Pedro Sevilla
Arcos
Tiene carácter, dicen, y al oír esa expresión me acuerdo de nuestro “Platero y yo” cuando el moguereño JRJ dice de uno de sus personajes que “tieasero”, o sea, tiene acero. Acero, carácter, madurez, desparpajo, el actor Emilio Rosales tiene todo eso, más una juventud que uno, tan lejano ya de ella, recobra siquiera por contagio, hermoso contagio, cuando está cerca de muchachos como él, a los que hemos visto crecer y que ahora crean mundos subidos en unas tablas y moviéndose en una nave espacial hecha con cuatro barras de hierro. Emilio Rosales, el actor Emilio Rosales, se sube mañana en las tablas del Olivares Veas para desde allí llevarnos al espacio, para hacernos ingrávidos y sutiles y para monologar sobre las grandes preguntas que nunca dejan de asaltarnos, entiéndase el tiempo, la muerte, Dios o esa luz a la que llamamos amor. El texto es del poeta y filósofo José Mateos, poeta y filósofo de las grandes preguntas, esas que no tienen respuesta porque son preguntas auténticas, así que anuncio ya que esta representación nos va a dar sed, no agua, inquietud y perplejidad, no certezas. Para certezas el Inspector Poiarot, que en cada episodio nos descubre al criminal, y siempre en media hora escasa. Esto va de vislumbrar cosas, de acercarse al misterio pero quedarse siempre a dos pasos, porque hay cosas, dice el autor, que se nos aparecen ocultándose.
Si los caminos del Señor son inescrutables no lo parecen menos los del teatro. Lo digo porque de una canción de David Bowie, ‘Space Oddity’, surge un texto del poeta Daniel Cotta y de ahí una obra teatral del también poeta y filósofo José Mateos, que usted va a representar mañana día 24 en el teatro Olivares Veas de Arcos. ¿Nos explica ese recorrido?
–Bueno, creo que todo ese recorrido se debe a una serie de decisiones que va tomando el equipo de ‘Amniótica’ a lo largo del proceso creativo para conseguir el mejor resultado posible. Hace aproximadamente dos años y medio nos llegó el texto de Amniótica de Daniel Cotta, y tras leerlo no pudimos no aceptarlo. En esa primera lectura, la obra me capturó y emocionó, de hecho, cayó alguna lágrima. Sin embargo, el teatro se debe entender como un proceso creativo, en el que vas descubriendo la obra con el equipo, y vas entendiendo a los personajes. El libreto que tienes al principio no suele coincidir con el último, porque a lo largo de los ensayos se van explorando nuevos caminos. Al dirigir la obra el escritor José Mateos, estas exploraciones se las fue llevando a su terreno, como es lógico. Y es que un artista, para trabajar a gusto, debe contar con libertad creativa. Por eso, en el momento en el que la actriz que trabajaba con nosotros en la primera versión nos deja por motivos personales más que justificados, Mateos decidió agarrarse a esa libertad creativa y hacer un monólogo que pudiera reflejar sus propias inquietudes, basado en la historia de Cotta. Y fue claramente un acierto. Pero me parece muy interesante que la editorial Libros Canto y Cuento haya decidido publicar ambos libretos, ya que pienso que la historia de Daniel Cotta merece también ser conocida.
‘Amniótica’ suena a ingravidez, a placidez. Amniótica puede ser claustro materno o exteriores remotos, con las estrellas al alcance de la mano. Estar dentro y tener que salir, que gestionar una vida. Los que conocemos la obra toda de José Mateos sabemos que si le preguntáramos a él nos diría que a esta vida nos trae el amor y que nuestro cometido es amar lo más posible. ¿Va por ahí la obra?
–Es que al fin y al cabo, el amor es probablemente lo mejor del ser humano. Por ahí va la obra, sí. Cuando una obra de teatro, una película… tienen como tema principal el amor, de repente se te disparan todas las alertas de que puede caer en el cliché. Pero puedo asegurar, que una de las genialidades de la obra es que esto no ocurre. Tampoco quiero desvelar mucho el enfoque, soy de esos que le cuestan hacer sinopsis porque teme desvelar algo que no debería. Pero podríamos decir que el personaje de Tom Major empieza la obra en una total oscuridad, y el amor es esa vela que da un poco de esperanza. El amor como elemento que da fuerzas al ser humano para seguir adelante.
¿A cuántas preguntas se enfrenta el astronauta Tom Major mirando desde arriba lo profundo y observando a nuestro planeta como una canica azul?
–Imagínate, Tom Major se haya enfrente del Todo. ¿Qué hay más enorme que el universo? Es eso lo que él ve a través de las ventanas de la nave. Cuando tienes delante ese Todo, es imposible no hacerse preguntas, y más si estás al final de tu vida. Todos alguna vez nos hemos cuestionado qué es el universo y si es infinito. Pero, ese pensamiento viene seguido de ¿cómo se creó? ¿existe Dios?, ¿qué hay después de la muerte?. Pensar en el universo es exhaustivo, porque automáticamente se nos crean mil preguntas más,a las que no podemos dar respuestas. Así que Tom Major delante de ese Todo, de ese universo, al borde de la muerte, le vendrán una batería de preguntas existenciales. Pero que nadie venga a ‘Amniótica’ con la esperanza de que las resolvamos, porque creo que nadie puede responderlas. Sin embargo, quién venga a ver ‘Amniótica’ puede estar seguro de que saldrá reflexionando y podrá hacer su propia interpretación de la obra. Como dice el dramaturgo Eusebio Calonge, el teatro y el arte no está para resolver preguntas, sino para plantearlas. Las respuestas tendrá que buscarlas el público.
Dicen los que ya han visto su representación, en Madrid o en Jerez, que estamos ante una tragedia griega, que es lo mismo que una búsqueda del sentido de la existencia, de lo más entrañado en lo humano. ¿No le da miedo interpretar sentimientos tan hondos, tan vividos? Lo digo por su apreciable juventud, tan cercana todavía de la adolescencia.
–Pues mira, no te voy a decir que no ha llegado a mis oídos que había gente que pensaba que alguien de veinte años no se iba a poder subir solo en un escenario para hacer una tragedia. Pero también sé que esa gente, después de ver ‘Amniótica’ acabó aceptando algo que debe entender todo el mundo: no tener prejuicios ante la edad de un artista. Obviamente, un actor se basa en vivencias. Pero pensar que una persona de mi edad no va a poder enfrentarse a personajes complejos es un error. Eso dependerá no de la edad, sino de la madurez artística del actor. Pienso que este era un buen momento para enfrentarme con esta tragedia, era un reto. Son los espectadores los que deberán valorar si ese reto está superado o no. Además, para cerrar el tema de la edad, son varias las ocasiones en las que ves una película o una serie y los actores jóvenes son incluso mejores que los ya adultos. Es cierto, que es difícil que ocurra, porque los actores constantemente estamos formándonos. Pero hay excepciones y creo que la gente debe darnos la oportunidad de mostrarnos. Luego, como digo, ya decidirán si nos la merecíamos o no. Pero vaya, ya te digo yo que el público cuándo empiece la obra no va a pensar en mi edad, ¡no le va a dar tiempo! (Risas.)
Denos un par de razones para acudir este 24 de octubre, a las nueve de las noche, al teatro Olivares Veas para ver ‘Amniótica’.
–Decir que es una obra de José Mateos ya es razón suficiente, pero por si acaso hay todavía hay gente que está dudando: ‘Amniótica’ va a conseguir que el espectador, durante una hora, se sienta en el espacio flotando, y ¿quién no ha deseado nunca poder sentir las estrellas tan cerca?