¿Qué ha pasado para que Andalucía haya pasado de ser una de las comunidades con menor incidencia del país en la primera ola a ser en pocos meses la segunda comunidad con la tasa más alta en la tercera ola, tan solo superada por Madrid? Si el Gobierno andaluz presumía de su permanente anticipación como factor cardinal para haber sorteado mejor que nadie el primer embate de la pandemia, ahora evidentemente, si aplicamos la misma regla de tres, no se está anticipando, sino todo lo contrario. Usando el mensaje que empleó la Junta contra el Gobierno central al que reprochó ser un ejecutivo de reacción, ¿está ahora la Junta llegando tarde y mal?
No pocos expertos cuestionaron el argumentario del Palacio San Telmo cuando se jactaba, como si de una competición territorial se tratase, de su celeridad como clave para combatir mejor que nadie el maldito virus. Cada martes, tras cada consejo de gobierno, o en cualquier comparecencia pública, el consejero de la Presidencia, Elías Bendodo, ensalzaba que la Junta no iba “ni al ritmo de propagación del virus ni con la lentitud del Gobierno central en la toma de decisiones”. Entonces, si antes esto era así, ¿ahora qué pasa? ¿La Junta sigue insistiendo en que fue un gobierno de anticipación porque entonces ahora ya no lo es? O si sigue siendo un gobierno de antelación e iniciativa, ¿por qué ahora ese adelanto no le está rentando? Y es que lleva más de un mes por encima de la media nacional y, en esta última semana, es la segunda peor comunicad en la tasa de contagios?
Suelo empatizar con los gobiernos, sean del ámbito territorial o del color político que sean, ante coyunturas catastróficas como la actual. Con lo que no puedo ser condescendiente es con la falta de contención y con el intento de sacar rédito político de la pandemia con propaganda sobre lo bien que lo hago y lo mal que lo hace el adversario. Nos podía gustar más o menos, podía tener el asidero de los datos para agarrarse, pero ya desde la segunda ola, cuando Andalucía acumuló algunas semanas más contagiosidad que las otras comunidades, la Junta debió abandonar ese mensaje. Y no lo hizo. Ahora debe explicar qué está haciendo mal para ser el peor de la clase y, de paso, justificar muy bien por qué anuncian ya el inicio de la desescalada cuando otras comunidades ‘más limpias’ que nosotros perseverarán en las restricciones. ¿Eso es también anticiparse o dar bandazos porque 24 horas el presidente Moreno dijo que no iban a correr?