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Huelva

Ramos y Perojil se reparten la gloria

En esta penúltima noche de Teatro se ha vivido uno de esos días para recordar y la sesión más concurrida de estas preliminares del Carnaval Colombino

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  • Invisibles. -

El concurso de agrupaciones del Carnaval Colombino está viviendo uno de sus mejores momentos. Hacía más de una década que no existía ese buen ambiente entre las agrupaciones y que se confiara en una organización, que en la mayoría de los casos estaba en tela de juicio. Este año, en el que la responsabilidad es asumida por el Ayuntamiento, el sentido de casi todo lo que se lleva a cabo es diferente y adquiere una nueva dimensión. Cierto es que aún quedan muchos flecos por perfilar, pero da la sensación de que los carnavaleros se están adaptando y comienzan a entender este nuevo rumbo que está llevando la fiesta de la alegría, abriéndose a toda una ciudad y rompiendo con esas barreras que nosotros mismos, los carnavaleros, levantábamos.  

Dicho sentir ya se está notando en el escenario, un espacio vivo que fluye al son que marcan los tiempos; lugar en el que verdaderamente se cuentan las vivencias particulares y generales que existen en el ambiente. Desde que se inició el concurso, la Fopac, desaparecida del Teatro, solo se nombra en el escenario para hablar de un dinero que no aparece, unas cuentas que no cuadran y gastos que no coinciden.

En esta penúltima noche de Teatro se ha vivido uno de esos días para recordar y la sesión más concurrida de estas preliminares. Hubo momentos en el que el Gran Teatro lució como deberían estar todas las sesiones, aunque siguen los vacíos tras la actuación de “la de turno”.


La encargada de abrir telón fue ‘Llegó mi día’, chirigota de Isla Cristina que ambientó al personal con esos típicos ritmos que suele traer dicha agrupación. El tema del travestismo es controvertido para desarrollar desde la perspectiva humorística y dicha agrupación queda en el intento. Desde mi perspectiva, hay frases que pierden ese poder de convicción. El grupo sabe apretar cuando quiere y podría dar mucho de sí. Pasodobles con dos vertientes, iniciados con humor y cerrando a la crítica, algo que no logran afinar del todo. Levantan el ritmo con la última pieza, con esos bailes que acompañamos todos.

La comparsa de Jesuli Perojil y Alejandro Almansa, ‘Invisibles’, mostró sus credenciales desde el inicio; cambio en su estructura, nuevas voces y una vocalización y afinación acorde a lo que se espera. El chirigotero eterno, Jesuli Perojil, ahora comparsita, invierte su presentación en el tipo, dejando claro el rol a representar. Pasodoble a la situación del carnaval, que no podía faltar, y remata la tanda con el segundo a los recuerdos del pasado tras volver a su antigua casa, vivencia particular y personal del autor, que suele dejar claro su sello. Cuplés muy agradecidos por el público, en ese formato de cupletinas engarzadas, más acorde a su estilo, y con esa frescura que remata con el estribillo. Coronan el repertorio con un popurrí lleno de juegos de palabras y de crítica mordaz propia de un manifiesto de liberación dando voz y visibilidad a sus ‘Invisibles’. Gran ovación final que se alarga en el tiempo, el mejor premio para cualquier autor.

A la chirigota ‘Entre dos aguas’, de Sevilla, le costó conectar y fue cayendo en recursos facilones y a veces, poco agraciados. Estos Moisés no lograron separar las aguas del teatro y sacarle partido a un repertorio forzado y ritmo algo obtuso. El grupo podría dar mucho más y se ve con cualidades para ello, pero que no aprovecharon. Se nota la falta de experiencia que enriquecerán con el tiempo.

El coro de Isla Cristina, ‘El baile de los secretos’, envolvió el ambiente con potencial de voces que impactó en el Teatro. Es todo un lujo recibir a esta modalidad, cada año más presente en el coliseo de las coplas. Destacar la potente cuerda musical de gran calidad en la que podemos destacar a Nacho Vinagre, uno de los guitarristas. Buena conjunción de voces que gustó mucho al respetable. Eternamente agradecido a su participación en este concurso. Los veremos en la Gran final.

La noche la cerró la chirigota de Fali Ramos, quizás la más esperada de este certamen. ‘Saca a mi Semanué’ es la propuesta de este autor y director, que lució a lo Tina Turner en una grada de cualquier campo de fútbol, en la que acompaña a su hijo ‘Semanué’, al que no sacan nunca al campo. Clara crítica a lo que se vive en el deporte rey infantil. La agrupación impacta desde que suenan los primeros acordes, mostrando esa elegancia chirigotera, con ese humor irónico e interpretativo que matizan hasta el último detalle. La imagen engancha por sí sola, incluyendo la avioneta con cartel publicitario para que entre el niño en el terreno de juego, algo que no llega a ocurrir. El montaje de este grupo está a otros niveles, así como su interpretación, algo que todos saben e incluso, verbalizado y cantado en el propio escenario. Ramos sabe sacarle partido a lo cotidiano, y exprime las ideas hasta lograr obras de este calado que desestructuró a todo el público, incluso a los que se resistían. Regalo del respetable con una gran ovación, que ha dejado las quinielas, hasta la fecha, bien definidas. 

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