El pasado lunes 10 de julio tenía una larga lista de tareas por hacer. En primer lugar felicitar a mi amigo (y colaborador en esta redacción) José Luis Marín Weil por su cumpleaños, como cada verano por estas fechas. Pero este año el 10 de julio ocurrió algo que jamás olvidaré. Después de haber disfrutado de la consabida y necesaria siesta veraniega me dispuse a abrir mi ordenador portátil para chequear los preparativos del viaje a Corea del Sur que emprenderé junto a mi prometida este verano.
Uno de los motivos de haber elegido Corea es por ser la cuna del taekwondo y que en su capital, Seúl, se puede visitar la Kukkiwon, el gimnasio dónde comenzó este deporte y también es la sede mundial de esta disciplina. El taekwondo es para mí mucho más que un deporte. Es una filosofía de vida, hasta tal punto que los entrenamientos tienen para mí una gran parte terapéutica que me ayuda a vaciar el vaso de estrés diario que produce este rápido y alocado mundo en el que vivimos.
Como cada lunes tenía una cita en la Escuela Jeun para entrenar y de camino al club mi cabeza fantaseaba con la idea de visitar la Kukkiwon. No os podéis imaginar el gran honor que será para mí poder pisar el lugar que reconoció mi maestro Jeun Il como 10º DAN, siendo él la primera y única persona en Europa en tener esta distinción. Es un reconocimiento dado por la Kukkiwon a título póstumo a muy pocas personas y previo estudio meticuloso sobre qué han aportado al taekwondo.
Con todos estos pensamientos, seguía caminando por la calle Doctor Luzón. Entré a la Escuela Jeun y saludé a los compañeros que estaban preparándose para comenzar el entrenamiento. Al poner un pie en los vestuarios recibí una grata sorpresa. Ese día, en nuestro club, recibimos la visita de Manolito, Maycris y Maycris Jr, los tres del club Han Kuk de Telde (Las Palmas de Gran Canaria). Un escuela de taekwondo cuyos alumnos reciben las enseñanzas de este arte marcial de la mano del maestro Bang Kyung Won.
Sin duda, fue un día especial para todos que pudimos compartir entrenamiento entre apasionados de esta disciplina y contar vivencias en el taekwondo.
Aunque fueron poco más de noventa minutos, fue una experiencia intensa y enriquecedora. Estos tres canarios son familiares de tres generaciones comprometidas con el taekwondo. Abuelo, padre e hijo viajaron para visitar a familiares de Jaén y decidieron no perder la buena costumbre de entrenar.
He de confesar que durante el rito de saludo a la bandera y saludo al maestro que realizamos al inicio y fin de una clase de taekwondo, sentí una emoción similar al día que comencé mi andadura como deportista en esta disciplina. Y es que el taekwondo es mucho más que un deporte, es una gran familia internacional.