Escucharla es hoy recordar y mirar al futuro, porque su voz trae aires de tiempos en los que Andalucía aún nacía a la libertad
Es una de las voces de mi vida. Recuerdo el eco de su acento malagueño llenando mi casa mientras mi madre y mi abuela hablaban del día a día, en aquellas tardes de café con leche y mesa camilla. Leo que es una estrella rutilante de los treinta y cinco años de Canal Sur. Fue la primera voz femenina de la radio y luego conquistó los corazones de todos los andaluces con sus programas de televisión, con su gracejo, con su rapidez mental para el regate corto, con el desparpajo y la frescura indudables de una gran dama de la comunicación andaluza que le hablaba a los demás con el acento malherido y juguetón de nuestra tierra. Algunos de sus programas son ya míticos y forman parte de eso que Jung llamaría el inconsciente colectivo. No puedo adscribirla a un espacio concreto, porque para mí Carmen Abenza, (la Abenza, como las grandes) es un mito atemporal que sobrevuela los años más bonitos de la vida de todos nosotros, pero he leído que ‘El Patio de Carmen’ se convirtió muy rápido en un referente de la radio andaluza, y que, ya en la tele, fue el alma de ‘Abanico’ o ‘Jacaranda’. Carmen es historia viva del periodismo andaluz, patrimonio sentimental de los periodistas y comunicadores de esta tierra, su voz me trae aromas de jacaranda y romero y, cuando la escucho en sus quehaceres habituales, hoy ya en las ondas municipales, sigo pensando que es una suerte poder palpar su talento y observar con detenimiento a una maestra del ritmo y el tempo periodísticos; de los silencios cuando espera la respuesta de su interlocutor; de la alegría hecha mañana de mayo cuando te saluda y te invita a pasar a su programa, que es como estar en el salón de una casa acogedora. Sabe ser cómplice como ninguna, haciendo nacer esa atmósfera con la que sólo las grandes como ella saben acoger a sus invitados para que estos, seducidos por su maestría, cuenten aquello que Carmen les ha preguntado. Escucharla es hoy recordar y mirar al futuro, porque su voz trae aires de tiempos en los que Andalucía aún nacía a la libertad y la afianzaba gracias a grandes comunicadoras como ella; su voz se ha convertido en la matria común de todos los andaluces y su figura excelsa y compasiva son hoy un regalo para las nuevas generaciones de comunicadores. Gracias, Carmen. Muchas gracias por todo.