Alejandro Merello
Pues sí, siempre lo hemos sido y parece que lo seguiremos siendo, un país de postureo. Más preocupado en qué pensará el vecino que en nuestros propios actos. ¿Quieren un ejemplo?¿Por qué creen que los americanos son tan buenos en el deporte, a parte de por los recursos que destinan a fomentarlo? Pues es esa falta de complejos y la ausencia de la filosofía del “qué dirán” que los empuja a experimentar y no temer al error como base del aprendizaje.
En una película norteamericana, el protagonista no duda en colocarse un casco si la escena requiere el uso de una bicicleta o unas rodilleras, si el asunto va de patines. Aquí, aquí dile tú a uno que se ponga coderas para salir a patinar, que te garantizas obtener un “¡qué vergüenza!” como respuesta. Y es que estamos más preocupados en la foto que en lo que refleja la escena. Y te pones a rascar, ¿y qué sacas?
Nada, nada nuevo. Ahora eso sí, fotos por doquier, mientras más fotos y apariciones públicas, mejor. Y así fomentamos el sectarismo borreguil de las masas, que a falta de respuestas concisas sobre la enjundia de un tema concreto, te responde con un “pero lo estoy viendo en muchos sitios, algo estarán haciendo”. Y cómo el de la foto es el mío, pues allá que voy yo detrás. A esto súmale un par de iniciativas populistas y ya tienes el cocido listo.
Ya se los decía yo. Dame pan y llámame tonto… pero no sólo de pan vive el hombre. Salir al balcón estuvo bien, pero estuvo bien no sólo por el reconocimiento a nuestros sanitarios, sino porque nos dio una idea de colectivo precisamente en el momento que más separados, físicamente hablando, estábamos. Pero esa idea se ha volatilizado y volvemos a separarnos ¡Menudo paradoja!, ¡nos unimos cuando estamos separados y nos separamos cuando empezamos a unirnos! Y acordes a los tiempos que corren, volvemos a separarnos entre rojos y azules, derechas e izquierdas… y por qué no decirlo: entre los que se ponen mascarilla y los que la llevan en el codo. Que no, que en el codo iba la codera… ¡ya estamos con la vergüenza, otra vez!
