Afán de la belleza

Publicado: 08/11/2021
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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Se cumple este año el centenario del nacimiento de Manuel González Sosa, hombre de letras, poeta, crítico y devoto lector
Se cumple este año el centenario del nacimiento de Manuel González Sosa (Guía. Gran Canaria, 1921 – Las Palmas de Gran Canaria, 2011). Hombre de bien y hombre de letras, poeta, crítico y devoto lector, fue ejemplo de discreción y honestidad literarias.

En noviembre del mismo año de su fallecimiento, El Perseguidor, suplemento cultural del “Diario de Avisos”, le dedicó un monográfico que bajo el título de “En memoria de Manuel González Sosa”, reunía algunas muestras de su poesía, además de comentarios sobre su persona y su obra. Entonces, el profesor Eugenio Suárez-Galbán, anotaba en su lúcido artículo: “Para él la honra y la fama que trae el arte fueron sólo una desviación de la misión del poeta, la cual siempre consideró que no es otra que la búsqueda y difusión de la belleza a través del lenguaje”. Y, en verdad, que signado por ese afán humilde y humano, su quehacer fue creciendo pausado, riguroso, en ediciones de escasa tirada que iba repartiendo entre sus familiares y más cercanos amigos.

    Tuve la fortuna de conocer a Manuel González Sosa en su Canarias natal y de mantener una duraderacorrespondencia epistolar. Conservo sus cartas y su letra pulcra me lleva hasta esa inevitable melancolía que despierta el ayer, la ausencia de los que se fueron. Siempre generoso, me hizo llegar en otoño de 2006 un inédito para la revista “Piedra del Molino” y, cuatro años más tarde, un bello soneto que tenía a esta misma piedra como protagonista.

Ahora, como merecido homenaje a su decir, a su figura  y a su citado centenario, ve la luz su “Poesía Completa” (Pre-Textos. Valencia, 2021), en edición de Andrés Sánchez Robayna, quien ya publicara en 2013 un volumen recopilatorio del escritor insular, “A pesar de los vientos”.

 

    Los cinco cuadernos que editó en vida se reúnen, pues, aquí y ahora: “Sonetos andariegos” (1967 y 1992), “Cuaderno americano” (1997), “Paréntesis” (2000), “Tránsito a tientas” (2002) y “Contraluz italiana” (1998 y 2004). A éstos, se une un apéndice, “Poemas dispersos”, que aúna lo nunca antes compilado por el autor.

Andrés Sánchez Robayna, gran conocedor y difusor del legado de González Sosa, incide en que estamos ante un poeta “ para quien la escritura se producía como una suerte de destilado de una experiencia  marcada siempre por una honda meditación, pero en la que ésta luchaba siempre por encontrar la expresión exacta, aquella que más se ajustaba a la experiencia vital, y que al cabo se hacía indisociable de una nueva, irrenunciable experiencia del lenguaje mismo”.

    Al hilo de estos poemas, plenos de sabia dicción, de condensada sabiduría, el lector podrá descubrir el anhelo por recrear la dicha y la nostalgia de su propia existencia, la búsqueda constante por hallar la palabra exacta, la misma que se hace necesaria para adentrarse en los ámbitos más hondos de lo amado.

Manuel González Sosa no olvidó nunca que cuanto el lenguaje cifra y modula se convierte en conciencia capaz de cristalizar en una intersección equitativa de razón y de alma. Y él, a través de un verso preciso en sus metros y sus formas, supo desvelar los enigmas que encierra la poesía más pura. Tal y como fuera siempre la suya: “Ya la vida es apenas la porfía/ de perseguir la sangre que ha saltado/ de la noria del pecho y se ha llevado/ el racimo de espuma en que latía”.

 

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