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Transformación social entre lamentos y alarmas.

Universidad de Humbold en letras de oro: Los filósofos sólo han interpretado el mundo de diferentes maneras, pero es importante cambiarlo (Carlos Marx)

Publicado: 22/01/2025 ·
19:34
· Actualizado: 22/01/2025 · 19:41
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Autor

Rafael Fenoy

Rafael Fenoy se define entrado en años, aunque, a pesar de ello, no deja de estar sorprendido cada día

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En este blog se pretende compartir análisis, reflexión y algo de conocimiento contigo persona lectora

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Bipolaridad entresacada del texto de Marina Garcés “La nueva ilustración radical”.  La literatura crítica con el modelo socio-económico-cultural capitalista se sitúa básicamente entre el lamento y las profecías alarmistas de mundos distópicos que se antojan muy cercanos. Entre ambos polos faltaría definir alternativas. Porque lamentarse de lo que sucedió o está sucediendo más allá del darse cuenta, que es indispensable, no es suficiente.  Por otro lado difundir los riesgos, los peligros a los que la humanidad se enfrentará o se está enfrentando, con ser muy positivo para sumar conocimiento, tampoco es suficiente. Y mientras unos se duelen y otros se desgañitan, quienes están provocando los holocaustos planetarios u hogareños se ríen a carcajadas porque ni los lamentos ni las alarmas van a evitar que  la hacedores de hecatombes se salgan con la suya. De esta forma seguirán amasando  todo el dinero y el poder que sus inmensos egos les reclaman.

Tanto quienes comparten sus lamentos, como quienes dan la alarma son necesarios pero sin alternativas sus esfuerzos se tornan inútiles e incluso contraproducentes en ocasiones, ya que ante tamaños desmanes muchas personas se sienten sobrecogidas por la inmensidad de las tragedias de las que se lamentan o anuncian.  Y ese sobrecogimiento inmoviliza.

¿Qué hacer?  Parece ser que esa pregunta, conforme pasa el tiempo, gana en esencia.  Porque entre lamentos y alarmas es imprescindible enfocar el ¿Qué hacer?, tanto para salir del lamento, como para evitar la catástrofe anunciada, haciendo intrascendentes las alarmas. Porque son los quehaceres los que resolverán los lamentos convirtiéndolos en eficiente acción y esos mismos quehaceres los que darán respuestas a las alarmas para conjurar las catástrofes.

El texto de Lenin ¿Qué hacer?, que no requiere para su análisis de adhesión ideológica alguna, se encuentran reflexiones sobre como resolver en cierta manera el laberinto de lamentos y alarmas. El ideólogo comunista en 1901, año que se publica el libro, se encontraba fuera de Rusia. Múnich y otros lugares de Europa fueron refugio para que no acabara siendo detenido. Su análisis de la situación de padecimiento del pueblo ruso y de los instrumentos organizativos que se utilizaban para poder remediarlo acabó concluyendo, que ni la violencia de grupos terroristas, que ni las reivindicaciones económicas de los sindicatos, que ni la actividad parlamentaria por sí; tenían capacidad de resolver la dramática situación que padecían las gentes en Rusia. A pesar del conjunto de errores y alteraciones que acabaron sustituyendo la dictadura de los zares por la dictadura del partido, fue Lenin el que proclamó aquello de “todo el poder a los soviets”, una fórmula autogestionaria que generó un enorme impulso transformador. Una intuición apunta hacia una posible solución, aunque fuese frustrada al poco tiempo por la dictadura del partido bolchevique.

En estos momentos de lamentos y alarmas tampoco parece que estos tres instrumentos surtan efecto alguno. En las sociedades del primer mundo, incluidas Rusia y China se escuchan lamentos y alarmas, sin que se desarrollen acciones que sirvan de algo para dar respuestas a los enormes desafíos del mundo mundial. Y es que instituciones que pueden generar grandes acontecimientos están más que controladas por poderes, que son la fuente de esos males a los que la humanidad debe enfrentarse. ¿Qué es posible hacer?  Quienes se lamentan piden ayuda mediante suscripciones a organizaciones benéficas y recogidas de firmas on-line. Quienes alertan, mediante una reiteración de alarmas a la población, también hacen lo propio. En momentos puntuales se invita a las gentes a que se manifiesten, y algunas personas activistas protagonizan acciones de denuncia colgándose de puentes, edificios, desplegando pancartas en parlamentos o boicoteando algún acto político, tala de árboles o llegada por tren o camiones con residuos radioactivos o tóxicos o inauguración de centrales nucleares.

Se han desplegados estrategias de crear conciencia en las poblaciones para que usando el voto “útil” a los verdes, animalistas,  a las izquierdas, a… permitan que en los parlamentos conformados por esas mayorías se legisle a favor de los derechos de los pueblos y de las especies animales. Ya van bastantes décadas de parlamentarismo y o bien esas “alternativas” no logran peso político suficiente o si llegan a gobernar parecen que tienen las manos atadas y muy poco se remedia.

Todo este texto puede calificarse de una lamentable reflexión y es muy posible que lo sea.  Cada persona que se para a pensar sobre qué se puede hacer, siente la pequeñez de ser una individualidad. Que poco puede hacer, más allá de compartir sus inquietudes, reflexiones o aportar su pequeño grano de arena a alguna organización social, sindical o política. Sin embargo esas organizaciones pueden ofrecer la posibilidad de entablar singular combate con el gigantesco sistema que aplasta derechos humanos y del entorno animal. En la escalera de entrada en la Universidad de Humbold en letras de oro se encuentra esta frase de Carlos Marx: “Los filósofos sólo han interpretado el mundo de diferentes maneras, pero es importante cambiarlo”

El poder de las personas reside en su monedero. Cualquier persona puede decidir sobre qué hacer con el dinero que recibe. El llamamiento al decrecimiento es una forma de comenzar a encontrar soluciones. El sistema bombardea con la publicidad para aumentar el consumo. Relacionado con el consumo de forma muy precisa se encuentra la publicidad. Y la publicidad funciona porque cumple sus objetivos. ¿Qué ocurriría si no los cumpliera? Por ejemplo, una determinada marca, de cualquier artículo de consumo, se publicita y las gentes dejan de usarla, dejan de comprar los artículos que produce, dejan de consumirlos. Si el efecto de publicitar algo fuese negativo, ¿dejarían de financiar la publicidad las marcas afectadas? Otro ejemplo: un medio de comunicación que anuncia determinada marca o conjuntos de marca. ¿Qué pasaría, como está pasando en bastantes cadenas cuando anuncian 7 minutos de publicidad, si los espectadores u oyentes cambiaran de canal? La decisión de no consumir tal marca, de no comprar tal producto, de cambiar de emisora, está en las exclusivas manos de cada persona. No se requiere más que la voluntad de hacerlo. Y si un colectivo importante de personas acuerdan hacerlo de forma coordinada ¿Cuál sería el efecto? En un colegio la administración no aporta los medios para que se climaticen las aulas y puedan trabajar alumnado y docentes a temperaturas legalmente establecidas: 17 grados hasta 27 grados. Padres, Madres, Profesorado, alumnado piden una y otra vez a la administración que se aporten recursos para ello. ¿Qué pueden hacer?  Manifestarse, enviar cartas, a la administración, al defensor del pueblo, a parlamentarios… notas de prensa a medios, entrevistas en radios y TV…  Todo eso u algo más y quedan sin respuesta. ¿Y si se ponen de acuerdo? Aportan dinero para resolver el asunto y, mediante una certificación que extienda la asociación de madres y padres, se desgravan lo aportado de la declaración del IRPF.  Al fin y al cabo los impuestos, que padres, madres y profesorado aportan, deben aplicarse a esta situación de emergencia educativa. Salir del lamento y hacer innecesarias las alarmas requiere de acciones que necesariamente deben coordinarse. De ahí que el primer quehacer, para conseguir salir del laberinto formado por  lamentos y alarmas, es organizarse con otras personas para actuar.

Fdo Rafael Fenoy Rico

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