil porque está metida dentro de las cabezas, de las creencias y genera más violencia en el futuro”. Explica: “Que determinados políticos defiendan el negacionismo, está dando pie a que gente que antes no se atrevía a decirlo, lo manifiesten públicamente y con empeño”.


El aumento del riesgo de la violencia de género (psicológica y física) con víctima se da en el momento del embarazo, cuando ella empieza a trabajar y cuando se rompe la relación.   “La protección a la víctima no está fallando. Se puede proteger de muchas formas, lo que hace falta es que la denuncia sea completa. Si una mujer comunica una situación, pero se queda en el veinte por ciento de lo que le está pasando, la protección que se le va a dar es en proporción a lo que ha denunciado”, dice. Añade: “A la hora de denunciar violencia de género, hay que hacerle un buen interrogatorio y tienen que hacerlo personas especializadas porque las condiciones en las que llega hacen que sean muy malas informadoras”. De ahí que apunte a la necesidad de “pedir la declaración de familiares, profesores de los niños, servicios sociales comunitarios, vecinos…”, lamentando que “se hace poco”.

La denuncia es la llave que abre la puerta a la protección de la víctima. “Hay que denunciar”, dice.

El Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género, Viogén, que hace el seguimiento de todas las denuncias por violencia de género que se presentan, tiene activos actualmente más de 1.300 casos de violencia de género en la provincia de Jaén, ninguno de riesgo extremo. “A la sociedad hay que decirle que a los maltratadores hay que señalarlos, que no se callen y denuncien, que no esperen a que lo hagan ellas; y a las mujeres, que se puede salir del maltrato y que se les va a ayudar”, afirma la fiscal jiennense.

 

UN JUZGADO PIONERO, EJEMPLAR EN ESPAÑA

El Juzgado de Violencia de Género de la capital, del que es titular la magistrada Isabel Moreno, tiene competencia para la investigación de los delitos cuando la víctima es pareja o ex pareja, cónyuge o ex cónyuge del agresor, aún sin convivencia. En sus instalaciones se integraron en 2017 el Servicio de Atención a las Víctimas de Andalucía (SAVA) y la Unidad de Valoración Integral de Violencia de Género (UVIG) del Instituto de Medicina Legal, siendo un juzgado referente a nivel nacional por el protocolo de protección y atención que recibe la víctima.

Cada oficina del SAVA cuenta con un equipo técnico especializado integrado por psicólogos, juristas y trabajadores sociales.   El perfil medio de la persona usuaria del SAVA refleja que se trata de una mujer, de entre 30 y 44 años, soltera, con estudios primarios, en situación de desempleo, que ha sufrido un delito de tortura o contra la integridad moral y cuya relación con el autor del delito es de expareja.  Moreno insiste en que “no hay un perfil de mujer maltratada y se da en todas las sociedades del mundo, independientemente de la posición social, raza y cultura”.

El perfil medio del victimario refleja que es un hombre, de entre 30 y 44 años. Las denuncias por violencia de género se pueden interponer en la comisaría de la Policía Nacional, en el cuartel de la Guardia Civil, en Fiscalía o en el Juzgado, directamente. A partir de ahí, se incoan unas diligencias previas y las primeras a practicar son la declaración de la víctima y del investigado, para recabar todos los datos posibles sobre los hechos denunciados y poder adoptar las medidas de protección precisas. Todo atestado judicial va acompañado de la valoración policial del riesgo (no apreciado, bajo, medio, alto y extremo). “Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en Jaén están muy bien formadas”, puntualiza Moreno, refiriéndose a la Unidad de Familia y Mujer de la Policía Nacional.

La magistrada cuenta con el apoyo del examen pericial inmediato que realizan el psicólogo forense y el médico forense de la UVIG. “No hay un trastorno psicopatológico en los agresores, sí rasgos de personas narcisistas o histriónicas. Son hombres que tienen un modelo socio-cultural basado en la cultura patriarcal y machista. Muchos son hijos de madres maltratadas”, explican el psicólogo forense José Carlos Ríos y el médico forense Alberto Molina.

En este Juzgado se “humaniza” el proceso. “Si la víctima está bien atendida en lo jurídico, emocional y asistencial, podemos conseguir que no se acojan a su derecho a no declarar”, dice Moreno.

En cuanto al protocolo, la víctima espera en la planta baja del juzgado, junto al Guardia Civil. La lleva al SAVA, donde recibe apoyo psicológico y jurídico. “Declara en mi despacho. Sube en ascensor, acompañada de un funcionario. El agresor espera en la planta primera, para que no haya contacto directo de la víctima con el victimario”, explica.

Moreno alerta de una “proliferación de delitos de acoso y acecho”, pues “una vez rota la relación sentimental, la ex pareja no acepta la ruptura y es cuando empiezan a producirse actos de violencia hacia la mujer”, lamenta.

 

LOS MISMOS DERECHOS

Cuando el hombre es la víctima de la violencia doméstica, “el protocolo de atención es igual”.  Desde el punto de vista policial se instruyen diligencias y la mujer pasa a disposición judicial, en calidad de detenida. “Lo que no se hace es un seguimiento de la valoración del riesgo ni el seguimiento en VioGén, mientras que en violencia de género sí. El hombre está igualmente protegido. El plazo de detención es igual”, aclara el subteniente jefe del área 1 de Policía Judicial, Alfonso Loma.

La Guardia Civil dispone de una red de alerta y respuesta inmediata ante los incidentes que pudieran afectar a cualquier víctima de violencia de género y, de ser necesario, actúa el Equipo Mujer-Menor (EMUME), con formación específica y adecuada sobre la materia, especialista en mujer/menor, en todo tipo de violencia sobre la mujer. “Atendemos a la víctima desde el principio. Realizamos la evaluación del riesgo y se solicita de la autoridad judicial y el ministerio fiscal que, a partir del riesgo medio, se opte por el control telemático del agresor, por GPS”, reconoce Loma. 

“Cuando se formula la denuncia, se verifican los hechos y si hay indicios de criminalidad y se dan los presupuestos de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, ponemos a disposición de la autoridad judicial a un presunto autor de un delito, como en todos los casos. No se vulnera la presunción de inocencia. Si hay indicios de delito, se detiene. Hasta que se entrega a la autoridad judicial, no puedes tener al agresor deambulando”, dice. Cualquier víctima en dependencia policial que denuncie violencia de género sale con una vigilancia policial. “Es informada del nivel de riesgo y de las medidas de seguridad que se le va a poner”, termina.

IAM

El Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) garantiza “la atención y acogida inmediata y urgente”, ofreciendo protección y seguridad a aquellas mujeres que se encuentren en una situación de emergencia como consecuencia de la violencia de género. Existen dos vías para acceder al acogimiento inmediato, a través del teléfono 900 200 999 (anónimo y confidencial), y con los centros provinciales del IAM (21 en la provincia).

Estos recursos de acogida, gestionados por la empresa Andaluza de Gestión de Servicios Especializados (Agise), comprenden los centros de emergencia, las casas de acogida y los pisos tutelados que prestan atención y acogida urgente e inmediata las 24 horas al día, durante los 365 días del año.

En el tercer trimestre de 2019, esta red de atención integral, que cuenta en Jaén con 45 camas, diez pisos y 23 habitaciones, dio cobertura a 92 mujeres víctimas de la violencia machista, frente a las 109 de 2018. Además, se acogieron a 104 menores. “Cuando una mujer denuncia, decide que quiere acogerse a este recurso. Cuentan con medidas muy protectoras, pero van ganando en libertad. No queremos una segunda victimización”, señala la asesora de programas provincial del IAM de Jaén, Mªâ€ˆJosé de la Torre.

El Servicio Integral de Atención y Acogida a Víctimas de Violencia de Género cuenta en Andalucía con 34 centros. Esta amplia red y su ubicación permiten que ninguna mujer y las personas dependientes a su cargo que se encuentren en una situación de riesgo en Andalucía estén a más de 200 kilómetros de un recurso de acogida. “La víctima no puede comunicar dónde se encuentra, por prevención”, explica.

En los centros de emergencia, el personal especializado se encarga de realizar un diagnóstico-pronóstico personalizado y derivación hacia el destino más apropiado. Las casas de acogida son centros residenciales que garantizan una atención integral, programándose aquellas intervenciones sociales, psicológicas y jurídicas necesarias para que las mujeres sean capaces de superar la violencia padecida. Los pisos tutelados son viviendas independientes para uso familiar. “Los niños tienen terapia también. Se les hace ver que sus madres son fuertes y hay que apoyarlas”, explica. Durante su estancia, la mujer sigue un itinerario social, laboral y jurídico. “El empleo es uno de los grandes problemas. Buscamos que puedan trabajar”, termina.

Todas las voces consultadas por VIVA coinciden en que la violencia machista se erradica con una educación en igualdad, apoyando a la víctima a denunciar ante cualquier tipo de violencia, psicológica y física; protegiéndolas y garantizando su seguridad, demostrándoles que no están solas, aislando a los maltratadores e identificando la cultura machista como base de cualquier violencia. También, sensibilizando a la sociedad para no tolerar ningún tipo de violencia y no recortando recursos que ayuden a salir de esta lacra social. Es fundamental la conciencia de la sociedad en su conjunto para prevenir el maltrato de género y rechazarlo de forma unánime.

CLARA VALLEJO, UN ICONO

La jiennense Clara Vallejo, una de las primeras mujeres andaluzas que quiso mostrar su rostro para denunciar públicamente la sinrazón de los malos tratos, sobrevivió después de estar hospitalizada diez días por un traumatismo craneoencefálico, una conmoción cerebral y una operación para que no perdiera la visión de un ojo por la brutal paliza que le propinó su marido en un parque público, donde Clara se negó a restablecer una tormentosa vida conyugal por la que se separó un año antes. Ocurrió en 1997. Dos años después, la primera sentencia condenatoria a su agresor concluía un año de prisión por un delito de lesiones sin el agravante de ensañamiento, y a seis meses por un delito de resistencia a la autoridad. El recurso de la acusación particular elevó la pena y su agresor fue a la cárcel, pero por las lesiones que le ocasionó a un agente de la Guardia Civil, no por la paliza a Clara Vallejo. La sentencia nunca apreció el agravante de ensañamiento, siendo el de esta jiennense uno de los casos juzgados con un fallo no ejemplarizante.

LAS ACUSACIONES FALSAS, UN ENGAÑO

“A LA VÍCTIMA HAY QUE CREERLA” y la formación es fundamental, asegura la fiscal de Violencia de Género de la Audiencia Provincial de Jaén, Gracia Rodríguez. “Si los intervinientes en el proceso no están formados, no entienden por qué la mujer tiende a volver con su agresor y por qué oculta situaciones. Se dan muchos casos en los que la mujer quiere retirar la denuncia”, dice. En este sentido explica que dentro de los procedimientos calificados, en muchos no cuentan con la voluntad de ellas, pero se recurre a otros testigos y pruebas, y se lleva a juicio. “Todos los españoles tenemos la obligación, cuando vamos a un juzgado como testigo, de declarar y decir la verdad, pero las víctimas de violencia no porque son testigos-víctimas. Tienen el derecho a no declarar y eso se lo estamos recordando desde que va al cuartel de la Guardia Civil o a la Policía Nacional”, explica.  Se recoge en el artículo 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y Gracia Rodríguez lleva años pidiendo su eliminación. “Todos los sobreseimientos por el 416, porque ella no declara y porque no tenemos pruebas para ir a juicio, se traducen por los agresores en que es una denuncia falsa y no es así. Dicen que las denuncias falsas representan un 60% y no es real porque si de 100 mujeres que denuncian, 60 se acogen al derecho a no declarar, que es la prueba fundamental, no significa que sea una denuncia falsa. Las denuncias falsan en violencia de género suponen un 0,01% y sin embargo, las denuncias falsas por robos o estafas a los seguros se da en un tanto por ciento enorme y ahí no pasa nada”, denuncia. Gracia Rodríguez aclara que “una denuncia falsa no es el hecho de no poder continuar con el procedimiento porque no hay suficientes pruebas o porque ella se ha acogido a su derecho a no declarar”.

LAS MENTIRAS SOBRE LA VIOLENCIA MACHISTA

  1. Violencia intrafamiliar. VOX ha instado al Congreso de los Diputados a elaborar una Ley Integral contra la Violencia Intrafamiliar que “abarque todos los supuestos de violencia que se dan en el seno familiar, sin discriminación de ningún tipo”.  Se trata de una maniobra ideológica para invisibilizar la violencia de género. En Jaén, los procedimientos que llegaron a juicio en 2018 por violencia de género fueron 645, frente a los 265 casos de violencia doméstica. Se registraron 24 casos de mujeres que cometieron actos contra su cónyuge, pareja o marido, según Fiscalía.
  2. Presunción de inocencia. La derecha dice que la Ley Contra la Violencia de Género “vulnera la presunción de inocencia de los varones”. Desde la Guardia Civil confirman que cuando se formula la denuncia se verifican los hechos y si hay indicios de criminalidad y se dan los presupuestos de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se pon a disposición de la autoridad judicial a un presunto autor de un delito, como en todos los casos, y el juez abre un procedimiento de diligencia. No se vulnera la presunción de inocencia del agresor. Si hay indicios de delito, se detiene.
  3. La Ley de 2004, un fracaso. VOX dice que la Ley Integral contra la Violencia de Género "ha resultado un completo fracaso" porque "hay más mujeres asesinadas que antes".  Los asesinatos de mujeres por sus parejas o exparejas sí se han reducido. Si en 2003 hubo 71 casos, 72 en 2004, 57 en 2005 y 69 en 2006, en los últimos cinco años el número de víctimas mortales por violencia machista ha estado por debajo de 60 mujeres al año.
  4. Denuncias falsas. Hay quienes enarbolan el discurso del odio con el mito de las denuncias falsas.   Todos los sobreseimientos por el artículo 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, porque ella no declara y no hay pruebas para ir a juicio, se traducen por los agresores en que es una denuncia falsa (60%).  En realidad las denuncias falsas son un 0,01%.
  5. Contra el pacto de Estado. VOX está en contra del “vergonzoso” Pacto de Estado contra la Violencia de Género porque “favorece a grupos feministas, endurece la discriminación legal de los hombres y echa por tierra los valores fundamentales de igualdad”. El Pacto de Estado fue aprobado por unanimidad en el Congreso en 2017 y establece 200 medidas para erradicarla.
  6. Feminismo y extranjeros. Están llamando totalitarias, liberticidas o supremacistas a las mujeres que luchan por su vida, autonomía y libertad. Desde el Colectivo 8M Jaén alertan: “El odio al movimiento feminista es el odio hacia todas las mujeres”.  Por otra parte, según el Poder Judicial, el 37% de los asesinatos los protagoniza los inmigrantes, un porcentaje que señala como principal criminal al machista español.

 

ESPAÑA EN EL CONTEXTO DE LA UNIÓN EUROPEA

Los países miembros que encabezan la lista de casos de violencia machista son Dinamarca (52%), Finlandia (47%), Suecia (46%), Francia y Reino Unido, ambos con un 44%. Estos porcentajes representan a mujeres de la Unión Europea que han sufrido violencia física y/o sexual desde los 15 años de edad. España tiene menos de la mitad de casos en términos porcentuales que Dinamarca, un 22%.  “España es uno de los países en los que menos mujeres son asesinadas en Europa”, reconoce el ex delegado para la Violencia de Género, Miguel Lorente.

EL MUNDO RURAL, MUJERES MÁS VULNERABLES

La presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales, Teresa López, denuncia una “mayor vulnerabilidad de las mujeres rurales ante la violencia de género”. La realidad de esta situación ha sido recogida por el ‘Informe sobre víctimas mortales de la violencia de género en el ámbito de la pareja o ex pareja en los años 2016 a 2018’. Según este documento del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, pertenecientes al Consejo General de Poder Judicial, el 48,3% de las mujeres fueron asesinadas en municipios de menos de 50.000 habitantes, siendo menor el porcentaje de población total que vive en estas localidades. Teresa López señala que sufren una triple dependencia. “En primer lugar, una física debida al aislamiento de las zonas rurales; psicológica por la menor cantidad de redes personales y sociales; y económica, a causa de la falta de oportunidades laborales”. Las mujeres rurales son uno de los grupos sociales con mayor tasa de desempleo. La mayoría de los asesinatos (76%) se dan en los pueblos, donde el nivel de población es más bajo. “No debería ser así, todo lo contrario. Villacarrillo es un pueblo con mucha violencia de género y no tiene ningún caso de pulsera. Eso es por falta de formación”, señala la fiscal Gracia Rodríguez. La fiscal es testigo de la “enorme diferencia” entre una mujer asistida en un juzgado de pueblo, donde no se exige que el juez tenga formación en violencia de género aunque lleve violencia de género”. Lamenta que los fiscales no pueden asistir a las declaraciones en la provincia, cuando es “fundamental que un fiscal pueda ir a la declaración y a la orden de protección”. Denuncia: “No puede acudir porque está de guardia en varios partidos judiciales a la vez. En el ámbito rural hay una desventaja con respecto a la capital”.

LAS MIRADAS PUESTAS EN LA EDUCACIÓN

TODAS LAS VOCES ESPECIALIZADAS consultadas por VIVA ponen la mirada en la educación como base para la erradicación de esta lacra social. La educación en las aulas y en los hogares. En el primer caso, este 2020 el pin parental propuesto por VOX como herramienta para que los padres puedan vetar contenidos en las aulas, entre otros sobre violencia de género, se ha convertido en el epicentro de un encendido debate escolar. Los expertos llevan años señalando la educación como base para inculcar valores de igualdad, para trabajar en la prevención y para erradicar la violencia de género. Sin embargo, ante un incremento de este tipo de violencia entre la población juvenil, todos señalan que “se está fallando en la educación de las futuras generaciones”.

La asesora de programas provincial del IAM en Jaén, María José de la Torre, asegura que “es importante trabajar desde la Educación para erradicar la violencia de género, pero también en los hogares, desde la familia. “Por mucho que hagamos hincapié en el sistema educativo,  si en casa existe violencia, un niño que lo ha visto, la copia o la repudia, dependiendo de la educación que esté recibiendo”.

La fiscal Gracia Rodríguez señala el “involucionismo” detectado en los centros educativos. “En Educación no se está haciendo mucho y es una de las patas fuertes contra la violencia de género, junto a la familia y la sociedad”.

La catedrática de Psicología Social e investigadora en género y violencia de género de la UJA, Esther López Zafra, asegura que uno de los factores fundamentales en violencia de género son las competencias emocionales, que se aprenden en la adolescencia. “Las mujeres que en su juventud han tenido una baja autoestima, han tenido más problemas de violencia de género y les ha costado más salir. Las familias donde se dan casos de violencia de género reflejan competencias emocionales bajas. En los jóvenes, cuando interactúan celos y baja tolerancia a la frustración, la violencia es más alta”, puntualiza.

MANADA Y JUVENTUD

LA EXPERTA EN VIOLENCIA DE GÉNERO MARÍA CASTELLANO reconoce que la violencia hacia la mujer ejercida por varios hombres, en manada, responde al carácter animal que esa palabra inspira. “Van en grupos de tres o más e inician el juego sexual en una manera que no tienen ni que forzar a la chica, que queda paralizada del miedo que siente”.  Y añade: “Se divierten porque se ven unos a otros en lo que están haciendo. Es muy animal y primitivo. Los jóvenes se inician en la sexualidad con una invitación descarada a través de videojuegos, películas y vídeos agresivos. El modelo machista lo seguimos teniendo de forma ancestral. Te domino en lo más biológico que es lo sexual”.

Marga Gutiérrez, del Colectivo Feminista 8M de Jaén, asegura que los vídeos de violaciones se encuentran entre los más vistos por los jóvenes. “Si los educamos así, no podemos pretender que traten a la mujer de forma igualitaria. No se puede vivir la sexualidad con machismo. Ven a las mujeres como objeto sexual a la que acosar, violar y de la que abusar”, apunta.

La fiscal Gracia Rodríguez muestra preocupación por la situación detectada entre la juventud, donde “el negacionismo de esta realidad y el retroceso es brutal” entre ellos y ellas. “Hay mucho machismo aún. Ellas no reconocen nunca que son víctimas de violencia de género y tienen una situación horrorosa”, lamenta. Rodríguez asegura que “se siguen confundiendo los celos con el amor”, creyendo ellas que “los chicos celosos las quieren muchísimo”.

La catedrática de la UJA Esther López señala que “las chicas justifican el control, la victimización y perpetración psicológica”. Explica: “Han visto como algo normal que el chico las agreda. Si existe violencia de género entre los jóvenes es porque nos hemos relajado”. Señala a la responsabilidad de las familias en la prevención. “Un hogar es una micro-sociedad. En el seno de familias con relaciones matrimoniales tóxicas, los hijos normalizan la situación”, lamenta.

ENTREVISTAS

 

“Se juzga como se piensa; la redacción de la Ley a veces limita”

Médico forense y ex delegado del Gobierno para la Violencia de Género, Miguel Lorente.

EL MÉDICO FORENSE Y RESPONSABLE DE LA  Unidad de Igualdad de la Universidad de Granada, Miguel Lorente, el único hombre que ha sido delegado para la Violencia de Género, reconoce que “ningún  país ha cambiado tanto en tan poco tiempo en la lucha contra la violencia de género como España”, y que “ni siquiera los países nórdicos están por encima de España en las medidas o acciones que se están llevando a cabo contra la violencia de género”. Explica que “España es uno de los países en los que menos mujeres son asesinadas en Europa”.

Lorente recuerda que la violencia machista es “una violencia estructural que surge como consecuencia de una defensa de ideas, de un orden social” y que ya es cuestionada por “la transformación social, la igualdad y el empoderamiento de la mujer”. 

Lamenta que ésa es la violencia que impera hoy día. “Cuando se ponen en marcha medidas para corregirla, estás cuestionando la construcción cultural que da lugar a esa violencia, pero las medidas se han puesto en marcha y hay un cambio social evidente y además único a nivel mundial”, reflexiona.

Un cambio social que ha permitido pasar de 40.000 denuncias a más de 160.000 y que el número de homicidios, que ha alcanzado hasta 80 muertes de mujeres, sea ahora muy inferior. “Se ha evolucionado en términos de transformación, a pesar del drama”, dice.

Las medidas puestas en marchas contra la violencia machista “están transformando la sociedad, que es la que se ha hecho protagonista de este cambio porque las mujeres han dicho basta ya, basta de desigualdad, de agresiones, de violaciones y homicidios”, a la vez que apunta que ése es el cambio “contra el que se posiciona el machismo con su violencia”.

Las dos macroencuentras que valoran el número de mujeres que sufren violencia de género en España dice que en 2006 eran 400.000 mujeres y, en 2011, 600.000, a pesar de cinco años de Ley. “No es un fracaso, es una reacción del machismo porque cuando le quitas esa potestad de pegar con impunidad, el machismo responde para mantenerse a través de su argumento principal, que es la violencia”, explica.

Lorente advierte de la reacción del machismo a “un cambio social imparable”, pues “el hecho de que se esté cuestionando la estructura sobre la que surge la violencia de género y que se vea cómo se está transformando exitosamente, está haciendo que la respuesta de los violentos se manifieste con más violencia”.

Asegura que “el machismo está respondiendo señalando las denuncias falsas, a que las mujeres también maltratan a los hombres y que matan a sus hijos, también a nivel institucional, como eje de una política esencial de la ultraderecha amparada por la derecha”. Explica: “Dar voz a estos partidos políticos hace que el maltratador se sienta justificado moralmente para seguir haciéndolo”.

En una sociedad donde impera el individualismo, el materialismo y la inmediatez para resolver todo, “ese nivel de exigencia al otro sobre lo que yo demando, hace que la violencia sea un gran instrumento para conseguirlo”. Lorente señala que “no hay tolerancia a la frustración, ni capacidad de diálogo” y que “si ya no me gusta que el vecino haga lo que me molesta, imagínate lo que me puede molestar que mi mujer haga cosas que me cuestione como hombre”, dice.

Lorente afirma que “se juzga como se piensa”, basándose en la Ley y en cómo está redactada, “que a veces limita”; y en la interpretación de los hechos. Una situación que se extrapola al sistema sanitario, donde reconoce que a veces la mujer maltratada “no tiene la respuesta adecuada”.

La violencia machista es una lacra social que se erradica con la “concienciación, la crítica y la proactividad”. Explica: “Si no hacemos algo para erradicar la violencia de género estamos haciendo que continúe. No es admisible que el silencio pueda amparar a la violencia, ni a quienes cuestionan la realidad de la violencia de género. Esta involución de hablar de violencia intrafamiliar para ocultar la violencia hacia las mujeres y no criticar esa actitud es lo que hace que se asiente la violencia machista”.

Lorente dice que no hay que esperar a que las mujeres denuncien porque ésa es la trampa. “No lo van a hacer porque la cultura les dice que eso es tan normal, que ellas son culpables y que ellas son las que provocan…Tenemos que desarrollar muchas medidas de detección activa de la violencia de género y buscar ayudas y recursos para las víctimas sin necesidad que la denuncia sea el primer o único paso”, asegura.

Termina: “Ya es grave que no se denuncie y cuando la mujer acude a las instituciones y no somos capaces de darle una respuesta y protección, el fracaso es mayor porque demuestra distancia a esta realidad”.

 

“Al proteger a la mujer, olvidan que el agresor sigue estando ahí”

María Castellano (Jaén, 1948) es pionera en el estudio de la violencia contra la mujer

MARÍA CASTELLANO (JAÉN, 1948) ES PIONERA EN EL ESTUDIO de la violencia contra la mujer, la primera catedrática de una Facultad de Medicina en España,  miembro de la Real Academia Nacional de Medicina. Durante más de tres décadas ha entrevistado a mujeres y hombres, víctimas y agresores de la violencia machista. Ante un 2019 con 55 mujeres asesinadas por esta lacra social, reconoce que la protección de la víctima “pasa por el conocimiento del agresor” y que para ello, es fundamental la denuncia, “aunque ella se encuentre en situación de coacción, dominio o insulto”.

“Con los recursos actuales, deberíamos haber reducido la cifra de violencia extrema, de homicidios. Si una mujer denuncia tendría que tener garantizada su protección. No es así porque las medidas que se les ponen se olvidan de que el agresor está ahí”, apunta.

Señala la necesidad de la “valoración médico-forense y médico-psicológica del agresor, para saber si sigue siendo un riesgo para la mujer”. Denuncia que “son muchos los casos en los que la hace la propia Policía, basándose en lo que la mujer cuenta y, a veces, no se percibe el nivel de peligro para ella”.

Castellano reconoce que “se denuncia más” y la violencia machista “tiene más visibilidad”. Dice: “Socialmente, los maltratadores se sienten señalados y rechazados”.

El ambiente social de crispación “invita a la violencia”, reconoce. Para los agresores que “tenían buena autoestima y la pierden, que son dominantes y se siente humillados, que tienen el rencor como respuesta para quienes les perjudican, se sienten con un nivel de ansiedad tan alto que pueden dar el paso a la violencia extrema y a matar a la mujer, contagiados porque otro ha sido capaz de hacerlo”.

El hombre que agrede a la mujer y acaba suicidándose es aquel que tiene “una relación muy dependiente y crea un vínculo patológico con la mujer”. En este caso, “cuando el hombre ve la ruptura definitiva porque la mujer no se adapta a ese papel como su cuidadora y protectora, siente ansiedad y desesperación, mata a la mujer y no le importa quitarse la vida”. También hay hombres que “utilizan a los hijos contra la mujer”, matándolos. “Es un paso más en esa manera de hacer dramática la situación familiar y de pareja”, lamenta.

Concluye: “Los casos de violencia machista y el ambiente de crispación social invita a que el agresor maltrate”.

Si al denunciar, el agresor siente “injusticia” porque las medidas favorecen a la mujer, “piensa que tiene razones para maltratarla o matarla”. Una de las situaciones de riesgo para la víctima, aclara, es el divorcio. “Los conflictos se hacen más graves que cuando había convivencia por motivo de los hijos. Una mujer que ha sufrido malos tratos piensa cómo va a tratar esa persona a sus hijos. Cuando llegan de estar con el padre, empiezan las preguntas a los niños, que lo viven con una actitud de alerta acerca de qué pueden decir y qué no. Para ellos es muy penoso”.

María Castellano reclama que la sociedad trabaje en una actitud general “de rechazo a la violencia machista en todas sus situaciones”, para verla como “una lacra social” porque es “un problema de salud pública”. 

 

“Llegué a pensar que quien me maltrataba era mi salvación”

Rosa Palazuelo, de 51 años, fue víctima de la violencia machista durante cinco años

ROSA PALAZUELO, DE 51 AÑOS, ES NATURAL DE MADRID, PERO  se considera una jiennense más, pues esta ciudad la ha devuelto a una realidad muy diferente a la que vivió hace ahora quince años, como mujer maltratada por su pareja, un hombre al que conoció en un pueblo de Granada, en el supermercado donde ella trabajaba. “Me pareció un hombre estupendo. Al irme a vivir con él, cambió rotundamente. Pasó de ser un ángel a un diablo”, reconoce.

Fue víctima de la violencia machista durante cinco años. El inicio de su relación con su agresor coincidió con la muerte de una hija, de 18 años, fruto de una relación anterior.  “Ni siquiera me permitió pasar el duelo. Decía que lloraba porque no podía ver a mi querido”, recuerda, señalando los celos que demostraba.

Ella dejó el empleo que tenía y su agresor, para controlarla, se presentaba en casa para comprobar que no lo engañaba. “Se creía que le era infiel. Me dejaba encerrada y me escondía el móvil. Al final lo echaron del trabajo. Me di cuenta de que era una víctima de la violencia machista después del embarazo de mi primera hija con él. Decía que no era suya”, apunta.

La situación empeoró y fue al acudir a pedir alimentos en un centro social del municipio granadino donde residían, cuando las trabajadoras sociales “se dieron cuenta de todo”. Su cambio físico fue uno de los detonantes. Engordó 20 kilos. “Me salvaron. Se portaron muy bien”, agradece.

La animaron a denunciar y lo hizo en Granada capital. “Estuve denunciando durante cuatro horas”, recuerda, señalando el tiempo que necesitó para no dejar nada fuera a la hora de denunciar a un hombre que en una paliza le rompió los dientes. Ella ya estaba en una casa de emergencia, junto a su hijo Carlos, que entonces tenía 16 años, y dos niñas pequeñas, Candela y Triana, ésta última fruto de la violación a la que fue sometida por su agresor. “Pensé en darla en adopción. Parí en casa y al tenerla en mis brazos, no pude hacerlo”, explica. Su hijo Carlos fue víctima de la violencia psicológica con la que empezó todo. “Nunca le pegó”, aclara.

Ella se llegó a sentir una “inútil”. Dice: “Llegué a pensar que mi salvación era él”, comenta, a pesar de que su agresor le decía que era “una mierda”, que nadie la iba a querer. “Quién te va a querer con lo gorda que estás, con hijos y sin trabajo”, le repetía cada día.

La protección policial fue una constante en su día a día en la casa de emergencia, desde donde salió para denunciar. No hubo juicio. Su agresor no fue a la cárcel. “Sólo quería un médico forense que reconociera su esquizofrenia paranoide con trastorno bipolar”, dice. Eso lo mantuvo alejado de sus hijos un año. Después, Rosa le dejó ver a sus hijas, que entonces tenían 6 y 5 años. “Ellas querían ver a su padre”, explica. Cuando llevaban con él 17 días, las pequeñas habían cogido cinco kilos de peso. “Se las dejé con una compra de 200 euros en alimentos y los vendió para gastárselo en fumar. Mis niñas comían la bollería que el panadero les regalaba”, apunta.

En enero de 2009 llegó a una casa de acogida de Jaén y luego, a un piso tutelado, ambos recursos del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), que le dieron una respuesta inmediata desde su ingreso en la casa de emergencia. “Me hicieron sentir persona. El trato del personal fue una maravilla”, agradece. Aún sigue recibiendo atención psicológica en el IAM, con el que también ha conseguido trabajo.  “He encontrado en Jaén mi lugar”, dice.

Es el ejemplo de que “de la violencia machista se sale”, como ella reconoce, pero “hay que denunciar”. Termina: “La mujer tiene que contarlo, denunciar y entonces estará protegida y volverá a vivir”.

55 MUJERES ASESINADAS EN 2019*

3 de enero en Laredo (Cantabria): Rebeca Alexandra Cadete, 26 años

12 de enero en Fuengirola (Málaga): Leonor Muñoz González, 47 años

13 de enero en Lanzarote: Romina Celeste Núñez, 28 años

15 de enero en Toreno (León), mujer 95 años

19 de enero en Zaragoza: Rebeca Santamalia, 47 años

26 de enero en Dos Hermanas (Sevilla): Rosa Romero, 67 años

30 de enero en Reus (Tarragona): Kelly M. Q. 17 años

3 de febrero en Santa Cruz de Tenerife: Rosa María Concepción Hernández, 57 años

8 de febrero en Alcalá de Henares (Madrid): Daría Oliva Luna, 42 años

9 de febrero en Planes (Alicante): Sheyla Chazarra Moyano, 34 años

8 de marzo en Madrid: Estrella Domínguez, 81 años

9 de marzo en Estepona (Málaga): Gloria Tornay, 58 años

10 de marzo en Valga (Pontevedra): María Jesús Aboy, 46 años

25 de marzo en Loeches (Madrid): María, 39 años

2 de abril en La Laguna (Tenerife): María Soledad Bobet Castro, 47 años

2 de abril en Rojales (Alicante), 39 años

7 de abril en Vinarós (Castellón): Nelea Severa, 36 años

11 de abril en Puerto Rico (Gran Canaria): María V. 42años

20 de abril en Olot (Girona): Irene López

24 de abril en Adeje (Tenerife): Silvia Handrick, 39 años

1 de mayo en Parla (Madrid): Juana Ureña, 47 años

9 de mayo en Torre-Pacheco (Murcia): Lourdes Mantilla, 42 años

30 de mayo en Agüimes (Gran Canaria): Lilium, 38 años

3 de junio en Iznájar (Córdoba): Piedad, 50 años

3 de junio en San Fernando (Cádiz): Manuela B. B., 61 años

10 de junio en Alboraya (Valencia): Beatriz Arroyo, 29 años

12 de junio, Málaga: Dana Leonte, 31 años

14 de junio en Córdoba: Ana Lucía da Silva, 49 años (victima 1.000)

14 de junio en Córdoba: Ana Lucía da Silva

2 de julio en Rute (Córdoba): Piedad Cruz, 42 años

8 de julio en Salas de los Infantes (Burgos): Monika Asenova, 29 años

13 de julio en Elche (Alicante): María Asunción Pérez Ibarra, 47 años

15 de julio en Almería: M.D.N.N, 39 años

17 de julio en Cortes de la Frontera (Málaga): María Elena Peinado, 47 años

18 de julio Viladecans (Barcelona): Susana Cortés, 42 años

21 de julio en Villalba (Lugo): María Carmen Vázquez, 47 años

22 de julio en Calpe (Alicante): Rita Riet Jeannine Say, 57 años

24 de julio en Terrassa (Barcelona): Eva, 47 años

29 de julio en Escalante (Cantabria): María Jesús Rodríguez, 52 años

31 de julio en Villagonzalo Pedernales (Burgos): María Josefa Santos, 55 años

2 de agosto en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona): Nicole Olaechea, 21 años

15 de agosto en Madrid: María del Pilar Cardeñoso Payo, 48 años

18 de agosto en Jaén: Dolores L. R, 74 años 

16 de septiembre en Pontevedra: Sandra Boquete Jamardo, 39 años

17 de septiembre en Madrid: Adaliz Villagra, 31 años

22 de septiembre en Colonia Sant Jordi (Mallorca): Ika Hoffmann, 59 años

30 de septiembre en Las Palmas de Gran Canaria

20 de octubre en La Zubia (Granada): Silvia Contreras, 40 años

20 de octubre en Vic (Barcelona), 25 años

22 de octubre en Dénia (Alicante): Helena Veslos, 44 años

31 de octubre en Castellbisbal (Barcelona) 41 años

25 de noviembre en Granadilla de Abona (Tenerife): Sara 26 años

29 de noviembre en Iznájar (Córdoba): María López 86 años

30 de noviembre en Madrid: Alexia Paola Carralero 38 años

2 de diciembre en El Prat de Llobregat: Yúlia S. 41 años

 

**HASTA EL 29 DE ENERO DE 2020 HAN SIDO ASESINADAS SIETE MUJERES Y UNA NIÑA

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