Desde que Zapatero pronunciase la palabra crisis han pasado cinco meses y sus decisiones se pueden resumir en apenas tres puntos. Primero: se crea un Fondo de Adquisición de Activos Financieros al que pueden acudir bancos y cajas. Segundo: se aplazará parte de la hipoteca, hasta 500 euros y durante dos años, a aquellos desempleados que tengan que hacer frente a préstamos para viviendas no superiores a 180.000 euros. Tercero: se estudian líneas de crédito ICO para pequeñas y medianas empresas, pero se desconoce la cantidad, cuándo se pondrán en marcha, el máximo que se podrá solicitar o si el ICO recibirá una cantidad extraordinaria para dar abasto a las peticiones. Junto a otras decisiones, a grandes rasgos el Gobierno sólo ha salido a la palestra para solucionarles la papeleta a los bancos y cajas.
En momentos extraordinarios hacen falta medidas extraordinarias y ahora es cuando se le reclama al presidente la valentía que ha demostrado en otras ocasiones. Hay que felicitar al presidente por apuntillar una fecha de caducidad a este dinero y destinarlo a los ayuntamientos. Se echa de menos que se facilite la creación de empresas, que se obligue a los bancos y cajas, bajo amenaza de no poder concurrir a las subastas de activos, a conceder cierto tipo de préstamos, destinados a la generación de riqueza. No hay valor para reducir los impuestos y tampoco se sabe si el Gobierno recortará sus gastos y aplicará un plan de austeridad ejemplar.