Ya no hay duda alguna. El Ayuntamiento se ha apropiado de los muertos y los ha hecho suyos. No hay ciudad en nuestro entorno, donde se favorezca más la mortandad que aquí. Hay que reconocer que en La Isla hay más muertos que vivos y se ve a leguas que en sus caras llevan grabado un sello especial. Ya se puede decir que los muertos de nuestro Ayuntamiento tienen algo que los distingue del resto de fiambres de otras ciudades.
El muerto de La Isla es más tranquilo, más sobrio, y, cuando anda, no va pegando bandazos con los brazos descoyuntados, sino que lo hace en plan sosegado por la costumbre que arrastra de rozarse siempre con tantos parados como tenemos. Si hubiera un concurso de muertos en condiciones, estoy seguro de que los muertos del Ayuntamiento se saldrían, de sus respectivas cajas, y triunfarían. En este terreno La Isla tiene un gran porvenir, porque ya hay muchos cañaíllas, cuya ilusión es estar más muertos que vivos.
Aquí los muertos del Ayuntamiento se ven amparados, no como en otros sitios, donde los entierran y si te vi no me acuerdo. Aquí estamos ya en otra fase; los muertos se nos han hecho familiares, nos sirven de diversión y de carnaval, son motivo de cachondeo... Aquí solamente tememos a los vivos; esos son los que nos hacen daño. Los vivos son los que nos fríen con las citas previas, los que nos suben la luz, los que nos meten impuestos por cualquier cosa...
Sin embargo el Ayuntamiento ha sembrado por todas partes ataúdes, cadáveres, sangre, telarañas… La pregunta es: ¿por qué no se ponen también a vivos colgados por todas partes algún día del año? ¿Ven la discriminación? La cosa es liarnos del todo. Lo mismo pasa con estas fiestas. El personal las ha confundido para los restos (nunca mejor dicho). Hoy lunes día 1 de noviembre es el día de todos los santos, de absolutamente todos los santos. Y mañana martes día 2 de noviembre es el día de todos los muertos, de absolutamente todos los muertos. Mañana es cuando hay que ir al cementerio, no hoy. Mañana es cuando hay que acercarse allí para acordarse de los muertos.
Es que no se enteran. Los santos se cabrean seguramente cuando observan que en el día de su santo, el personal acarrea muchos ramos de flores, pero no son para ellos, sino para los que se murieron de no sé qué. El Ayuntamiento es el responsable de que la gente no haga más que pensar en los muertos. Pero los locos no tenemos más remedio que aclarar que hay muchas clases de muertos: los que se mueren de verdad, los que están muertos en vida y los que estando muertos salen vivitos y coleando como en la serie “Walking dead”, cuya traducción aproximada al cristiano no es “los muertos de Joaquín”, sino “los muertos del que no pasee”.
Pero hoy es el día de todos los santos. Y sin embargo, los cañaíllas, en vez de luchar por ser buenos, cogen y se van al cementerio para ponerle las flores que no le echaron al difunto correspondiente en vida. A nuestros paisanos se les ha acostumbrado a que les guste más el terror que la tranquilidad, las telarañas que la limpieza y la motosierra que el cortacésped.
Por tanto, como el Ayuntamiento los mima y como son sus niños bonitos, nuestros muertos de La Isla llevan la cabeza bien alta y va a ser muy difícil volverlos a meter en el nicho. Además, ¿cuántas veces habrá que matarlos para que se queden quietecitos? Un problema.
