Abril, ese mes soñado para todos, cuando iban a llegar millones y millones de vacunas y se iba a volver poco a poco a empezar a volver a la antigua normalidad, pero, la realidad es bien distinta y estamos presenciando otro espectáculo dantesco de esta paupérrima Administración que nos ha tocado en el peor momento que ha vivido el país en las últimas décadas. No sólo nuestros mayores no están todos vacunados todavía, sino que ha habido un bochornoso descontrol a la hora de coordinarse para saber que políticas se siguen con las diferentes vacunas.
Astrazeneca, esa macro farmacéutica a la que todos los europeos hemos demonizado por haber priorizado otros Estados como es Reino Unido o Israel sobre los contratos de suministro con la Unión. Una Unión Europea que se ha visto indefensa y como un país que acaba de abandonar el barco ha seguido una estrategia muchas mas rápida y efectiva para el control del virus, buen palo para los defensores de la muchas veces absurda burocracia europea.
El problema continúa con los efectos secundarios de la vacuna anglo-sueca, mientras las vacunas americanas parecen ser inmaculadas, esta última que ha llegado a cuentagotas en el primer trimestre parece que esta causando temor entre las personas que son llamadas a vacunarse, dándose en Madrid jornadas en las que no asistían la mitad de las personas citadas. Las Comunidades Autónomas, abandonadas por el Ministerio de Sanidad, han tomado directrices a cada cual más absurda en vez de ponerse de acuerdo siguiendo el consejo de la EMA y seguir con normalidad con la vacunación.
Todos sabíamos que este proceso tan acelerado de investigación y producción de las vacunas generarían ciertos riesgos, como también tiene riesgo conducir un coche, volar en avión o cruzar un semáforo, pero son riesgos asumibles, exactamente igual que los riesgos que conlleva vacunarse contra una enfermedad que se ha llevado más de 75 mil vidas en un año, en datos oficiales.
Yo no tengo duda, que si mañana me llamasen para administrarme la inyección, sólo preguntaría a la hora que debo estar en mi centro de vacunación, nada de interesarme por marcas, ni dosis, para mí sería la mejor noticia sin dudarlo, volver a abrazar a mis seres queridos sin tener la mosca detrás de la oreja, volver a disfrutar de reuniones con mis amigos sin el miedo a llevar el virus a mi casa, una liberación después de un año encerrados en nosotros mismos. n