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Medicos andaluces en el extranjero: “No trabajaría hoy para el SAS”

Los facultativos remarcan que las condiciones laborales y económicas no son atractivas: “En Suecia, tengo tiempo para los pacientes y respetan la profesión”

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  • La falta de médicos ha generado debate en plena pandemia, pero es un problema anterior. -

Justo un mes antes del decreto del estado de alarma, el Servicio Andaluz de Salud (SAS) publicó una convocatoria para la provisión temporal de 48 puestos de medicina de familia y 17 puestos de pediatría para el distrito sanitario Huelva-Costa porque la bolsa única no tenía candidatos. “En breve estaremos igual en Cádiz”, vaticinó entonces el portavoz del Sindicato Médico, Juan Benjumeda, quien, además de que acertar en su pronóstico, advirtió de que de las 35 personas que acabaron el MIR en 2019, solo se quedó uno.

La fuga de batas blancas no es un problema nuevo. El verano del año pasado, la Junta fue incapaz de contratar a 130 facultativos por falta de profesionales, de manera que solo incorporó al 2% del total previsto para el refuerzo del servicio en periodo estival. Cádiz, por su parte, es la tercera provincia andaluza con mayor número de certificados de idoneidad, necesarios para trabajar en otros países, expedidos en el último ejercicio, 58, solo por detrás de Sevilla (128) y Málaga (169). Según el informe del Consejo Andaluz de Colegios Médicos (CACM), los destinos más repetidos son Francia, Alemania y Emiratos Árabes.

Suecia también es una buena opción. “Aquí tengo tiempo para mis pacientes (hasta 30 minutos) y la sensación de que se respeta mi trabajo, tanto por parte de las instituciones como por parte de los usuarios y mis colegas”, asegura Arancha Láinez, sevillana, con casi dos décadas de carrera profesional en Skövde, a 343 kilómetros de Estocolmo. “Echo de menos España por la familia, pero por la profesión, ni loca”, exclama.

Mercedes Domínguez, ubriqueña, solo lleva seis años en Suecia, pero tampoco está dispuesta a cambiar la estabilidad que le ofrece el sistema sanitario escandinavo, al que se accede con un contrato de residencia que, en la práctica es indefinido, por la precariedad del empleo en Andalucía. Aprendió el idioma durante el primer año gratuitamente, el Estado ofreció facilidades para que su marido pudiera establecerse profesionalmente y ambos se reparten hoy la baja de 480 días por el nacimiento de su hijo.

“No trabajaría hoy para el SAS”, asegura, sin atisbo de duda, Javier Delgado, jerezano que pasa consulta, por temporadas, entre Castilla y León e Irlanda. Durante la pandemia ha residido en Ávila, donde ha constatado que “aquello de que teníamos la mejor sanidad del mundo era pura propaganda”.

Delgado señala que la crisis sanitaria ha puesto de manifiesto que son necesarias más instalaciones sanitarias, nuevos hospitales en Cádiz y Jerez, y falta colaboración entre las comunidades autónomas y planificación. “En Irlanda no obligarían a trabajar sin equipos de protección individual (EPI)”, agrega. “Mis compañeros no entienden muy bien que es lo que está sucediendo en España”, admite, en referencia al caos en la gestión de la pandemia.

“Da pena que estemos en la lista de países con peores datos”, lamenta, en el mismo sentido, Mercedes Domínguez. “Se ha antepuesto la política en ocasiones a la lucha en común para derrotar al Covid”, afirma. Y, si bien reconoce que era muy difícil prever una situación como la que sufrimos, “se podría haber reforzado el sistema sanitario”.

En Suecia, pese a que la estrategia del Gobierno ha generado polémica y sigue siendo una incógnita el futuro inmediato, no ha habido, como en Andalucía, colapso de la atención primaria. “Hemos atendido por Skype y telefónicamente, restringendo el acceso a los centros de salud a personas con citas y urgencias, se desprogramaron las operaciones no urgentes y se han ampliado camas para cuidados intensivos”, explica. Además, el Ejecutivo ha insistido en la necesidad de mantener la distancia social, no salir a trabajar o evitar contactos si existen síntomas, redurir  el número de personas en reuniones al mínimo y no es obligatorio el uso de la mascarilla. “Hemos seguido a rajatabla las normas”, añade.

“Ningún gobierno lo ha hecho perfecto”, admite, pero las deficiencias que arrastraban las regiones han condicionado la respuesta. Ahora, el SAS plantea la contratación de médicos extracomunitarios. Javier Delgado advierte de que, una vez completada la formación y en cuanto adquieran el título europeo, se marcharán. Hace solo una semana, Gerardo Pérez Chica, jefe de Servicio de Neumología del Hospital Universitario de Jaén y miembro del Consejo Andaluz de Colegios de Médicos, reclamaba “las medidas laborales oportunas por parte de las distintas administraciones para facilitar la vuelta de gran parte de los profesionales diseminados fundamentalmente por Europa”. El Gobierno central también desoye esta petición y apuesta por permitir que médicos sin MIR ejerzan como especialistas.

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