El oficio de periodista –envuelto en tanta mítica aureola, más por quienes se acercaron a él sin serlo que por los verdaderos profesionales del sector- es suma de oficios, saberes y desconocimientos sin cuento, y comparte con los políticos el llamado dominio de los tiempos. Sin él, lo que concluye por ser noticia –llegado su momento- puede pasar por bluf y libelo y, así, contar con antelación lo que se sabe, prevé o adivina en lontananza suele servir para matar ediciones y para dejar sin sangre nuestros periódicos, revistas o emisiones.
En ese cálculo de “los tiempos” llevo desde hace un par meses a la espera de que el gobierno municipal se dignara oficializar la tormenta que se venía dibujando en el horizonte desde que, cesado el anterior director gerente de Onda Jerez, la nueva corporación nombrara en la emisora cargos sin cargas y directores sin directrices.
Onda Jerez, desde el viernes, es ya carne de acreedores y concurso sin premio, en manos del Juzgado de lo Mercantil que habrá de instrumentalizar una “solución” al desbarajuste y falta de criterio y despropósito del que se ha seguido su gestión en los últimos años. Ahora, 83 trabajadores tienen sus puestos de trabajo en almoneda y su profesionalidad –cuando la hay- francamente devaluada.
Si nos dejamos llevar por los comentarios que acompañan estos días las diversas informaciones que se vienen realizando sobre Onda Jerez y la grave enfermedad que la aqueja, hemos de advertir, en primer lugar, su enorme cantidad, lo que evidencia que, se diga lo que se quiera decir, no es asunto baladí para la ciudadanía de Jerez. Dicho de otra forma: Onda Jerez interesa a Jerez. En segundo lugar –y choca con la anterior apreciación-, de entre tanto comentario cabe destacar el común divisor según el cual no son pocos los ciudadanos –vamos a llamarles en puridad “comentaristas”- que dicen apoyar sin ambages la supresión de todos los medios adscritos a Jecomusa, sea radio o sea televisión, sin caridad cristiana por los emolumentos de sus profesionales ni la viabilidad económica de sus respectivos proyectos vitales.
Entre periodistas –y hasta entre quienes dicen serlo- y políticos de siempre hubo conexiones no siempre confesables y muchos son los periodistas que concluyen por ocupar puestos en consistorios y empresas públicas y no pocos los políticos que sacan el sobresueldo de articulistas, comentaristas y tertulianos profesionales en periódicos y emisoras. De este cortocircuito deviene con facilidad que la propia ciudadanía revierta sobre estos profesionales cercanos al poder la admiración o el desdén que, por tiempos, profesan a los políticos. Y son malos tiempos para la lírica.
Onda Jerez –esta honda con la que tantos han venido a descalabrar los presupuestos de Jerez- ha sido hasta ahora y salvando sus primeros y maravillosos años, un barco sin timón ni timonel, que ha arrojado por la borda a sus mejores tripulantes –excepción hecha de algún recalcitrante profesional- hartos de soportar la presión mediática, social y política, y rodeados –como lo han estado y están- de indocumentados cuya sola presencia reduce a bajo cero el necesario calor de su redacción.
Junto a este drama laboral y personal en muchos casos, Onda Jerez ha dejado pasar sus capacidades de generación de empleo, sin que se sepa de la creación en la ciudad ni en la provincia de empresa auxiliar alguna, y aún de generación de riqueza directa y formación. Onda Jerez sostiene –al menos lo hacía hasta hace unos días- convenio de formación con el INEM al que no se ha atendido por manifiesta falta de capacidad de sus gestores y, por ella, ha dejado de ingresar en sus arcas una estimable cantidad de recursos económicos, capaces de sostener per sé a algunas empresas privadas, amén de descuidar la formación de sus profesionales y de muchos jóvenes en una profesión, como es el audiovisual, requerida por los mercados. Canal Flamenco, o como quiera que se llame el invento que pone a disposición de todo el orbe –vía internet- el ingente material grabado de este arte, del que Jerez sí que es capital, es un impresionante recurso cuya falta de gestión empresarial impresiona.
Jerez necesita de Onda Jerez como España necesita de RTVE, en la misma proporción y por las mismas razones, cierto que no de esta Onda Jerez entregada al desaliento, a la pérdida de audiencia y la depresión de sus escasos buenos profesionales. Perder Onda Jerez como emisora ahora que ha logrado expandir su radio de acción a toda la costa noroeste y elevar su audiencia estimada y su influencia por encima del millón de personas sería otro gesto imperdonable.
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