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Andalucía

Montemayor, zona cero de la silicosis: "Trabajábamos con mascarillas de papel"

Tras más de diez años de proceso judicial, la justicia ha dado un veredicto histórico condenando a Cosentino por delitos de lesiones graves

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  • Angel Castellano. -
  • “Cuando pienso en Cosentino, siento rabia”, confiesa Ángel Castellano. Tiene 38 años, una silicosis complicada y una incapacidad total para el oficio
  • Cosentino no informó de la peligrosidad del Silestone a pesar de conocer sus riesgos

Guillermo García, una vida marcada por la silicosis, es solo uno de los muchos afectados por una enfermedad profesional devastadora. A sus 58 años, tras un trasplante de corazón, mira hacia atrás y ve su vida laboral como la única causa posible de su padecimiento. Junto con otros compañeros, García se enfrentó legalmente a su antiguo empleador, la marmolería Granitel, y a Cosentino, el mayor fabricante de aglomerados de cuarzo. "Yo no tenía otra forma de enfermar que no fuera mi trabajo", dice García, resumiendo la lucha de un David contra un Goliat empresarial en el programa de RTVE 'Silicosis del siglo XXI' presentado por Lorenzo Milá y que puede verse íntegro en su plataforma.

Tras más de diez años de proceso judicial, la justicia ha dado un veredicto histórico: condena a ambas empresas por cinco delitos de lesiones graves y reconoce la indemnización a los afectados. Este fallo no solo representa una victoria legal, sino también un alivio emocional para las víctimas. "A mi esta sentencia me dio tranquilidad", confiesa Guillermo, quien ha vivido esta lucha como una confrontación desigual.

La enfermedad de estos trabajadores se originó en su lugar de trabajo, manipulando encimeras de cocina y baño. Quedó demostrado que trabajaron sin las medidas de seguridad adecuadas. Las mascarillas ligeras que usaban no eran suficientes para frenar el polvo de sílice, un componente mayoritario en productos como el Silestone y similares de otras marcas, como Compac.

El papel de Cosentino en este drama laboral es central. La sentencia de Vigo (Pontevedra) ha evidenciado cómo esta multinacional no informó adecuadamente sobre la peligrosidad de su producto. Aunque conocían los riesgos, no alertaron a los marmolistas, distribuidores ni a los consumidores. En un contraste alarmante, las planchas exportadas a Estados Unidos llevaban fichas de seguridad que advertían sobre los peligros de la inhalación de sílice. En España, estas medidas se tomaron mucho más tarde, no antes de 2010, como se ha demostrado en el juicio.

Cosentino, ubicada en Cantoría (Almería) y con una plantilla de más de cinco mil trabajadores, ha enfrentado críticas por su gestión del riesgo de silicosis. A pesar de su éxito económico, con una facturación de 1.400 millones de euros en 2021, la empresa ha sido señalada por no proteger adecuadamente a sus empleados. La misma Cosentino, a pesar de la sentencia condenatoria, sigue insistiendo en que la responsabilidad recae en los empresarios de marmolerías por no proveer las medidas de seguridad adecuadas. Sin embargo, esta afirmación se debilita ante los 95 casos reconocidos de silicosis entre sus trabajadores entre 2019 y 2021.

Testimonios anónimos de operarios de Cosentino diagnosticados con silicosis revelan una realidad sombría. "Trabajábamos en medio del polvo, no veías ni a un metro de distancia", denuncia uno de ellos. Estas declaraciones apuntan a una estrategia de la empresa para ocultar el alcance del problema, ofreciendo indemnizaciones a cambio de acuerdos de confidencialidad, perpetuando así un ciclo de silencio y enfermedad.

Ángel Castellano, otro trabajador afectado, expresa su desesperanza y rabia hacia la situación. A sus 38 años, con una silicosis avanzada y una incapacidad total para su oficio, su vida ha cambiado por completo. "Como empresario será una maravilla pero como persona, ¿cómo se siente uno cuando ha puesto en el mercado un producto que mata poco a poco a las personas?", se pregunta.

En Montemayor, Córdoba, considerada el epicentro de la silicosis, Miguel Córdoba Mora narra su experiencia. Tras comenzar a trabajar en una marmolería al terminar el colegio, ahora enfrenta una enfermedad que ha mermado drásticamente su calidad de vida. "Todos trabajábamos más o menos igual, en las mismas condiciones, con mascarillas de papel que no protegían mucho", recuerda. Ahora busca, junto a otros afectados, visibilidad y apoyo para enfrentar esta situación.

La silicosis ha cambiado de rostro. Antes asociada principalmente a mineros y canteros, ahora se presenta con una nueva variante en los trabajadores de marmolerías. Estos empleados se han enfermado en períodos mucho más cortos debido a la alta concentración de sílice en los productos con los que trabajaban. A diferencia de la silicosis clásica, más lenta y menos agresiva, esta nueva forma avanza rápidamente, incluso cuando los afectados ya no están expuestos a los aglomerados de cuarzo.La magnitud del problema de la silicosis en España es desconocida. Aunque las cifras oficiales hablan de unos 3.000 enfermos, se cree que esta cifra es solo la punta del iceberg. De estos, al menos 1.800 casos estarían relacionados con el trabajo en marmolerías. Andalucía se ha convertido en un foco principal de esta enfermedad, con programas específicos como el PISA y el CAEROL, destinados a abordar este problema creciente.

Esta crisis sanitaria y laboral también ha puesto en evidencia la falta de previsión y medidas de seguridad adecuadas en el sector. Muchos de los afectados están reclamando justicia, no solo a nivel económico, sino también en términos de reconocimiento y atención médica.

El abogado laboralista Serapio Martín señala que este caso es un claro ejemplo de cómo se pueden combinar el éxito empresarial y una grave crisis sanitaria. "Todo lo que podía fallar, falló", afirma, sugiriendo que este caso debería ser analizado detalladamente tanto en el ámbito empresarial como en el de la salud pública.

 

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