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Todo está ferpecto

Nueva York es muy chuli

Referéndum para comprarse un chalé, selfie en Nueva York... estamos apañados con Montero y la nueva izquierda. Teresa Rodríguez huyó. ¿Qué hace IU todavía ahí?

Publicado: 11/07/2022 ·
10:43
· Actualizado: 11/07/2022 · 10:43
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  • Irene Montero. -
Autor

Daniel Barea

Yo soy curioso hasta decir basta. Mantengo el tipo gracias a una estricta dieta a base de letras

Todo está ferpecto

Blog con artículos una mijita más largos que un tuit, pero entretenidos. Si no se lo parece, dígamelo con un correo

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No me he hecho un selfie en mi vida. Ni ganas. Si fuera ministro, tampoco lo haría. Si además de ser ministro, fuera comunista, menos. Y si se diera la circunstancia de que, siendo ministro y comunista, me desplazara a Nueva York en viaje oficial, cuna del imperialismo yanqui, capital del anarcocapitalismo, ni se me pasaría por la cabeza.  Es de mal gusto y chocante.

Irene Montero es ministra, comunista y ha estado en Nueva York en viaje oficial y sí se ha hecho un selfie. Sonríe. Se la ve feliz y relajada. Muy problamente haya explicado la razón que la llevó a EEUU, habrá detallado su agenda e incluso habrá justificado la fotografía y su publicación en redes sociales. Pero, sinceramente y con todo el respeto que merece una ministra, me da exactamente lo mismo porque es de mal gusto e incoherente.

Ha cometido un error. Otro. Con todo, no es el más grave. No hay que olvidar que decidió con el padre de sus hijos, que también fue ministro y ahora graba podcast, someter a referéndum entre las bases de su partido si podían comprarse un chalé de lujo.

Estamos apañados con la nueva izquierda.

Irene Montero suele reaccionar de manera furibunda contra las críticas  a su vida personal aunque ella misma ha borrado las línea que separa su vida personal de su vida pública. Pero también es ministra hoy porque la estrategia política de Podemos ha estado basada precisamente en marcar lo que, en términos morales, es de ricos sin corazón y pobres de alma cándida, lo bueno y lo malo, lo tolerable y lo reproblable. Cualquiera que no comulgue con sus ideas pertenece a la casta. Sus militantes recalcitrantes repiten que no hay nadie más tonto que un obrero de derechas y una retahíla de topicazos bastante ofensivos para los pobres y proletarios como yo mismo que, más que aspirar a piso en la playa, restaurante Michelín o camisa a medida, solo quiero libertad e igualdad de oportunidades.

Así las cosas, no acabo de comprender qué hace Izquierda Unida todavía de la mano de este socio. Izquierda Unida es heredera de una izquierda con fundamentos intelectuales sólidos, con capilaridad en el territorio y un papel histórico en España de suma relevancia. Es cierto que Alberto Garzón, a quien le queda el chaqué como a un señorito jerezano del siglo XIX un par de guantes blancos, está más cerca, en todos los sentidos, de Irene Montero que de Santiago Carrillo. Pero conozco a alcaldes, concejales y militantes de base de IU serios, comprometidos y coherentes.

Mucho me temo que quienes venían a cambiar la política solo han cambiado sus vidas. Los resultados electorales, en cualquier caso, no acompañan. Y, con patinazos como estos, serán peores.

Teresa Rodríguez, de manera inteligente y de acuerdo a sus principios, huyó.

La alternativa, Yolanda Díaz, no es mejor. La izquierda sofisticada, identitaria, que ha arrumbado en el desván ideológico la lucha obrera, no conecta desde hace mucho con las clases populares mientras la imagen que muestre sea la de advenedizos de la política, aburguesamiento y una insoportable superioridad moral que, a las primeras de cambio, cegados por los neones de la Gran Avenida, traicionan porque Nueva York, es imposible negarlo, es muy chuli.

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