A dos años de la declaración del
Estado de Alarma nos encontramos de hoz y coz en el estado de alarma de verdad: la guerra. El Tribunal Constitucional español, afortunadamente, no tiene nada que opinar sobre la presente alarma creada por la guerra. Ya dijo bastante -y mal- con la pandemia exigiendo el Estado de Excepción en lugar de del Estado de Alarma, confundiendo el confinamiento condicionado con el arresto domiciliario, contra el criterio del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, como en la totalidad de los Estados europeos. Volviendo al día, a la guerra, la que ha afrontado la situación actual con inusitada valentía ha sido la ya heroína rusa
Marina Ovsyannikova. Tuvo unos ovarios inmensos -incalificables de grandes y valerosos- para situarse detrás de la presentadora del telediario ruso más visto con una pancarta que ponía “No a la guerra.
Parad la guerra. No creáis la propaganda. Te están mintiendo”. La periodista rusa ha reaparecido y -sorpresivamente- de momento sólo con una multa. Fueron nueve segundos de aparición en los que se ha jugado su carrera, su puesto de trabajo y veremos qué más.
A esta guerra, por la parte rusa, se le puede aplicar la frase contundente de
Alexandre Koyré en
Reflexiones sobre la mentira: “Nunca se ha mentido tanto como en nuestros días, ni de manera tan desvergonzada, sistemática y constante”. Frente a esa actuación auténticamente épica nos hallamos otras realmente lamentables. En el programa de televisión española en
Cataluña que dirige Gemma Niega la eurodiputada de Junts per Catalunya,
Clara Ponsatí, desde la distancia, se ha retratado en el incansable camino hacia la insensatez de algunos -ni mucho menos todos- independentistas catalanes sobre los costes y los riesgos que los catalanes deberían estar dispuestos a soportar para alcanzar la independencia de Cataluña. Entiende la exconsejera que la secesión "es tan importante como para valer la vida" de una persona: "Cada uno debe saber qué coste debe estar dispuesto a pagar”. Los que escaparon, tanto de Cataluña como de la justicia española, se están demostrando como los más intrépidos, pero ante los micrófonos. También en sus antiguas y lamentables conversaciones con Putin. Lo grave es -concluyendo con el mismo Koyré- que “la masa cree todo lo que le dicen. Con tal que se lo digan con bastante insistencia”. ¡Que caiga pronto el velo!