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El G20 espera limar diferencias entre emergentes y ricos sobre desequilibrios

Los ministros de Finanzas del G20 han comenzado una reunión para encontrar la fórmula para atajar los desequilibrios financieros globales.

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 Los ministros de Finanzas del G20 han comenzado una reunión para encontrar la fórmula para atajar los desequilibrios financieros globales, cuestión que enfrenta a las economías emergentes con la voluntad de la presidencia francesa y otros países ricos de fijar unos indicadores precisos.

Los titulares de Finanzas de los países del G20 y de los cinco invitados (entre ellos España) fueron llegando a primera hora de la mañana a la sede del departamento francés de Economía en París donde les recibió la ministra, Christine Lagarde, y el gobernador del Banco de Francia, Christian Noyer.

El encuentro, que se inició ayer con una recepción y un discurso ofrecido por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, debe finalizar a media tarde con un comunicado en el que se verá el grado de acercamiento que se ha producido en la cuestión de los indicadores, algo sobre lo que la delegación alemana quiso hoy mostrarse optimista.

Un optimismo que viene a contrarrestar la ducha fría que recibieron ayer las ambiciones de la presidencia francesa tras el encuentro de los ministros de los grandes países emergentes que forman el grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).

El representante chino, Xie Xuren, mostró su oposición a que entre los indicadores para evaluar los desequilibrios globales se incluyan los tipos de cambio y las reservas de divisas.

Una reacción que no sorprende en una China frecuentemente acusada de mantener artificialmente el yuan con un valor muy bajo gracias al control de su tipo de cambio para favorecer sus exportaciones, y de acumular reservas de otras monedas que generan inestabilidad.

El ministro brasileño, Guido Mantega, coincidió con su colega chino en oponerse a una limitación al acaparamiento de reservas de cambio, cuando menos mientras siga el actual sistema monetario internacional donde el dólar sigue monopolizando el espacio.

Pero Mantega consideró que ese sistema no se aguanta en un mundo en que Estados Unidos ha sido superado por China y por Alemania en el comercio exterior, y por eso apostó por una transición hacia una canasta de monedas que incluya las de las grandes potencias emergentes, y en particular el yuan y el real, una idea que se acerca a la defendida por Francia.

El titular brasileño, sin embargo, tampoco quería que se utilizara como indicador de los desequilibrios la balanza por cuenta corriente, ya que como los chinos estima que los intercambios de servicios y los flujos de capitales son elementos que pueden distorsionar lo fundamental, los saldos comerciales.

Otra cuestión que causa fricciones entre los participantes en la reunión es la voluntad de los organizadores de poner coto a la volatilidad de los precios de las materias primas.

Brasil, como gran exportador de materias primas, previno de que está en contra de cualquier medida que intente limitar los precios, ya que lo que hay que hacer a su juicio es estimular la oferta y eliminar las subvenciones agrícolas en los países ricos.

Sarkozy, en vista de que las metas que su presidencia había fijado podían verse comprometidas, pidió a los ministros que no se estanquen en "discusiones interminables sobre los indicadores" y les advirtió que el G20 "sólo conservará su legitimidad si es capaz de ser eficaz".

El jefe del Estado francés reiteró su llamamiento para impedir que se repitan las prácticas del mundo financiero que llevaron a la crisis "como si aquí no hubiera pasado nada", en particular en lo que se refiere a los sueldos y primas de los directivos bancarios.

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