Estamos en la era de la información y de la desinformación, donde somos habitualmente avasallados por pequeñas dosis de información a cada instante. Internet, las redes sociales e incluso los medios convencionales han sucumbido a la tendencia de la cantidad por la calidad.
Está claro que la información ha tenido una evolución en estos últimos años debido a que las redes sociales han democratizado los canales de llegada a los usuarios finales. Este canal ha dotado de fama en ciertos sectores a grandes comunicadores antes que a excelentes profesionales. Es de admiración el alcance que llegan a tener, pero al final el usuario está consumiendo un producto que no siempre es fidedigno ni pasa ningún tipo de control de veracidad. ¿Qué pasaría si nos enterásemos que el dentista que ves en instagram ni siquiera tiene el titulo universitario? ¿O el abogado que ves en TikTok no ha celebrado un solo juicio en su corta carrera profesional?
Afortunadamente en el sector legal, todavía, el grueso de casos y operaciones se llevan desde despachos serios y rigurosos, aunque ya se atisba a ver el cambio de tendencia. De vez en cuando, sí que se da el caso de un cliente que viene desde un despacho que ha conocido a través de uno de estos nuevos canales, pero, a su pesar, le han llevado el tema lastimosamente. Esto no es ni mucho menos una demonización de las redes sociales, de hecho, me parece sano esta democratización que han propuesto en la sociedad y llamadme escéptico, pero tampoco creo en las ‘oficinas de verificación’ que se han puesto tan de moda y que para mas inri están tremendamente politizadas. Sí me gustaría hacer un pequeño llamamiento a nosotros como usuarios y receptores finales de toda la lluvia de información, es que dependiendo de donde venga la tratemos con la cautela precisa, que sepamos contrastarla.
Porque está es la última parte de la cuestión, en muchas ocasiones no sabemos rebatir una noticia porque hemos perdido totalmente el pensamiento crítico, sobre todo si de política hablamos, es como si fuera un equipo de futbol al que se apoya sin fisuras, justificando todo lo que haga. Es nuestra responsabilidad leer autores de toda índole, formarse una ideología propia y así poder discernir entre lo que realmente tu piensas que está bien hecho y lo que no.